sábado, 16 de diciembre de 2017

Lecciones vascas / Màrius Carol *

El último Euskobarómetro muestra que un 59% de los vascos tiene poco o ningún deseo de independencia. Y, por si no quedaba claro, un 66% rechaza iniciar un proceso similar al catalán en Euskadi. Para que se den estos porcentajes, es evidente que los ciudadanos vascos manifiestan su satisfacción por el Estatuto (77%). Resulta indudable que el final de la lucha armada y la estabilidad que ha supuesto el retorno al poder del PNV en el 2012 son factores clave para entender el retroceso de la pulsión independentista en la sociedad vasca.

Eso y el hecho de que su Estatuto fija una financiación privilegiada y un amplio marco competencial. Si a ello le sumamos la habilidad negociadora del PNV, que en el último acuerdo presupuestario en el Congreso consiguió la Y vasca del tren de alta velocidad y mayores recursos económicos, es incuestionable que se ha conseguido una sociedad más cohesionada, que no tiene ningún interés en volver a vivir las tensiones del plan Ibarretxe, que acabó, a medio plazo, con la carrera política de su impulsor y con la pérdida de la lehendakaritza por parte de los nacionalistas.

Sorprende ver la escasa tentación que el proceso catalán produce en los vascos, que en un 81% consideran que el referéndum del 1-O no podía considerarse plenamente legal y válido. El rechazo de la declaración unilateral de independencia alcanza el 64% de los consultados. Casi el mismo porcentaje suspende la actuación de las instituciones catalanas (63%), si bien son más críticos con el Gobierno de Rajoy, pues el 81% cree que no ha sabido gestionar el conflicto.

Los vascos están orgullosos de este esfuerzo que han llevado a cabo en los últimos años por recoser su sociedad, en contraste con “la cohesión interna de la sociedad catalana, que ha dejado de ser un objetivo para ser un obstáculo” (López Burniol). Y lo grave es que este es un asunto que parece preocupar poco en esta campaña.


 (*) Periodista y director de La Vanguardia


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