Rajoy aparenta tranquilidad pero la procesión va por dentro. Su
pretendido ‘astuto’ plan de acelerar la convocatoria de elecciones en
Cataluña poco después de aplicar el 155 le ha salido bastante mal. Como
se suele decir ‘el tiro le salió por la culata’ y, como le pasó a
Froilán Marichalar, el Presidente disparó en un pie a ese mal perdedor
que ha resultado ser Albiol.
El Presidente está muy afectado y disimula con aparente tranquilidad
como si nada hubiera pasado en Cataluña, que sí ha pasado porque se
hundió el PP, triunfo C’s (Rivera ya cabalga sobre Madrid) y los
secesionistas tienen mayoría para gobernar. Aunque poco podrán hacer
dentro de la legalidad y tampoco podrán frenar el deterioro galopante
económico y social. La marca Cataluña carece de confianza y seguridad
jurídica, y la marca Barcelona está por los suelos por culpa de Ada
Colau, que perdió mucho voto en su ciudad.
Rajoy ha despreciado la demencial propuesta de Puigdemont en la que
el prófugo catalán le pedía un encuentro fuera de España, algo
inaceptable que Rajoy debió haber respondido de la siguiente manera: ‘el
Presidente de España no se reúne con delincuentes huidos de la
Justicia’. Pero Rajoy se limitó a decir que solo hablará con Inés
Arrimadas que es la triunfadora de las elecciones catalanas.
Además ¿quién es Puigdemont en la vida política? Pues ahora solo es
un diputado ‘electo’ catalán pero no confirmado porque debe venir a
España a recoger su acta. Y si viene y lo caza la policía irá a prisión
por orden del juez Llarena, del Tribunal Supremo. Puigdemont hoy es
solamente un delincuente huido de la Justicia, un posible diputado y
poco más. Porque si entra en la cárcel no podrá presidir la Generalitat.
Pero Rajoy está muy tocado porque su colección de errores políticos
en la crisis catalana no tiene fin. Su gestión y la de Soraya Sáenz de
Santamaría, y sus ministros de Exteriores, Interior, Justicia, Portavoz y
de la Secretaria de Estado de Comunicación, han sido desastrosas y muy
dañinas para España.
Y mal haría Rajoy en no abrir -sin meter la mano dentro- la sucesión a
su liderazgo en el PP antes de que sea demasiado tarde y poniendo así
un punto y aparte a las responsabilidades políticas de la corrupción. Y
no sólo porque C’s va a subir en toda España, sino porque su tiempo y su
mandato está agotado, como lo está la legislatura por más que ahora
Rajoy pretenda comprar apoyos del PNV con dinero público para el cupo
vasco, lo que es otro escándalo nacional.
En Génova 13 se respira un silencio atronador, en las baronías de
distintas autonomías crece el consenso favorable al relevo de Rajoy y
además la crisis de Cataluña está estancando el crecimiento y el empleo,
que era el único discurso de Rajoy. Y claro está que los barones no
aceptan como sucesora a Soraya y se sublevarán si llega el caso, como
ocurrió cuando Fraga quiso imponer a Isabel Tocino al frente del PP, o
cuando Aznar pensó en Angel Acebes como su posible sucesor.
Y que se cuiden y mucho en el PP de Albert Rivera porque la gente
joven y los profesionales de las clases medias están con él. De manera
que todos esos cálculos electorales que nos hizo Rajoy distinguiendo
entre comicios autonómicos y nacionales no sirven. Además el PP (y el
PSOE con los ERE) tiene en marcha muchos juicios por corrupción y eso
también cuenta.
O sea, que Rajoy tiene que iniciar su retirada, hacer crisis de
Gobierno (su leal Moragas abandona el barco monclovita camino de Nueva
York) y quizás nombrar vicepresidente a Feijoo, aunque eso no le guste a
Dolores Cospedal que tiene aspiraciones y ambición de liderazgo y que
mantiene una lucha apretada con Soraya, que cuenta con apoyo de Rajoy y
maneja el campo mediático: el Grupo Prisa y los grandes canales de radio
y televisión (RTVE, Atresmedia y Mediaset).
De manera que, por más que disimule, Rajoy no está tranquilo, ni
tiene fácil acabar la legislatura como pretende salvo que lleve
arrastrado al PP a las elecciones europeas, autonómicas y municipales de
2019 en la creencia de que en España sigue vivo el modelo bipartidista
(que el jueves en Cataluña se hundió) lo que ya no es verdad. Y que
tome buena nota de ello Sánchez en el PSOE, a quien por cierto se le ha
acabado en Cataluña y en España el discurso federal y plurinacional.
En el PP nacional y regional empiezan a pensar que Rajoy ya es un
lastre y además no descartan movimientos de José María Aznar en la
oscuridad con la pretensión de colocar a su pupila y dirigente de FAES
Cayetana Álvarez de Toledo en la dirección del PP, o de meterla de matute en el equipo de Rivera, como un submarino de Aznar en C’s, lo que
sería un grave error de Albert.
El año 2018 que ahora se acerca anuncia cambios importantes en el
PSOE (donde Borrell ha reaparecido con fuerza) y en el PP. Y puede que
también en Podemos porque a Iglesias las cosas tampoco le van nada bien.
Será un año preelectoral y la prueba de fuego del nuevo Gobierno
catalán si es que los secesionistas lo logran recomponer.
(*) Periodista y editor de www.republica.com
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