Como estudioso de la situación social de España he estado más que preocupado por el deterioro del bienestar y calidad de vida de las clases populares,
que constituyen la mayoría de la población española (incluyendo la
catalana), deterioro que ha ocurrido durante estos años de crisis
conocidos como la Gran Recesión (que para millones de españoles ha
significado la Gran Depresión), y que debería también titularse la Gran
Crisis Social, pues ha sido (y por mucho) la mayor crisis social que España (incluyendo Catalunya) ha sufrido durante su periodo democrático.
He documentado extensamente este deterioro en mis escritos, tanto académicos (Ataque a la democracia y al bienestar. Crítica al pensamiento económico dominante, Ed. Anagrama, 2015) como en prensa general (ver “El mayor problema que tiene hoy Catalunya del cual no se habla: la crisis social”, Público, 30.06.2017 y “El nuevo régimen social de España”, Público, 23.06.2017).
El deterioro es tal que por primera vez en el periodo democrático los
hijos están teniendo un nivel de vida inferior al de sus padres. En
Catalunya, por ejemplo, el 40% de la población tiene un nivel de vida
(medido en unidades de compra estandarizadas) menor que el de sus padres. Y relacionado con este hecho, vemos también otro fenómeno preocupante: el
número de personas que ascienden en la escala de movilidad social es,
en Catalunya, inferior al número de personas que desciende en tal
escala. Ahora bien, no a todos les va igual de mal.
En realidad, a
algunos les ha ido bastante bien. Así, en Catalunya los ingresos del
quintil superior en nivel de renta (el 20% de renta superior, un grupo
de enorme poder político y mediático) ha visto crecer sus ingresos
considerablemente mientras la mayoría de la población los ha visto
reducir, habiendo alcanzado Catalunya (y España) una de las
desigualdades mayores en la Unión Europea.
En nuestro país, las clases populares están sufriendo. De ahí que la imagen que los establishments financieros y económicos están promoviendo, con la ayuda de los establishments políticos y mediáticos del país (tanto en España como también en Catalunya), de que estamos ya “recuperándonos” no describe acertadamente lo que está ocurriendo.
Si asumimos que recuperación quiere decir volver a los niveles de vida y
renta anteriores a la crisis, entonces los datos muestran la falsedad
de este supuesto. Hoy ser mileurista (que era un término para
definir escasez antes de la crisis) ha pasado ya a ser un sueño para
millones de catalanes y españoles.
Por qué esta gran crisis social
En realidad, por extraño que parezca las causas de tal crisis son
bastante fáciles de ver, aun cuando es más que probable que el lector no
las vea, ni las oiga, ni las lea en los mayores medios de comunicación
del país. Las causas han sido las políticas públicas realizadas por los partidos gobernantes, tanto en España como en Catalunya,
durante todos estos años, y que responden a un ideario neoliberal que
ha dominado el pensamiento económico catalán, español y europeo, ideario
promovido también durante muchos años por los establishments
europeos como el Consejo Europeo, la Comisión Europea, el Ecofin (los
ministros de Economía y Hacienda de la UE), el Banco Central Europeo
(BCE) y también el Fondo Monetario Internacional (FMI).
Estas políticas han incluido reformas laborales
que han debilitado a los sindicatos y que han creado un gran deterioro
de los salarios (un 10% como promedio desde 2007) y la calidad del
trabajo, con aumentos masivo de la precariedad en el empleo, como demuestran los datos: el
57% de los empleos creados entre el 2º trimestre de 2014 y el 2º
trimestre de 2017 son temporales, en donde los contratos más frecuentes
son solo de 15 días, así como un aumento elevadísimo del desempleo, que ha
llegado a alcanzar un 52% entre los jóvenes y ello a pesar de que un
millón y medio de ellos han dejado España, siendo nuestro país uno de
los que exporta más jóvenes al extranjero.
El otro gran componente de estas políticas públicas neoliberales han sido las políticas de recortes del gasto público,
muy acentuadas en las transferencias públicas como las pensiones (que,
producto de estos recortes, se calcula se reducirán en un 30% de aquí a
unos treinta años) y las ayudas a las familias, así como en los
servicios públicos del Estado del bienestar como sanidad,
educación, servicios sociales, servicios destinados a ayudar a las
personas con dependencia y vivienda social, entre muchos otros. Estos
recortes, junto con las privatizaciones en tales servicios, han contribuido a la dramática reducción del bienestar y calidad de vida de las clases populares.
La gente normal y corriente lo está pasando muy mal, y puesto que estas clases populares constituyen la mayoría de la población uno
esperaría que esta crisis social centrara la atención del debate
político en estas elecciones del 21 de diciembre. Y, en cambio, no lo
centra. ¿Por qué no? Para entender esto tenemos que entender
quiénes son los que imponen (y digo imponen porque ninguna de estas
políticas públicas neoliberales estaba en los programas electorales de
los partidos gobernantes) y cuánto poder político y mediático tienen.
¿Quién aplica estas políticas?
La respuesta a esta pregunta es también muy fácil de ver, aunque
tampoco el lector la verá, oirá o leerá en los medios. La respuesta es
tan fácil que a los responsables de estas políticas se los puede
describir con nombres y apellidos, todos ellos con gran proyección
mediática, aunque ninguno de ellos aparezca en los medios por su
responsabilidad por haber creado la enorme Gran Crisis Social. Hagamos
una lista de los partidos neoliberales.
En primer lugar hay que poner al gobierno Rajoy, que ha
aplicado con gran dureza tales políticas –reformas laborales y recortes-
que han causado tanto sufrimiento. Junto al PP hay que poner a Ciudadanos, que es incluso más papista que el Papa. Es hoy el partido más neoliberal existente en España.
Conocido como la “rama política del Ibex-35”, su compromiso con tales
políticas es muy acusado y ello a pesar de que hay cada vez más voces
dentro de la ortodoxia neoliberal que comienzan a dudar de la sabiduría y
conveniencia de tales políticas.
Nada menos que el Sr. Jean-Claude
Juncker, el presidente de la Comisión Europea, ha admitido recientemente
que las políticas de austeridad (“recortes”) han sido un error para la
Unión Europea, y el Sr. Mario Draghi, presidente del Banco Central
Europeo, y la Sra. Lagarde, presidenta del Fondo Monetario
Internacional, han indicado que los salarios en España (incluyendo
Catalunya) son demasiado bajos.
Y en España incluso El País,
que es el mayor órgano de difusión del neoliberalismo, editorializó
recientemente que puede que los salarios sean demasiado bajos. La derecha dura española, el PP y Ciudadanos, sin embargo, permanece fiel a su dogma neoliberal, pase lo que pase. Después de todo, los intereses económicos que los financian lo están pasando muy bien. Los
beneficios del Ibex-35 nunca habían alcanzado niveles tan altos. El
dato más indicativo de ello es que mientras que las rentas del trabajo
(sobre el total de rentas) han ido disminuyendo durante la Gran Crisis
Social, las rentas del capital han ido subiendo.
En Catalunya, el partido neoliberal más importante es
Convergència Democràtica de Catalunya (CDC), ahora rebautizado como
PDeCAT, un partido clientelar, con un largo historial de corrupción,
perteneciente a la misma familia política europea que Ciudadanos; ambos se presentan como de centro cuando en realidad han sido de los partidos que han propuesto y/o votado más leyes neoliberales en las Cortes Españolas.
Y por extraño que parezca hay que incluir al PSOE de Zapatero en esta categoría, pues fue tal gobierno el que comenzó las políticas neoliberales que fueron más tarde continuadas y expandidas por las derechas gobernantes que lo sucedieron. E incluyo en esta categoría al PSC,
pues aun cuando sus bases (a diferencia del PP, Ciudadanos y el PDeCAT)
son de gente de izquierdas (que prioriza políticas antineoliberales), las
direcciones y aparatos de ambos partidos han reaccionado a la crisis
financiera con políticas neoliberales de libro de texto. Hay
que reconocer y aplaudir que el PSOE y el PSC jugaran un papel clave en
el establecimiento del Estado del Bienestar en España.
Pero, repito, su
respuesta a la crisis fue típicamente neoliberal y no hay indicios de
que Pedro Sánchez esté comprometido en romper con el neoliberalismo. Me
encantaría estar equivocado. El PSOE tiene economistas de gran valía, de
tradición socialdemócrata, pero todavía hoy los que han
asesorado a los gobiernos socialistas han sido de claro corte
socioliberal (la versión light del neoliberalismo). Hasta ahora, Pedro Sánchez parece haber renunciado, una vez más, a su compromiso de aliarse con otras fuerzas progresistas como Unidos Podemos para realizar el cambio tan urgente que el país necesita.
La situación de las izquierdas catalanas
En Catalunya, ERC fue uno de los componentes de la
coalición de izquierda –el Tripartit-, que ha sido el único gobierno de
izquierdas que Catalunya ha tenido en su periodo democrático. Es un
partido que es un paraguas de muchas sensibilidades políticas, desde
marxistas a liberales: lo único o lo más importante que las une es su
independentismo. Ahora bien, me apena que su equipo económico parezca compartir las tesis del dogma neoliberal. Varios indicadores refuerzan mi impresión. La
Ley de Presupuesto aprobada por Junts Pel Sí fue una continuación de
los presupuestos anteriores de Convergència i Unió, sin cambios
significativos. Sus políticas asistenciales (como combatir la
pobreza energética) iban por buen camino pero han sido insuficientes.
Pero en temas clave no ha habido una ruptura con el neoliberalismo,
dejando intactas las mayores intervenciones realizadas por Convergència
(hoy PDeCAT) que han dañado al mundo del trabajo y al Estado del
Bienestar. Es también sorprendente y decepcionante que en el famoso
debate Borrell-Junqueras en TV3, este último tomara como su punto de referencia al gurú ultraliberal del movimiento independentista, el Sr. Sala i Martín.
Parecen estar mal aconsejados si se dejan influenciar por tal
economista, el economista más promocionado por el mayor instrumento
mediático del gobierno de Junts pel Sí, TV3, pagado por los
contribuyentes catalanes, la gran mayoría de los cuales no comparte la
ideología neoliberal promocionada por tal economista en la televisión
pública catalana en estos días preparatorios para las elecciones.
Por último, la CUP, aun cuando se presenta de izquierdas y muy radical en su mensaje, en
realidad siempre antepone el tema nacional al tema social,
convirtiéndose en la práctica en un aliado imprescindible de Junts pel
Sí.
En este resumen del panorama político en Catalunya y España puedo
predecir que a no ser que haya un cambio significativo en las políticas
públicas del PSOE, PSC y ERC, será muy difícil que se salga de la Gran
Crisis. Esperar que cambien las derechas me parece un error. Ello me
lleva a explicar por qué apoyo a Podemos, IU, En Marea, Catalunya en Comú-Podem y Podem Catalunya. La respuesta es muy lógica: son
los únicos partidos que se han opuesto al neoliberalismo, y donde han
gobernado han mostrado que otras políticas alternativas eran y son
posibles. La evidencia de ello es abrumadora. Donde
gobiernan estas fuerzas políticas se aplican políticas diferentes y
opuestas a las neoliberales, como en las principales ciudades de España.
Pero hay también otras razones de por qué las apoyo. La plurinacionalidad de España
Pero hay otra razón. Como catalán y español, que vengo de una familia
represaliada por su apoyo y compromiso con el bienestar de las clases
populares de los distintos pueblos y naciones de España, así como por su
visión republicana y no borbónica del Estado, me siento identificado
con el único espacio político (Unidos Podemos, En Comú Podem, En
Marea) que considero heredero de esta tradición y cultura republicana.
Su reconocimiento del plurinacionalismo de España es una característica
que lo hace atractivo a todos aquellos que quieren vivir juntos en
España, en fraternidad, solidaridad, con respeto a la diversidad y
plurinacionalidad, construyendo una España policéntrica y no radial,
como ahora.
Hoy esta visión variada y plurinacional es más necesaria que nunca pues los nacionalismos
extremos -el nacionalismo borbónico por un lado, y los secesionistas
independentistas por el otro- están llevando el país a un desastre no
solo social, sino también nacional. No es casualidad, por cierto, que los
mismos partidos que quieren imponer su visión uninacional de España, el
PP y Ciudadanos (liderando el nacionalismo españolista), y el PDeCAT
(liderando el nacionalismo independentista) sean también los partidos
más neoliberales. Están todos ellos utilizando las banderas para
esconder su neoliberalismo, lo que constituye un caso típico de
esconderse detrás de las banderas para ocultar unas políticas que están
causando tanto daño.
La evidencia de que existe dicha
utilización de las banderas (la borbónica por los primeros, y la
estelada por los segundos) para ocultar su defensa de los grandes
intereses económicos y financieros que representan es abrumadora. Es
doloroso ver cómo Ciudadanos, cuyas políticas neoliberales están
dañando a la clase trabajadora en Catalunya y en España, sea el que
consiga más apoyo en los barrios obreros debido a su defensa de la
“unidad de España”.
Últimas observaciones sobre Podem Catalunya
Una de las causas del enorme poder de las derechas en España y en Catalunya se debe a la gran división de las izquierdas (ver “La desunión de las izquierdas: una de las mayores causas de la gran crisis social”, Público, 08.11.2017). De ahí la enorme necesidad de que las izquierdas catalanas, muy divididas, establezcan coaliciones tendentes hacia una unidad.
Ello ha sido posible a nivel del Estado cuando se estableció En
Comú/Podem, que ganó las elecciones generales en Catalunya dos veces. Es
la unión de Barcelona en Comú, ICV y EUiA con Podem, la rama catalana
de Podemos. Esta coalición, sin embargo, no se ha establecido en Catalunya hasta ahora.
Y es ahí donde deben entenderse varios puntos pues, como era de
esperar, los medios –en su campaña de hostilidad hacia esta izquierda-
han estado tergiversando las noticias sobre el cambio de liderazgo en
Podem Catalunya. No son ciertos varios hechos. No es cierto que
Pablo Iglesias haya intervenido en Podem Catalunya de la misma manera
que Rajoy ha intervenido el Gobierno catalán. Esta versión, interesadamente promovida por la dirección saliente de Podem, es falsa, pues no fue “Madrid” sino la máxima
autoridad de Podem Catalunya, los inscritos, los que votaron
masivamente en contra de la dirección anterior y a favor de la coalición
con Catalunya en Comú.
En realidad, el descontento de muchos miembros
de Podem con la dirección política del equipo anterior, próximo a la CUP
y a ERC, era bien conocido y la gran participación –que batió todos los
récords-, con un no a la política de la dirección saliente y un sí
rotundo a la coalición, era previsible.
Por otra parte, la convocatoria inmediata de elecciones el 21D por
parte del gobierno Rajoy creó problemas de calendario que
imposibilitaron los procedimientos característicos de culturas
participativas como la de Podem, como son las primarias y la preparación
de las listas electorales, lo cual explica que no solo Podem sino muchas otras formaciones políticas no pudieran seguir tales procedimientos.
Es más, Podemos nombró una gestora integrada por personas conocidas, a
las cuales se reconocía como favorables al mandato del nivel más
soberano de Podem, los inscritos. Esta gestora se estableció después de
haber hecho la lista electoral, pues su función era distinta: preparar
la campaña electoral junto con Catalunya en Comú y también preparar la
Asamblea Ciudadana para elegir la nueva dirección de Podem.
Y,
como era de esperar, hay miembros que, coherentes con su desacuerdo con
el mandato de los inscritos, están dejando Podem Catalunya, lo que queda
compensado por un número mayor de miembros que se están
movilizando para establecer el nuevo Podem, cumpliendo así el objetivo
de la unidad de las fuerzas progresistas que Catalunya necesita como el
aire que respira.
Y, un primer paso para ello, es el establecimiento de
la coalición Catalunya en Comú-Podem que es la única fuerza política hoy
en Catalunya que combina una crítica al neoliberalismo, que ha dañado
tanto a la mayoría de la población catalana, con propuestas alternativas
que han mostrado su factibilidad donde han gobernado, junto con un
reconocimiento de la plurinacionalidad de España con una propuesta real y
realizable para llevarla a cabo.
(*) Catedrático de Ciencias Políticas y Sociales, Universidad Pompeu Fabra
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