Al exministro de Obras Públicas Josep Borrell le han
ofrecido ir en el tercer puesto de las listas socialistas en las
elecciones catalanas, pero a estas alturas no se le pasa por la cabeza
volver a la política y se ha blindado contra cualquier tentación para
poder así continuar con su vida profesional y personal.
Solo en el plano
de las hipótesis responde que si le ofrecieran hoy una cartera
ministerial elegiría Educación. «España tiene hoy mucha infraestructura
física y poca infraestructura personal. Nos gusta mucho inaugurar obras,
porque se ven, pero los países que ganan la batalla son los que
invierten en educación. Lo que necesita este país ahora es invertir en
inteligencia, en capital humano», dijo Borrell el viernes en el Foro
Nueva Murcia.
Como en otros asuntos, acierta en el centro de la diana el
expresidente del Parlamento Europeo, hoy una isla de racionalidad en
este océano político donde se activan resortes emocionales y se falta a
la verdad para movilizar adhesiones. Sí, es la educación. No lo duden. Y
lo que es fundamental para España lo es especialmente para la Región de
Murcia.
Este jueves, en su informe anual sobre
Educación, la Comisión Europea nos sacaba una vez más los colores.
España tiene la segunda tasa más alta de abandono escolar temprano de la
UE. Nada menos que un 19%, casi nueve puntos por encima de la media de
los Veintiocho. Pero si se analizan las diferencias territoriales el
panorama todavía es más oscuro.
Frente a una tasa de abandono del 7,9%
en el País Vasco, Baleares alcanza el 26,8% y la Región de Murcia el
26,4 %. Esta semana el INE nos ha enviado otra fea fotografía
emparentada con la anterior: las diferencias salariales entre regiones
siguen en ascenso. En el País Vasco los sueldos medios ya son un 40%
superiores a los de Extremadura o la Región de Murcia. Esa brecha de
desigualdad salarial se concreta en unos 4.200 euros menos al año en los
bolsillos de los murcianos.
La causa directa es el diferente modelo
productivo. La Región está reduciendo su tasa de desempleo gracias a la
hostelería y la agricultura, pero son precisamente las actividades con
el salario medio más bajo de las analizadas por el INE. Si esas dos son
nuestras únicas grandes bolsas de trabajo, difícil lo tendremos para
evitar que los adolescentes murcianos renuncien a completar su
formación. Por el contrario, los jóvenes vascos abandonan en menor
medida los estudios porque necesitan mayor cualificación para entrar en
un mercado laboral más tecnificado y mejor remunerado.
Invertir
más en la educación pública es imprescindible, aunque no basta si no se
prioriza bien el gasto, si el modelo educativo no se adapta al entorno
económico y social que muta irrefrenablemente por la globalización y la
digitalización, y si no se producen cambios en el modelo productivo que
prioricen áreas de actividad tecnológicas e industriales. A la vista
está que el Pacto de Estado por la Educación y la apuesta por la I+D+i
es ya una cuestión de pura supervivencia en este conectado y tecnológico
mundo.
El Gobierno autónomo se ha fijado como objetivo
convertir a la Región en un espacio de libertad económica que genere
riqueza y empleo. Hace bien si elimina todas las trabas administrativas
que alejan las inversiones productivas hacia otros territorios, siempre
que no dañen nuestro patrimonio natural e histórico. Pero se equivocará
si se limita a dejar hacer y no diseña una política industrial y
educativa fijándose objetivos y tomando decisiones para emplear con
eficacia los recursos públicos.
Hace falta una estrategia regional
claramente definida que priorice, por ejemplo, las industrias asociadas a
la agricultura, desde la agroalimentaria a las empresas innovadoras en
riego, semillas... El carajal que se ha creado con el cambio de modelo
de las ITV y las primeras turbulencias por la prometida reforma
universitaria muestran un Gobierno con ganas, aunque dubitativo, a veces
torpón y con un discurso argumental tan básico que en ocasiones
sonroja.
Quizá no sea el mejor momento para plantear la
reforma de la ley universitaria regional, con elecciones al rectorado de
la UMU a la vuelta de la esquina, pero más nos valdría que los partidos
políticos y las propias universidades murcianas asuman que nuestros
parámetros de excelencia, empleabilidad e internacionalización son
claramente mejorables.
Asombra ver las posiciones que ocupamos en los
‘rankings’ y observar cómo desde la cúspide de los centros superiores de
enseñanza se exhiben, como parámetros de excelencia, el haber superado
las acreditaciones de la Aneca (que solo fijan los mínimos exigibles) o
la gran demanda de plazas, lo que bien puede explicarse por los precios
de las tasas y la apetecible vida universitaria en una ciudad como
Murcia.
Que se cuenten por decenas de miles los universitarios en la
Región de Murcia es un criterio tan endeble que vale para andar por
casa, pero no para esgrimirlo en foros con una mínima altura académica.
Si piensa el Gobierno regional que la mejor política universitaria es la
que no existe anda muy equivocado. Es verdad que los efectos dañinos no
se aprecian a corto plazo, pero son acumulativos y terminan por
emerger.
‘Otra educación es posible’ es el lema del congreso Proyecto
Aula que celebra este fin de semana ‘La Verdad’ con expertos en
innovación pedagógica de dentro y fuera de la Región. Ahí se constata
que no todo es negativo en nuestro sistema educativo. Al contrario,
tenemos docentes excelentes y muy implicados, junto a no pocos alumnos
brillantes. Hagamos de la educación un asunto central, dediquemos los
recursos suficientes y fijemos objetivos ambiciosos. Los resultados
terminarán por llegar.
(*) Periodista y director de La Verdad
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