martes, 16 de febrero de 2010

2010, el año del 'crash' / Santiago Niño Becerra *


El mensaje oficial -en todas las economías, en todos los países- en este año que comienza es "Ya ha pasado lo peor; ahora a crecer de nuevo". Finalmente, la mayoría ha admitido que lo vivido en estos dos últimos años ha sido terrible, y lo sucedido en el primer semestre del 2009, lo más duro desde la Gran Depresión. Bien, como explico en mi libro El crash del 2010, lo sucedido es sólo la antesala de lo que está por llegar, lo sucedido ha sido la precrisis de la crisis sistémica que, entiendo, estallará a mediados del año en curso.

De entrada, una matización. Quienes han sido más realistas hasta ahora comparan lo acontecido desde mediados del 2008 con lo sucedido desde mediados de 1929 y, a partir de ahí, realizan sus análisis; yo pienso, en cambio, que la secuencia comienza antes: en 1923 (en el crash de entonces) y en 2003 (en el crash actual). En efecto, un repaso de la evolución del PIB de las principales economías en ambos periodos de tiempo muestra similitudes sorprendentes; la diferencia estriba en las decisiones entonces adoptadas y en las que ahora se han adoptado. Sin embargo, el final será idéntico: una crisis sistémica fruto del agotamiento de un modo de hacer que dará origen a un nuevo modo de funcionamiento. Puede sonar misterioso, pero, en el fondo, es algo muy técnico. El año 2010 constituye la frontera.

Y en 2010 es cuando verdaderamente se producirá el inicio de los problemas. De entrada, será a lo largo de los próximos meses cuando el Banco Central Europeo (BCE) pondrá fin al acceso fácil (y barato) a su dinero para las entidades financieras, lo que significará, entre otras cosas, el final de una forma fácil (y barata) de negocio: pedírselo prestado al BCE al 1% e invertirlo en Deuda Pública al 3%.

Para las empresas, el 2010 supondrá unas mayores dificultades (mucho mayores) a la hora de obtener financiación, debido a una creciente percepción de impago posible por parte de las agencias de calificación y de las propias entidades financieras, lo que les llevará a restringir el crédito en cualquiera de sus formas. (Evidentemente, lo dicho en el punto anterior influirá en estas mayores dificultades de financiación, ya que hará más caro a las entidades financieras la obtención de fondos).

Tampoco podrá extenderse más allá del 2010 la ficción en la que han vivido (porque así lo consideraron conveniente) los reguladores financieros: la aceptación como buenos de gran número de activos que un análisis exigente hubiese demostrado inaceptables (¿estamos hablando de 600.000 millones de euros?, ¿más?); una ficción que ha permitido posponer el crash unos meses, pero cuya afloración tendrá consecuencias. Si a esto añadimos la propia deuda de las entidades financieras (410.000 millones de euros es la que las españolas deberán atender entre 2010 y 2012), el panorama de estas entidades es, como poco, muy preocupante. Volveremos sobre el sistema financiero.

A lo largo de 2010, esas menores o más difíciles posibilidades de financiación para las empresas se traducirán en una ocupación decreciente, es decir, en un desempleo al alza. A ello contribuirán las restricciones en el consumo de todo tipo de bienes y servicios debidas al aumento del paro y al colapso de la capacidad de endeudamiento de las familias, y ello, tanto a nivel nacional como internacional, demostrará la imposibilidad de que las exportaciones se conviertan en la solución de todos los problemas, como así pretenden todos los Gobiernos de todos los países. En consecuencia, el peligro de la tan temida inflación puede darse por conculcado debido a que el consumo se derrumbará, lo que aleja la posibilidad de alzas significativas en los tipos de interés.

¿La consecuencia más inmediata de lo anterior? Rentas decrecientes por congelaciones salariales y por reducción de los beneficios empresariales, y rentas medias a la baja debido al aumento del desempleo y a la caída de la actividad económica, lo que se traducirá en caídas de los pluses y de los bonus pagados por las empresas. La capacidad de consumo descenderá, y, a la vez, lo hará la recaudación de los Estados, tanto por lo que respecta a la imposición indirecta como a la directa. La salida natural a un decorado como el descrito es hacia la economía sumergida (y mucho más en casos como el español, debido al reducido valor añadido de los bienes fabricados).

En 2010 también se asistirá al fin de lo que verdaderamente ha posibilitado larecuperación habida en el segundo semestre del 2009: los estímulos, las ayudas y las inyecciones directas e indirectas, aunque generalizadas, aplicados por los gobiernos.

Su final se producirá por el hecho de que la propia capacidad de endeudamiento de los Estados (al menos en su forma actual) ha llegado a su fin (el caso de Grecia ha sido la primera manifestación). Pero el final de esos estímulos tendrá consecuencias: dejarán de ser factibles tareas realizadas al calor del Gasto Público y dejarán de ser sostenibles realidades creadas al abrigo de avales y garantías estatales.

Durante el año 2010, y vinculado con lo anterior, los Estados deberán ir realizando aquellos ajustes presupuestarios más imperativos; menos, entiendo, por el lado del aumento de ingresos como por el del decremento de gastos, es decir, no tanto incrementando las figuras impositivas como reduciendo el Gasto Público. El objetivo será doble: disminuir sus déficit y conseguir una mejor aceptación (al menor coste posible) de la Deuda Pública que tales Estados van a tener que continuar emitiendo. También estas medidas tendrán consecuencias.

En septiembre del 2007 se manifestó, con el estallido de la crisis de las subprime, que el modo de crecimiento que la economía mundial mantuvo hasta entonces había llegado a su agotamiento (por eso, pienso, nadie es culpable: o se hacía lo que se hizo o no se crecía en la medida en que se deseaba crecer). Las políticas desplegadas por los Estados, así como las coordinaciones financieras más o menos efectivas de los Bancos Centrales y de las instituciones internacionales han permitido alargar la situación más de dos años a un coste enorme: enormes déficit, cierto, pero lo peor es que sólo para llegar más tarde a un punto muerto.

En 2010, pienso, todas estas carencias serán puestas sobre la mesa, dando comienzo a una crisis larga y profunda muy semejante a la Gran Depresión, aunque con el handicapde que la salida será muy distinta a la que se produjo en 1950.

¿España? Le irá todo peor que a la mayoría debido a su particular modo de hacer las cosas: actividades intensivas en factor trabajo, generadoras de bajo valor añadido y proporcionalmente más dependientes que otras del exterior y del crédito. Para 2010 estimo que el PIB español experimentará una tasa de variación de entre el -4,4% y el -4,2%. Y nuestra tasa de desempleo se situará entre el 22,0% y el 23,0% de la población activa, y ello sin considerar ni el desempleo encubierto ni el subempleo. Una joya de año, vamos (y será el principio).

(*) Santiago Niño Becerra es catedrático de Estructura Económica en la Facultad de Economía IQS de la Universidad Ramon Llull. / www.elpais.es

3 comentarios:

Anónimo dijo...
Este comentario ha sido eliminado por un administrador del blog.
Anónimo dijo...

Niño Becerra: "Después de Grecia van a ir España y Portugal"

Los que creían que lo peor de la crisis ha pasado ya y aquellos que anuncian que la recuperación económica ha empezado, se equivocan. Al menos será así si se vuelven a cumplir las predicciones de Santiago Niño Becerra.

Para los que le conocen, sobran las explicaciones, pero para aquellos que escuchan hablar por primera vez de él, a este Catedrático de Estructura Económica de la Universidad Ramón Llull de Barcelona se le conoce como “el profeta de la crisis”. No en vano, advirtió hace cuatro años que se avecinaba inevitablemente un segundo ‘crack del 29’ y el tiempo le ha dado la razón.

Ahora ha publicado una continuación de sus tesis de entonces. En “El crash de 2010” vuelve a ponerse un paso por delante y defiende que lo visto hasta la fecha sólo ha sido un aperitivo de lo que está por venir.

Con su expresión irreverente y políticamente incorrecta, Niño Becerra habla claro para Cotizalia.com. “Estamos en el punto en el que hay que olvidarse de poner en marcha medidas hasta que toda la mierda de las entidades salga a la luz”, asegura. “Es algo de lo que ya no se habla porque no interesa, son las que hacen que todo el tinglado funcione, pero te aseguro que acabará saliendo.”

De hecho, explica como uno de los lectores de su blog le escribía ayer sin ir más lejos para comentarle sobre una caja de ahorros que no va a ejecutar a uno de sus clientes que no puede pagar su crédito. “Si lo ejecutara tendría que dotarlo, porque es un impagado y la pregunta es ¿puede hacerlo, a él y a los otros tantos en la misma situación?”.

En este sentido, Niño Becerra sostiene que el primer problema que se plantea es que se está calificado como moroso lo que en realidad es un impago. Además, las entidades financieras han sobrevalorado sus activos y encima van a tener más morosos a medida que el desempleo aumento.

“Estoy seguro de que el señor Botín está asustadísimo… y el señor Paco González también,” afirma. “El problema no es que tengan agua en casa, que esa ya la conocen, sino la ola que se les va a venir encima”.
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Anónimo dijo...

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Y es que, según explica el profesor, ya no es un problema financiero, sino físico, “no es sostenible la deuda que hay”. En España, sumando la pública y la privada, la deuda supone el 250-260% del PIB y la propia estructura del mismo “es totalmente artificial”.

“A una mala, a Estados Unidos, por ejemplo, todo el mundo le debe a través del dólar, pero en España no tenemos nada”. En este sentido, Niño Becerra apoya la teoría de la prensa anglosajona en que“después de Grecia van a ir España y Portugal”.

Conocida la enfermedad, el Catedrático apuesta por que la solución pasa porque los políticos dejen la economía y la pongan en manos de técnicos coordinados a nivel internacional y sostiene que es fundamental concienciarse de que hay deudas que no se van a cobrar nunca, tanto públicas como privadas. “Hay que empezar de cero”.

Y todo esto se va a producir en un entorno en el que los recursos van a ser más escasos. “Ésta es una crisis sistémica, como la de los años 30 y el cambio vendrá a través de la eficiencia y la productividad, lo que significa no soluciones políticas y elaborar los bienes y servicios absolutamente necesarios”.

Pero además hay un problema añadido. “Cuando el político de turno diga que la crisis se ha acabado veremos como lo que hay es una burrada de paro”.

Con la sociedad camino de convertirse en una olla a presión, Niño Becerra no bromea cuando asegura que el 2012 o 2013 veremos cómo el Gobierno legaliza la marihuana. “Estoy convencido de que se va a aprobar la marihuana como se hizo tras la Gran Depresión con el levantamiento de la Ley Seca.” En este sentido, el Catedrático argumenta que “con esta medida no sólo consigues calmar a la gente, sino que además logras dinero para las arcas a través de los impuestos y sacas a la luz toda la industria sumergida.”

Así, lejos de que 2010 marque el inicio de la recuperación, será el año en el que se compruebe que “todo esto que parecía que funcionaba no eran medidas para curar y vendrá realmente la caída”.

No obstante, “la Gran Depresión fue terrible y se salió y saldremos ahora, pero de forma distinta”, asegura. “La solución no es ni de partido ni nacional, será lenta, dura y dolorosa y tendrá que venir de fuera”, concluye.
De Cotizalia 20-1-2010