martes, 26 de mayo de 2009

El hombre que quiso reinar / Juan Redondo

Hasta su retirada obligada por la nueva dirección del PSRM, Miguel Navarro siempre jugó muy fuerte en política. El gran barón lorquino estuvo presente en todas las guerras internas de los socialistas murcianos y su nombre sonó en varias ocasiones para la presidencia de la Comunidad.

“Primario y visceral” como le definían sus enemigos políticos, Navarro ha sido un gran estratega y un político de raza. Populista, cercano, trabajador por la causa, empezó haciendo de Lorca su gran feudo.

En un municipio de tendencia conservadora, con la derecha dividida y peleada en la Corredera, trabajó las pedanías y diputaciones como nadie. Los populares le llamaban “el hombre del saco” porque, cuando llegaban las elecciones, recogía en forma de votos todo lo sembrado durante muchos fines de semana.

Con el territorio controlado saltó a la presidencia de la Asamblea Regional. Dejó a José Antonio Gallego de alcalde, manteniendo la primera tenencia de alcaldía, y empezó el asalto al poder contra Carlos Collado, en compañía de Juan Manuel Cañizares y Ramón Ortiz en una alianza con los ‘enanos’ de Enrique Amat.

Como presidente de la Asamblea Regional potenció la institución abriendo las puertas a los ciudadanos. Con la visitas de los colegiales o colectivos de la tercera edad, llegaron también las concentraciones y las manifestaciones de protesta. Miguel Navarro recibía a todos a pesar de que la norma democrática impide manifestaciones ante el legislativo.

Paralelamente, la crisis interna de los socialistas convirtió a la Asamblea Regional en un contrapoder de San Esteban. Con escasas competencias, la actividad era frenética. Los problemas orgánicos del PSRM y del PP se habían trasladado al Parlamento regional. Allí no se legislaba, se conspiraba, como reconoce una veterana periodista. El enfrentamiento de los ‘jumistas’, con Miguel Navarro al frente, y los ‘colladistas’ alcanzaba cotas de guerra civil con el escándalo de ‘Casa Grande’.

Paralelamente las protestas de los mineros, los trabajadores regulados de Bazán, los afectados por el cierre de las empresas de fertilizantes o los metalúrgicos de la Fundición Santa Lucía alcanzaban un alto grado de tensión social.

En ese contexto, mientras se debatía en pleno el escándalo ‘Casa Grande’, se produjo el incendio de la Asamblea Regional. Los autores, según el sumario, no fueron los trabajadores, sino delincuentes comunes. Miguel Navarro exigió responsabilidades a la titular de la Delegación del Gobierno.

Unas semanas después el grupo socialista, con Miguel Navarro al frente, elaboró y recogió firmas para presentar una moción de censura contra Carlos Collado. El secretario estuvo esperando esa tarde a ver si se presentaba en el registro. La reunión en la noche previa se celebró en casa de Enrique Amat.

Con la dimisión de Collado, el veto de los ‘enanos’ cortó las aspiraciones de Miguel Navarro a la presidencia de la Comunidad. María Antonia Martínez fue la propuesta y la elegida. Navarro siguió al frente de la Cámara.

Ante las municipales y autonómicas del 95, ya con la amenaza de batacazo socialista, Miguel Navaro deja la presidencia de la Asamblea para recuperar la alcaldía de Lorca, con la consiguiente dimisión de José Antonio Gallego. Navarro se había buscado otro enemigo. En Lorca ganó tres elecciones por mayoría absoluta. Apoya a Ortiz en las autonómicas, aunque su nombre se baraja en la recámara para derrocar a Valcárcel.

Mantiene una buena relación con San Esteban, con elogios del presidente y del portavoz. Se desmarca del PSOE en la batalla del agua y defiende el trasvase del Ebro. Dimite en 2006 a petición del PSRM. No se incorpora como profesor de Educación Primaria y se dedica a la actividad privada.

www.elfaro.es

2 comentarios:

Anónimo dijo...

Las malas compañias y los sucios negocios acaban con cualquiera. En fin, otra historia finiquitada. El caso es que en el PP están vivitos y coleando... Pero, también les llegará su momento. En eso confiamos los demócratas.

Anónimo dijo...

Me alegra volver a leer en este medio a Juan Redondo.