martes, 21 de abril de 2009

Eduardo García Ruíz, del Tribunal de Cuentas de la UE: «La crisis podría tocar fondo en 2010»

ÁGUILAS.- Eduardo Ruiz García, secretario general del Tribunal de Cuentas de la Unión Europea, nació en Águilas, en la popular calle Aire, hace 49 años. Es licenciado en Economía por la Universidad de Valencia y obtuvo un máster en Auditoría Financiera. Tras la jubilación del anterior secretario general del Tribunal de Cuentas se convocó un concurso de oposición en el que el aguileño quedó finalista de entre 90 candidatos. Su nombramiento fue publicado en los principales periódicos del mundo. Dice que le salen las cuentas y que en Europa no hay números rojos. Entre sus aficiones están el fútbol y la pesca. Entre sus sueños está tener un barco velero y ser pescador.

Eduardo Ruiz García (a la izquierda en la fotografía), controla los presupuestos de Europa. Hace poco más de un mes fue nombrado secretario general del Tribunal de Cuentas de la UE, el cargo de mayor responsabilidad en la administración del organismo que controla el presupuesto de la Unión Europea. Es el primer español en ocupar ese puesto desde que en 1977 naciera esa institución. Se licenció en Económicas y comenzó su carrera profesional como asesor técnico en la oficina del presidente de la Comunidad Valenciana. Un viaje a Luxemburgo en 1989 le cambió la vida, según interpreta 'La Verdad'.

- ¿Cómo llega un aguileño a ser el máximo responsable del control de los presupuestos de la UE?

- Ha sido un recorrido de muchos años. Estudié Economía en Valencia. Terminé la carrera en 1982. Después de que España entrara en la Unión Europea en 1986, recuerdo que fuí a visitar a un amigo de Cartagena que trabajaba en la Comisión Europea. Me gustó mucho Luxemburgo, el ambiente profesional y la idea de que Europa estaba aportando muchas cosas al crecimiento de la democracia y al desarrollo económico de España. Me decidí por preparar la primera oposición que hubiera. Fue, en ese caso, para el Tribunal de Cuentas. En 1989 ya me instalé allí. He tenido suerte en mi carrera y llegar al puesto que tengo hoy.

- ¿Quién se lo propuso?

- No es una proposición. El puesto salió a concurso. Había una plaza vacante tras la jubilación del anterior secretario. El puesto salió publicado en los principales periódicos del mundo, como el Financial Times, Le Monde o el Economist. Se presentaron 90 candidatos. Hicieron una selección de 15 personas. Luego, un comité dejó sólo a cuatro y, finalmente, el Colegio del Tribunal de Cuentas me eligió a mí.

- Pero, ¿no es una faena llevar los presupuestos de la Unión Europea en plena crisis?

- No le voy a decir que no es un momento un tanto especial, por llamarlo de alguna manera, pero todo el mundo tiene trabajos más complicados en determinados momentos. Es cuestión de coger mayor experiencia y habilidad día a día. Ahora, es un momento si cabe más difícil, pero hay que superar las adversidades. La Unión Europea está trabajando para lanzar programas europeos para combatir la crisis y al mismo tiempo tenemos menos recursos. Como se puede imaginar, habrá que apretarse el cinturón, pero no es una cosa que me asuste. Con trabajo, tranquilidad y paciencia se saca todo adelante.

- ¿Cuáles son sus principales objetivos?

- El Tribunal de Cuentas empezó hace tres años una campaña de modernización. Es una institución que nació en 1977 y ha ido creciendo a golpes, no de forma progresiva. En momentos puntuales ha recibido más recursos y competencias. Eso hizo que la institución estuviera falta de dinamismo para afrontar los nuevos retos. Perdió la senda de la modernidad. Hace tres años inició una campaña para ponerse al día y ser puntera. Mi objetivo es consolidar este proceso de modernización. Eso se traduce, en definitiva, en hacer programas e informes que ayuden a ahorrar dinero público y sacar el máximo beneficio del gasto de algún programa concreto a un país o una región concreta.

- ¿Salen las cuentas en Europa?

- Sí, siempre han salido. No hay números rojos.

- ¿Con qué problemas se encuentra ante los países miembros de la Unión Europea?

- Hay un problema principal: los países europeos nos ven muy lejos. Eso es un hándicap. Puede parecer una ventaja, porque al ciudadano, al cliente, lo tienes lejos. El problema es la comodidad. Por ejemplo, si un hospital funciona mal, los usuarios estarán presionando y el gobierno de turno tendrá dificultades cuando lleguen las elecciones. En Europa, esto no nos llega porque estamos lejos y porque el dinero de la UE no se gasta directamente por la Unión Europea, sólo una pequeña parte. El resto del dinero se transfiere a los estados, comunidades o ayuntamientos.

- Un ejemplo de esta distancia pueden ser las próximas elecciones europeas, dónde se espera una alta tasa de abstención.

- Es un ejemplo clarísimo. Es una de las consecuencias de la distancia entre las instituciones europeas y el ciudadano. Si la gente fuera consciente de la importancia que tiene Europa en sus vidas, no se abstendrían en estas votaciones. Hay muchos asuntos que se votan en el Parlamento Europeo que tienen una incidencia en la vida diaria de los ciudadanos y que éstos desconocen.

- Hace escasos días, Europa avisó a España que podría ser sancionada sin ayudas económicas ante el abuso urbanístico en la costa de la última década, incluso, se nombró a Murcia como ejemplo.

- Sí, y no hay que salir de Águilas para ver un ejemplo. El paraje de La Zerrichera está protegido por una normativa europea. Y no sólo en medio ambiente interviene la UE. Las normas de emisiones de gases, las normas de circulación, de exportación, los criterios de calidad de productos o los registros de patentes son algunos ejemplos de la globalización europea.

- ¿Cómo nos ve Europa a los españoles?

- Ha habido muchas críticas en Medio Ambiente de la actuación española en la costa. A un aguileño como a mí ya me sorprende la construcción de viviendas en el acantilado de El Hornillo, por ejemplo, pues imagínese a un alemán o a un griego. Le puedo contar una anécdota. La República Checa, que preside este semestre la Unión Europea, tuvo una idea: representar el mapa de Europa en la sede del Consejo en Bruselas, en el patio, con una escultura o una pintura representativa de cada país. Cómo veía cada uno a su país. Muchos eran los tópicos. El rumano, puso una escultura de un vampiro. Los suecos, una caja de Ikea; y el español, una hormigonera. Desgraciadamente, la caricatura es un signo de lo que ocurre. Es una pena, porque España tiene muchos recursos de medio ambiente y lo que se ha hecho en la costas es muy triste.

- El próximo semestre le tocará a España la presidencia de la UE. Nuestros políticos y nuestro Gobierno, ¿están bien valorados en Europa?

- Por supuesto. En general hay mucho respeto. Hay buenas relaciones entre todos los políticos. Al fin y al cabo, hay que respetar la decisión de los ciudadanos.

- Los políticos, ¿le hacen caso de sus consejos e iniciativas?

- Sí, un buen político debe saber escuchar y rodearse y fiarse de sus colaboradores. En la mayoría de los casos, te prestan atención.

- ¿Quién es el culpable de la crisis?

- Un poco todos, aunque hay unos más culpables que otros, como los especuladores. Ha habido una falta de responsabilidad y dejadez tremenda. Pero esa dinámica no hubiera sido posible si no colaboramos todos. Por ejemplo, cuando alguien ha comprado un piso, y luego se compra otro pagando el pase para luego revenderlo y cobrarlo, además, en dinero negro. O ha pedido un crédito cuando tampoco tenía muchos recursos, pensando en que si no podía pagarlo, luego lo vendería y encima le sacaría dinero. En esa dinámica, hay gente que ha ganado dinero y otra que se ha quedado enganchada. Los culpables somos todos, pero las víctimas sólo son una parte, principalmente los parados y los que se compraron un piso para vivir, sin especular y, ahora, tienen dificultades.

- ¿Cómo se explica que España sea uno de los países con el sistema financiero más saneado y estable, pero con la mayor tasa de paro?

- Era uno de los temas cuando estudiaba Economía. En España existe un desempleo que no se corresponde con ningún otro país desarrollado, ni con el grado de desarrollo que tiene el propio país. Incluso, cuando la economía española crece, la tasa de desempleo no disminuye al mismo ritmo. Es una paradoja. Muchas veces rechazamos trabajos que están a 100 o 200 kilómetros. En España las universidades no forman bien, la educación no es de calidad y al final todo ese influye en el mundo laboral.

- ¿Cuándo tocará fondo?

- No lo sé, hablan de 2010, pero es difícil saberlo, porque no hay un factor objetivo que controlar. No hay una guerra, no hay crisis del petróleo... es una crisis de confianza, subjetiva. Tampoco ayudan los alarmistas.

- Es partidario de nacionalizar la banca.

- Si es necesario, sí. Es mejor eso a que se hunda. Pero soy partidario que si después se privatiza, se haga con ganancias para el Estado. En Suecia en los años 90 se hizo. Se nacionalizó y, luego, el Gobierno la privatizó con grandes beneficios para el Estado.

No hay comentarios: