domingo, 19 de octubre de 2008

Cajas sí; políticos, no gracias / Tom Burns Marañón

Las Cajas de Ahorro merecen mucho respeto. Sin ellas España carecería de lo que es el mejor programa de becas de estudio en el extranjero, ni recibiría las mejores exposiciones del circuito internacional (La Caixa); se hubiera derrumbado el acueducto de Segovia, alguna que otra catedral y no conoceríamos la extraordinaria música de la España renacentista (Caja Madrid); no investigaríamos el valor económico del español (Caja Burgos); no -por mencionar cosas de andar por casa-, degustaríamos determinados vinos cultivados con cariño en las estepas aragonesas (Ibercaja).

La lista de lo que se les debe a las Cajas -hospicios y hospitales, centros de la tercera edad, atención a la emigración- es infinita. Sin su obra social aparecerían grandes huecos en el estado de bienestar. Lo mismo se puede decir de la Iglesia Católica, que estuvo en el origen de tanto montepío e institución de benevolencia.Es una labor oculta de cubrir huecos ahí donde los poderes públicos no llegan y de apoyar a emprendedores que otros ignoran.

Y las Cajas son, también, algo más del 50% del sistema financiero español. Y están en el ojo del huracán. Antes eran el contribuyente máximo al interbancario. Ahora que han pasado a prestar más de lo que ingresan, acuden a los mercados de crédito, al exterior sobre todo, y ese crédito hoy por hoy ha desaparecido.

La burbuja inmobiliaria les ha estallado en la frente. La crisis de liquidez muerde la yugular de las Cajas. Algunas pueden tener graves problemas de solvencia, y si no los tienen ya, los tendrán según España entre en recesión.

Toca, por todo ello, una amplia y profunda reorganización del sector, y algunas Cajas, puede ser que muchas, desaparecerán en el inevitable proceso de concentración. Es de esperar que de ello salgan saneadas, fuertes y más dispuestas que nunca a seguir contribuyendo al bien público. Esto se conseguirá si las fusiones se realizan según mandan los cánones del sector financiero. Políticos absténganse. Ya han enredado demasiado.

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