(Dedicado al gran Pepe Rubianes)
De
pronto, suenan insistentes trémolos patrióticos en el pais. Manuel José
Quintana suena por las calles y plazas de la indómita nación, Oigo, Patria, tu aflicción....Tratándose
de la gente de Podemos, pueden ustedes jurar que el repentino fervor
que se manifestó hace unos días en lugar tan apropiado como el Hotel
Ritz de Madrid, tiene dos motivaciones: el plagio y el oportunismo. Ya
saben: conseguir votos como sea y, si para eso, hay que incurrir en un
ridículo de guardarropía, hágase. Lo dijimos el otro día, recordando a
Samuel Johnson y su vitriolo: "el patriotismo es el último refugio de un
canalla". A lo que añadía el perverso Ambrose Bierce: "el último, no;
el primero".
Plagio:
¿A qué se debe el estentóreo grito? A la memoria vienen las aficiones
de la nueva formación: Syriza todo lo demás. Sobre ser griega la
palabra, es también realidad con sentido en Grecia. El país estuvo
larguísimos años dominado por los turcos; años en que los griegos se
vieron despojados de su Patria y en los que invocarla era luchar contra
el invasor y constituirse en comunidad por encima de las diferencias de
clase. Ser patriota era ser algo en Grecia. Y la tradición se ha
quedado. Patriota es una especie de gentilicio también típicamente
griego. En el resto de Europa la afición tuvo poco arraigo, excepción
hecha de la época del nacionalismo italiano. Garibaldi tenía que liberar
también la patria de extranjeros, incluido aquel extranjero universal
que era el Papa de Roma y sus Estados pontificios. Mas allá de los
Alpes, la invocación ya no sonaba tan grata ni progresiva. En las brumas
teutónicas, Das Vaterland comienza a tener tintes reaccionarios. Cuando los alemanes quieren unirse en un solo Heimat echan mano del término latino Nation.
Pero,
si no muy arraigado en Europa, en donde se desconfía -con razón- de
estos arrebatos, el ideal arraiga en América Latina. Después de la
epopeya contra el español, los americanos encuentran su patria (o
"patrias") demediadas por el imperialismo gringo y desde el Patria o muerte
cubano, el reclamo patriótico prende en las revoluciones y movimientos
más o menos populistas del siglo XX: Guatemala, Nicaragua y, luego, el
cono sur. Recuperar la Patria, mancillada y oprimida por el vecino del
Norte.
De
Grecia y América Latina, llega el nuevo anhelo patriótico hispánico.
Tampoco es tan nuevo. La izquierda radical de los setenta ya había ido a
refugiarse en él con aquel delirante FRAP (Frente Armado Antifascista y
Patriótico), casi literalmente copiado de los Montoneros y Tupamaros
latinoamericanos. Pero con un toque netamente español, o sea,
berlanguiano. Esa copia es la que Podemos recopia o replagia a día de
hoy en una muestra del incansable afán renovador de la formación.
Tiene asimismo el término una legitimación a contrario
que a sus adalidades debe parecer perfecta: las clases dominantes, la
oligarquía, el franquismo y sus incontable seguidores, se sirvieron del
sacrosanto nombre de Patria para humillarla y escarnecerla en beneficio
de sus innobles intereses. Pero ahora viene la gente, la buena gente,
que no es de izquierda ni derecha a recuperar lo que es suyo y
dignificarlo de nueva: la Patria, nuestra Patria, que no son medallas,
ni distingos, no es "un fusil y una bandera", como cantaba Chicho
Ferlosio, sino que "son mis hermanos que están labrando la tierra". La
recuperación de la Patria es la regeneración que traía el nuevo
caudillismo de Podemos para distraer de esas minucias de la alianza con
IU y el vetusto Partido Comunista de España que, por cierto, es tan
régimen del 78 como el PSOE y más, incluso, que el PP, que es un recién
llegado.
Es
obvio y dan las acostumbradas ganas de llorar al ver cómo el discurso
de la nueva política no solo es idéntico al de la vieja: no conozco
político español alguno que se atreva a hablar de su patria en los
términos de Rubianes, a quien la Justicia humana persigue más allá de la
muerte, no sea que se le ocurra volver. Y no solo idéntico al de la
vieja política: con las obvias muestras de ese género específicamente
español, la picaresca. Esta Patria suena a Lazarillo de Tormes y sus
argucias para comer más uvas que el ciego.
Solo hay un inconveniente de congruencia retórica. Como siempre, el plagio viene cojo. Igual que el Unidos Podemos
dejaba fuera a las mujeres en típico olvido de siete machos, la Patria,
en singular, deja fuera a las demás naciones españolas. El discurso de
la plurinacionalidad del Estado, resulta ser una farsa. ¿O cuando
Iglesia habla de "Patria" espera que el traductor de Google haga su
trabajo automáticamente y lo traduzca al catalán, euskera y gallego para
que los habitantes de esos territorios irredentos lo escuchen, pero
traducido a sus lenguas respectivas?
¿Hay
que hablar de "la Patria" o de "las patrias" españolas, con ese enojoso
plural que, como maldición bíblica, arrastran los españoles desde
tiempo inmemorial y emerge de tiempo en tiempo en la voz de sus poetas
que dejan constancia de aquello de "cárcel le dieron las Españas"?
(*) Catedrático emérito de Ciencia Política en la UNED