MURCIA.- La Asociación de Promotores Inmobiliarios de la Región de Murcia (APIRM) vuelve a la carga para defender sus particulares intereses y en este sentido trata de "solventar la situación de los 350 millones de euros invertidos en suelo improductivo", como consecuencia de su propia voracidad especuladora rayana en la expropiación por cerco al propietario agrícola.
Al salirles el tiro por la culata, ahora esgrimen falacias para intentar corresponsabilizar a la propia sociedad murciana de su particular situación, como consecuencia de un riesgo puramente mercantil, y aseguran que la situación actual del suelo, con las cargas hipotecarias que sufre, "es uno de los grandes problemas del sector inmobiliario".
En su opinión, "con esos 350 millones de euros se podría haber financiado el circulante de la mayoría de las pymes de la Región. Sin embargo, se encuentran enterrados en una inversión improductiva".
Por ese motivo, considera necesario un "llamamiento a las autoridad, al sistema financiero y a todos los agentes económicos para ver que fórmulas debemos encontrar en el desarrollo de ese tipo de problemas para hacerlos viables".
Y tratan de confundir diciendo que ahora el objetivo es "encontrar fórmulas para conciliar la conservación del Medio Ambiente y el desarrollo del Urbanismo, dialogar sin límites ni cortapisas", ocultando que lo que realmente desean es llenar de cemento, ladrillo y asfalto el suelo de la Región conforme a sus intereses, los mismos que han conducido a Murcia a la actual situación de crack.
En un ejercicio de cinismo sin parangón en una sociedad avanzada, sostienen que "urbanismo y medio ambiente son dos pilares fundamentales en cualquier sociedad y, sin embargo, son tildados de incompatibles. Nada más lejos de la realidad, busquemos la manera de convivir".
Dentro de un intento de burda manipulación dicen desear debatir sobre la viabilidad de los campos de golf en términos medioambientales, la educación medioambiental, los distintos modelos de desarrollo urbanístico 'sostenible', los modelos de ciudad, la eficacia de los Planes Generales de Ordenación del Territorio o la corrupción urbanística... nada más y nada menos.
Y como colofón, aunque sin el más mínimo rubor después de la situación a que han conducido el modelo económico inviable que han impuesto a los murcianos, insisten en 'debatir sin prejuicios, mantener un diálogo plural y, ante todo, buscar soluciones y fórmulas reales y posibles', es decir, que ellos vuelvan al negocio que significa la ruina de los demás.