MADRID.- Vox parece sumida en una inestabilidad interna que no cesa. Primarias anuladas en Alicante Jaén y Málaga por
irregularidades, cargos con causas judiciales en Barcelona, dimisiones
por doquier (algunas de ellas en bloque), ceses repentinos y
destituciones ordenadas desde Madrid con olor a purga. Disidentes
internos que se acaban constituyendo casi en un partido paralelo, bajas
de militancia que denuncian cacicadas de la dirección. Corrientes
cainitas que provocan guerras civiles. Vox es un polvorín en algunos
puntos de la geografía española; El Español traza hoy el mapa de los conflictos más sonados en las entrañas del partido ultraderechista.
1. PUCHERAZOS
Primarias sucias en Alicante, Jaén y Málaga
Las primarias de Vox están en peligro de extinción.
Son cada vez más las demarcaciones cuyos integrantes son designados a
dedo desde Madrid y menos las que celebran comicios. El propio Abascal
ha advertido de que estas pueden haber sido las últimas primarias en
Vox. Las que culminaron la última semana de octubre en varios puntos de
España. Tres en concreto fueron anuladas por infracciones e
irregularidades.
La más sonada fue la de Alicante (1), donde hay varias
corrientes enfrentadas entre sí que provocan un clima irrespirable. Su
líder, Ana Vega, ya fue nombrada a dedo en 2019 desde Madrid cuando
fulminaron a la anterior junta comandada por Amparo Cerdán. Tras su
nombramiento, Vega ha estado inmersa en varias polémicas. La última, publicada en El Español
ya está en manos de la Fiscalía Anticorrupción. La diputada alicantina
habría recibido regalos que no habría declarado y que, por el cargo que
ostenta, está obligada a hacerlo.
A pesar de las polémicas, Ana Vega se ha vuelto a imponer en Alicante. A
la segunda, porque el primer intento de celebrar primarias fue anulado
por el comité electoral de Vox. El motivo, irregularidades cometidas por
la propia Vega. Había creado un grupo de Telegram para su campaña con
afiliados a los que no había pedido permiso. Allí también explicaba que
podía tener en su poder listados de militantes. Vulneró así la Ley de
Protección de Datos. El comité electoral de Vox acabó anulando el
proceso, pero en la reválida se ha vuelto a imponer Vega. Uno de sus
rivales, Pascual Moxica, denunció estas ilegalidades. No pudo
presentarse por no reunir todos los avales y acabó dejando el partido.
Tras las primarias, más de 300 militantes se han dado de baja del partido para mostrar su desacuerdo.
No fueron los únicos enclaves donde el comité tuvo que anular las primarias por irregularidades. Jaén (2) y Málaga (3)
corrieron la misma suerte. En el proceso jiennense se enfrentaba la
candidatura oficialista de Salud Anguita y la corriente crítica,
liderada por un concejal de Martos llamado Gerardo Aceituno. Las
primarias se tuvieron que repetir por presuntas irregularidades del
candidato rebelde. En la segunda cita, como era de prever, se acabó
imponiendo la candidata oficialista liderada por Anguita.
En Málaga se ordenó repetir el proceso por
“infracciones de las normas internas”. Solamente quedaron en pie dos
candidaturas: la del presidente provincial José Enrique Lara y la del
legionario retirado Enrique De Vivero. Había una tercera liderada por
Heriberto García, que se quedó fuera por no poder reunir todos los
avales, y que acabó pidiendo públicamente el voto para el militar De
Vivero, denunciando así lo que consideraba un proceso turbio e irregular.
2. DIMISIONES
Huyen en Murcia, Fuerteventura o Sevilla
“Me tomé en serio lo que decían Abascal y Ortega
Smith, que esto era un instrumento al servicio de España, que éramos
españoles de a pie, que dábamos un paso al frente para defenderla, pero,
por desgracia, la profesionalización del partido significa que, o
antepones el “sí bwana” y el hacer el macarra por Twitter, o aplaudir a
quien lo haga, o pasas a ser calumniado e insultado sistemáticamente”.
Esta dura afirmación lleva la firma de una ya
exdirigente de Vox. Son palabras de Alba Pena, miembro de la gestora que
se hizo cargo del grupo de Murcia (4) en 2019. Una gestora que llegó de
una forma surrealista: en las elecciones del 10-N, el partido de
Abascal obtuvo unos brillantes resultados en Murcia. Su ejecutiva
dimitió en bloque tras la cita electoral “por el exceso de trabajo”.
Aquello sucedió en noviembre de 2019 y fue impuesta una ejecutiva a dedo desde Madrid. En abril de 2020, la dirigente Alba Pena
se bajaba del barco. “Tras meses de elevar por los canales internos
acciones no solo injustas, sino inmorales e ilegales, y no haber
conseguido ni siquiera una respuesta, y tras recibir calumnias e
insultos como parte del CEP anterior de personas que se han dedicado a
hacer la vida imposible a compañeros de partido delante del presidente y
la secretaria actuales y cientos de afiliados más, he decidido darme de
baja del partido”.
En unos términos similares a los de su homóloga murciana se despedía el coordinador del partido en Fuerteventura (5)
Álvaro Sanz del Campo. Presentó su dimisión y su baja del partido el
pasado mes de enero, con una carta pública a Santi Abascal donde le
advertía de que el partido “tiene a la militancia secuestrada. Lo he
intentado parar. No ha sido posible. No habéis querido. Me voy con la
conciencia tranquila y las manos vacías, tras haber topado con un muro
infranqueable de la realidad interna de un partido que habéis
acartonado; con las asambleas siempre bien amañadas, con una disciplina
militar y no de consenso y la implacable maquinaria de la Secretaria
General convirtiéndonos en 'disidentes y traidores a la patria' cuando
los verdaderos disidentes a Vox sois vosotros".
En Sevilla (6), por su parte,
dimitió la presidenta declarando sentirse ninguneada por Abascal. La
doctora María Jesís Piñeiro dejó el partido en febrero. Publicó una dura
carta pronunciándose en la misma línea que sus colegas de Fuerteventura
y Murcia: “Hace ya más de un año se ha creado en Vox Sevilla una
estructura paralela al margen de la voluntad democrática de los
afiliados, protagonizada por determinados personalismos y apoyada por
Vox España, al margen del ordenamiento estatutario, que ha desplazado a
todo el que no se alinee a la misma”, declaraba en su despedida.
Piñeiro afirmaba haber sufrido grandes presiones internas, tanto ella como sus compañeros: “Personalmente he soportado lo indecible
(...) pero hay determinadas cosas que no estoy dispuesta a soportar. No
voy a tolerar que se juegue irregularmente con los recursos económicos
de los afiliados para lanzar la carrera política y las ambiciones de
unos pocos, que fuera de todo talento, solo buscan su proyección
personal”, concluía.
Estas disensiones internas se produjeron en los grupos de Vox de hasta 6 provincias andaluzas,
pero la de Piñero fue, por el cargo ostentado, la más significativa.
Curiosamente, en las últimas primarias, un presunto error informático
impidió que se presentasen al proceso candidaturas distintas a las que
ya mandaban y habían sido colocadas por la dirección nacional. Sucedió
en Sevilla y en Granada.
3. CESES
Destituciones en Almería, Madrid y Castellón
En el último año, en la dirección nacional de Vox
no les ha temblado la mano para fulminar a varias de las personas que
ostentan cargos con las siglas del partido. El primer caso del año fue
el de su diputada por Almería (7). Luz Belinda
Rodríguez fue acusada por la cúpula de la formación de “usar las
instituciones para su medro personal” y de “una reiterada falta de
compromiso”.
Sucedió en enero. La entonces diputada contraatacó
explicando que se veía fuera del partido tras interponer una denuncia
ante la Policía Nacional en Sevilla contra sus compañeros al tiempo de
que haya asegurado que ha sufrido “acoso laboral”.
Rodríguez y la dirección nacional se enzarzaron en una guerra de
publicaciones en redes. El partido rechazaba la veracidad de los motivos
de la denuncia y la interpretaba como una treta de la diputada que le
servía para “prepararse una excusa para retener el acta de diputado,
traicionando de esta manera a los votantes de Vox en Almería”. Rodríguez
acabó siendo expulsada de la formación.
El caso almeriense fue el más sonado por tratarse de una diputada. Pero
se han dado (y se están dando) otras ejecuciones dirigidas desde Madrid (8), especialmente en los grupos municipales. En junio destituyeron a Pepe Aymerich, coordinador de Benicàssim en la provincia de Castellón (9) por “pérdida de confianza”. El único concejal del partido decidió no entregar su acta y ahora es no adscrito.
El que sí que la entregará, casi con toda probabilidad, será Antonio Corrales,
con cuyo caso arranca este reportaje y que escenifica las tensiones en
Madrid. Una provincia que tiene más puntos calientes: Vox ha cesado esta
misma semana a su asesor en el Ayuntamiento de Aranjuez José
María Gómez Vico, con un sueldo anual de 25.000 euros y a quien el PSOE
denunció hace un año porque tenía una deuda con el Consistorio que
superaba los 9.000 euros. El partido no ha dado explicaciones sobre el
cese.
4. DISIDENTES
Corriente crítica creciente
Carmelo González era el jefe de prensa de Vox en
Las Palmas de Gran Canaria. Cuando anunció en una televisión local que
iba a concurrir a las primarias del partido para disputarle el liderato
al propio Santi Abascal, firmó su sentencia de muerte. Pocos minutos
después fue destituido de su cargo y eliminaron todas sus cuentas de
correo.
Carmelo, médico viudo de 60 años, puso en marcha entonces Vox Habla. Una corriente crítica con las estructuras del partido que tiene como objetivo “democratizar Vox”.
Denuncia que, en los últimos 4 años, ha caído el 80% de las direcciones
provinciales del partido, por destituciones ordenadas desde Madrid o
por dimisiones forzosas que llegan con malas artes.
Uno de los lugares donde esta corriente está cobrando más fuerza es en Barcelona (10).
La llegada al partido de elementos procedentes de la formación neonazi
PxC motivaron una revuelta interna. Estos nuevos fichajes obtuvieron
diversos cargos. Es el caso de la tesorera Mónica Lora, sobre la que pesa una imputación por delitos de odio y está a la espera de juicio.
Los estatutos internos de Vox le impedirían mantenerse en el cargo,
pero desde la dirección nacional se ha hecho la vista gorda. Es por ello
por lo que las voces críticas en Vox Barcelona crecen cada día y cada
vez más afiliados se apuntan al proyecto que empezó el rebelde de Las Palmas (11).
Uno de sus estandartes es el militante cubano de Vox en Barcelona Sayde Chaling-Chong,
que ya explicó en este periódico que “Vox es una estructura piramidal
donde no hay democracia interna y sí decisiones que se toman de forma
totalitaria. Al que no obedece le espera un asesinato público. Ataques a la reputación, tal y como se hace en la dictadura cubana”.
Los críticos insisten en la presencia de 'fontaneros' u 'hombres de negro' afines
a la dirección. Militantes de base que se encargan de acallar las
críticas por las malas. Lo advertía la exdirigente murciana Alba Pena:
“Hay personas que se han dedicado a hacer la vida imposible a compañeros
de partido”. Pero esas acusaciones que no se circunscriben solamente a
Murcia. Hay casos repartidos por toda la geografía española, algunos ya
en manos de la justicia. Otros, acallados por el miedo. Cada vez se
habla más de la presunta existencia de una ‘guardia de corps’ clandestina que intimida, amedrenta y amenaza al que se sale del discurso oficial.
11 puntos calientes. Son todos los
que están, pero no están todos los que son. Algunos quedan ya lejos en
el tiempo. Como cuando en el grupo local de Calahorra dimitió en bloque
toda la ejecutiva. 18 personas se largaron
por discrepancias con el partido. Pero a pesar de estos seísmos
internos, las primarias acaban de cerrarse sin sorpresas. Han salido los
candidatos que tenían que salir y han abandonado el partido los que
tenían que abandonarlo, para satisfacción de la dirección nacional.
La dirección hace y deshace. Por si fuese poco, ya ha advertido Abascal: probablemente hayan sido las últimas primarias. Una forma de blindarse
ante una disidencia que cada día se queja más alto. De momento no han
tenido éxito en su asalto al poder, pero cada vez cuentan con más
acólitos. Cada vez más ruido y más discrepancias en un partido
convertido en un polvorín.