WELLINGTON.- En Nueva Zelanda ha entrado en vigor hace apenas un mes la ley de eutanasia por medio de la cual pueden ayudar a eliminar a cualquier enfermo de COVID siempre que los médicos piensen que no va a recuperarse o que quedará con secuelas irreversibles.
Ya se estaba escamado con los protocolos que se están aplicando en los
hospitales (remdesivir e intubación) que provocan el rápido deterioro de
los pacientes y ahora además, por lo menos en Nueva Zelanda, tienen la herramienta legal perfecta para mandar gente al otro mundo si comienzan a saturarse y quien no tiene pinta de que lo vaya a superar, con lo que adelantan
el proceso y así, de paso, dejan espacio para otros pacientes con más posibilidades, algo que ya sucede en las UCIs de casi todo el Mundo.
"Lo único que vamos a conseguir es convertir los hospitales en máquinas de reducción de población", ha dicho de forma anónima una fuente sanitaria crítica y resistente.