lunes, 20 de septiembre de 2021

El cambio climático dispara la siniestralidad en el sector agrario en España


MADRID.- Los fenómenos climatológicos registrados desde el inicio de este año, como las fuertes heladas provocadas por la borrasca Filomena a las que siguieron pedriscos generalizados en primavera ―y que las compañías aseguradoras asocian al cambio climático―, han disparado la siniestralidad en el sector agrario, según revela El País.
 

Según los datos provisionales manejados por las compañías aseguradoras integradas en Agroseguro, la siniestralidad se eleva ya a la cifra récord de 800 millones de euros frente los más de 600 millones de los años 2019 y 2020 y los 740 de 2018. 

El importe de las primas de riesgo en 2021 fue de 638 millones, lo que supone la necesidad de acudir a los fondos del Consorcio de Compensación. Esta situación de daños y primas se repite en ocho de los diez años de la última década.

El 2021 ha sido ya el año más negro en siniestralidad en el campo, incluso más allá de los periodos de sequía. En enero, el sector agrario sufrió el fenómeno de la borrasca Filomena con fuertes heladas sobre casi 400.000 hectáreas en las producciones de frutas, cítricos, uva, hortalizas, almendra y en menor medida en el olivar, con una siniestralidad cifrada en 339 millones de euros. 

En los meses siguientes continuaron las heladas en zonas de frutas y viñedos desde Castilla La Mancha a Rioja, Duero y Galicia, a las que se añadieron los pedriscos tempranos. Al 31 de mayo la siniestralidad ascendía ya a 711 millones, a los que se suman otros 72 millones de euros por pedrisco solo en el mes de junio y todavía con parte de la cosecha en la mitad norte sin segar.

Según los datos manejados por Agroseguro, en los últimos años, el progresivo cambio climático ha tenido unos importantes efectos negativos sobre el campo. En relación con periodos anteriores, en la actualidad fenómenos como los pedriscos se producen antes de lo que era habitual, incluso desde los meses de marzo y abril, tienen una mayor duración y además han pasado de estar muy localizados a abarcar extensiones mucho más grandes, con una mayor virulencia y con efectos más dañinos. 

Con el cambio climático habrían llegado también con más frecuencia otros fenómenos tormentosos como las gotas frías, cambios muy bruscos de temperaturas o que, a la vez se puedan registrar en paralelo fuertes heladas en la zona norte y centro de la Península y pedriscos en levante o en el sur. La sequía se mantiene como uno de los mayores riesgos y causas de la siniestralidad con los daños más elevados. 

Los datos manejados por los técnicos consideran que en el pasado se trataba de un fenómeno que se solía registrar en periodos de cinco años 2004-2005, 2011-2012, mientras hoy hay una tendencia a su repetición cada dos años, como sucedió en las campañas 2016-17 y 2018-19.

En este escenario, se puede decir que, junto a las ayudas por los pagos directos de la PAC que suponen más del 26% de los ingresos medios de una explotación, el seguro agrario es el único instrumento en manos del sector para asegurar la rentabilidad de su actividad, una vez casi desmontados por la Unión Europea parte de los mecanismos para la regulación de los mercados. De ahí la fidelidad del agricultor. Ello se ha reflejado en dos datos. 

Por un lado, el casi mantenimiento del nivel de contratación de las pólizas por parte del sector en los últimos años, pasando de unas 490.000 hace una década a las actuales 420.000, a pesar de la fuerte subida de las primas por falta de subvenciones suficientes. 

Igualmente, en el mismo periodo entre 2016 y 2020, el capital asegurado pasó de menos de 13.000 millones de euros a más de 15.000 millones sobre el valor de una Producción Final Agraria de 31.000 millones de euros. La Producción Final Ganadera es de otros 20.000 millones, pero en estos sectores, los niveles de aseguramiento son bajos.

Incremento de primas

En los últimos años, las subvenciones para la contratación del seguro por parte del Ministerio de Agricultura se habían congelado en 211 millones de euros y además con un recorte en los fondos de las comunidades autónomas. En la legislatura actual, esa cifra resultaba insuficiente para cubrir todas las necesidades de la demanda y ello provocó un incremento de las primas. 

Agricultura reaccionó, aunque tarde, aportando créditos extraordinarios y, finalmente en este ejercicio, elevó los fondos con un fuerte incremento hasta 250 millones, recursos a los que se suman en cantidades muy dispares las comunidades autónomas.

De cara al futuro, desde las empresas aseguradoras, se reclama un debate sobre este instrumento básico para garantizar la rentabilidad de las explotaciones que debería contar con más apoyos públicos y aumentar las garantías de los agricultores. Desde el sector, UPA reclama modificaciones de mayor calado y que el agricultor no sea quien pague los platos rotos del cambio climático. 

De entrada, se considera se deberían eliminar las penalizaciones en las primas cuando la siniestralidad en una explotación no responda a una mala práctica del agricultor, sino a los riesgos propios de una zona por factores externos.

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