martes, 30 de junio de 2020

Fallece a los 57 años Eva Galvache Gómez, periodista cartagenera de la COPE


MADRID.- Despues de una larga enfermedad ha fallecido a los 57 años la periodista cartagenera Eva Galvache Gómez en su casa de Pozuelo de Alarcón. Desarrolló toda su carrera profesional en la COPE, concretamente en la sección socio religiosa. Durante 33 años demostró su amor por el trabajo serio y riguroso. Sus compañeros la definían como una periodista incansable, luchadora y alegre.

Eva Galvache informaba cada sábado de la actualidad de la Iglesia en España y en el mundo. Además, facilitaba a los oyentes información sobre la actividad del Vaticano a través de Iglesia noticia, uno de los programas decano de la radio en nuestro país.
Este espacio fue reconocido por la Conferencia Episcopal con el “Premio Bravo” en 2013.
Durante tres décadas, los oyentes de COPE han escuchado su voz en los informativos de COPE, donde relataba los acontecimientos importantes a nivel mundial relacionados con la Iglesia, como las Jornadas Mundiales de la Juventud, sínodos, conclaves y diferentes canonizaciones.
Eva Galvache, además de Iglesia noticias también presentó durante varias temporadas el programa Letra y música y El espejo de la familia, una ventana donde cada semana mostraba su dedicación absoluta hacia la familia y su afán por ayudar a través de la radio a familias con problemas.
Estudió en la Universidad CEU San Pablo.

Dentro de las emotivas despedidas de sus compañeros, ha destacado la de Cristina L. Schlichting: "Y mientras el verano se desliza lentamente en nuestras vidas a mí se me va a la memoria a una chica rubia, de larga melena y figura alta y elegante que conocí al principio de mi carrera profesional cuando coincidimos en las ruedas de prensa. Con apenas 57 años se nos murió, a la hora del ángelus, Eva Galvache, que se sentaba a mi lado en la redacción de Cope". 

La presentadora de Fin de Semana ha querido recordar a su compañera como "una mujer feliz", "apasionada" y bondadosa: "Con la mano tendida a los más pobres a través de Cáritas".

“Recibió hace una década la noticia de un cáncer de mama y combatió la enfermedad con valentía. Creo que no me equivoco si digo -su madre y su marido, Álvaro, me lo corroborarán- que Eva ha sido una mujer feliz. Con muchas cosas que otros nunca saborean. 

El amor conyugal largo, la maternidad apasionada por sus tres hijos maravillosos y una profesión vocacional, que no dejó de darle disgustos, como a todos, pero en la que sirvió a la información y a la Iglesia que amaba. De una familia profundamente católica, con una clase antigua, de cristiano de a pie, Eva y su madre estuvieron, por ejemplo, con la mano tendida a los más pobres a través de Cáritas”.


“El cáncer volvió, y si Eva no se ha muerto antes en estos años últimos ha sido por sus hijos, porque se aferró a la vida para sacarlos adelante y dejarlos colocados en la existencia antes de marcharse. Y lo ha conseguido. Dos hombres y una mujer de bien. Y un marido enamorado que recorrerá con una herida la Cartagena modernista de Eva, su ciudad amada, y el Cabo de Palos, pero que sabrá que eligió bien, que conquistó –porque a mí me lo confesó ella- al amor de su vida”, añadió la periodista.


“Se ha ido Eva, guapa y joven, y tú oyente, que tal vez no la conozcas, sí sabes cómo duele el zarpazo de la muerte y, en la confianza que te tenemos, nos apoyamos en ti esta mañana de domingo para contarte nuestras penas y pedirte un instante de silencio. Los hombres olvidamos pronto, demasiado pronto. Llegará el lunes y rodará la vida y parecerá que no ha pasado nada. Pero sí ha pasado. Ha habido, de nuevo, una presencia buena en nuestras pequeñas y rápidas vidas, una caricia de inteligencia y honestidad, de carácter y belleza”, concluyó.

Otra de sus compañeras y redactora-jefe de COPE, , ha dicho de Eva que:

Hoy, el cáncer, el maldito cáncer, ha lanzado un nuevo zarpazo asesino contra la familia COPE. Hoy, el bicho cruel le ha robado la sonrisa, el aliento y la vida a Eva Galvache, una luchadora, una valiente que no perdió la esperanza de ganar su batalla contra el bicho, su batalla más dura. Compañera de fatigas profesionales, periodista seria, callada, eficiente y eficaz, tuvo la oportunidad de subirse al tren en el que circulan las estrellas de las ondas, pero decidió seguir en su propia vía, haciendo información religiosa. 

Su fortaleza personal quedó demostrada años atrás cuando consiguió vencer un cáncer de mama, pero el cáncer y el destino, caprichosos e inmisericordes, decidieron hacer frente común obligándola a desplegar, de nuevo, todas sus armas. Esta vez, esos malditos, lo consiguieron, consiguieron arrebatarle una vida llena de energía, de proyectos, de sueños e ilusiones de los que tanto hemos hablado las dos en los últimos años, unidas en la complicidad que da el compartir enfermedad.

Eva, soportó con estoicidad ejemplar todas las secuelas de unos tratamientos durísimos. Pensando siempre en su marido y sus niños, se mantuvo firme y luchadora ante cada nuevo embate del cáncer asesino. Con frecuencia, nos dábamos ánimos mutuamente, para transitar esa procelosa senda de la oncología. “Nosotras podemos con esto. Somos fuertes y nos quedan muchas cosas por hacer. El bicho no sabe con quién se está jugando los cuartos”, nos decíamos entre risas y hacíamos planes para comernos el mundo.  

Hace pocos días, cuando la batalla estaba resultándole casi insoportable, me recordaba que, cuando se sumergió en el resquicio de la incierta esperanza de los tratamientos experimentales, sus médicos le habían prometido no dejarla morir y cumplieron su promesa. Lucharon con ella, a brazo partido para ayudarle a ganar esa guerra en la que el enemigo resulta, a veces, imbatible. 

Lo que no sabía el cáncer maldito es que, robándole la vida a Eva, ponía al alcance de su mano el mayor hito profesional para cualquier periodista, pero de manera especial para alguien como ella, dedicada siempre a la información religiosa; robándole el aliento, el cáncer ha puesto a Eva ante su mayor reto, un reto con el sello de “EXCLUSIVA”: disfrutar en primera línea del fulgor de las estrellas y, lo más importante, ver de cerca la cara de Dios. 

Buen viaje, Eva, querida, valiente, ejemplar, Eva.

Y por parte de la familia, su tío

Mi sobrina Eva Galvache Gómez se nos ha ido, muy rápida, en unos días, sin que haya podido siquiera decirle adiós. Su sonrisa siempre estará presente entre todos los que le conocieron. Luchadora, con carácter, trabajadora, buena profesional y mejor madre.

Aunque viviera y trabajara en Madrid, era de sangre y gracia cartagenera. Y sobre todo cabopalera, al igual que su marido y sus tres hijos, que nunca faltaron a ningún veraneo allí. Ya estará descansando allá arriba, en donde la mar es serena y en donde los vientos de Levante y de Lebeche formarán las mismas olas que tú conociste aquí abajo.

Y te irás de excursión en barco al Cañonero, al Arco de los Reyes , al Descargador y a Cala Reona. Y también a las Escalerillas, a la Hormiga y a la Grosa. Volverás a la casa de tus abuelos Arturo y Eva en La Barra, que te estarán esperando.

Y conocerás a tu abuela Eva, tan guapa como tú, que se marchó todavía más joven, y de la que tampoco pude despedirme. Allí pasarás el verano y todo transcurrirá muy sereno y tranquilo, en una paz infinita, en la que tú y nuestra larga familia siempre ha creído. Y nos irás recibiendo, uno a uno, con tu sonrisa de siempre, cuando llegue el momento, cuando las luces de nuestros faros dejen de girar y alumbrar en la noche, como te sucedió a tí.

Y hasta entonces, os pedimos que mantengaís encendidas las señales que nos guíen en esta travesía de la vida.

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