martes, 30 de junio de 2020

Lo que queda por venir es el colapso de la economía

MADRID.- El impacto del coronavirus y las medidas del Gran Confinamiento tuvieron un efecto devastador en la economía española. En sólo las dos últimas semanas del primer trimestre, coincidiendo con el inicio del Estado de alarma, hundieron la economía española un 5,2%, la mayor caída trimestral desde que hay registros, y se destruyeron más de 800.000 empleos, constata elEconomista

Las cifras publicadas hoy sólo es una pequeña muestra de la capacidad destructiva de la etapa por la que ha atravesado la economía española, pero sirven para observar como se activaron las palancas para llevar al colapso a la economía española en el segundo trimestre.
El consumo se fue a pique en un pestañear en apenas dos semanas. En casi todo el periodo del primer trimestre, la tasa de consumo de las familias españolas se mantuvo estable hasta que llegaron las medidas para contener la pandemia. 
Con el comienzo del cierre de la economía, el gasto de los hogares en una quincena hundió su tasa trimestral un 6,6%. Sin movilidad y sin lugares para gastar, simplemente el consumo se apagó. A lo que hay que añadir el miedo de los consumidores a una crisis de proporciones bíblicas. 
El efecto del Gran Confinamiento elevó con rapidez el ahorro de las familias situándose en el 1,7%, su valor más alto en un primer trimestre desde 2004, hasta los 3.043 millones de euros. Las familias gastaron mucho menos de lo que ingresaron. Pero lo peor es que en el segundo trimestre se habrá alcanzado niveles históricos.
Todavía no hay números cerrados de la caída de la economía durante el segundo trimestre del año, más allá de los indicadores adelantados. El Banco de España hace pocos días hizo una primera aproximación y destacó que la tasa de ahorro habría mostrado un fuerte repunte, todavía más condicionado por las medidas de confinamiento. 
Y eso que la caída de las rentas ya se habrá generalizado en buena parte de los agentes económicos del país. En la velocidad de la próxima recuperación será clave clave la evolución del consumo y el ahorro.
Si las condiciones y las medidas sanitarias lo permiten, el gasto de las familias debería ser una de las palancas para que vuelva a rodar la economía. "Una característica muy específica de la crisis actual es que, al menos en las economías avanzadas, los ingresos, protegidos de forma masiva por la política fiscal, están cayendo mucho menos que el consumo, provocando un ahorro forzoso", indican los expertos desde Axa Investment Managers.  
Para que parte de este ahorro cautivo, que llegará a cotas históricas en el segundo trimestre, vuelva a fluir y dinamizar la economía, tendrá vital importancia que el mercado de trabajo remonte y que el mayor número de empresas posible retornen los antes posible a la normalidad para generar confianza en la economía.
Durante el mes de abril y principio de mayo, período que será recogido en la Contabilidad Nacional del segundo trimestre, fueron las semanas más crudas del confinamiento y donde la economía tocó fondo. La primera semana de abril, el Gobierno ordenó el cierre de todas empresas que no desarrollaban actividades esenciales. 
En el segundo trimestre, el PIB reflejará no solo una caída más acusada del consumo, también de la inversión, siendo el componente productivo que más sufrirá. La inversión registró en el primer trimestre su mayor caída en once años al retroceder entre enero y marzo un 5,7%. 
Pero solo es un solo anticipo de lo ha sucedido en meses posteriores. El Banco de España anticipaba, en su informe trimestral, que los distintos componentes de la formación bruta de capital fijo habrían sufrido un fuerte retroceso.
En el caso de la inversión en vivienda, que experimentó una intensa caída en el primer trimestre, ha sido todavía más acusada en abril. Queda la duda de cómo ha respondido la actividad en el sector y las operaciones de venta en el proceso de desescalada de la economía, pero en ningún caso llegará a compensar la caída.
Según los expertos del Banco de España, la inversión empresarial durante el primer trimestre "fue relativamente suave", para lo que se va a observar durante el trimestre siguiente. 
A las empresas les lleva su tiempo paralizar sus partidas de inversión, ya que suelen ser irreversible a corto plazo. "La magnitud del descenso en el segundo trimestre podría ser elevada, a tenor de la información disponible".
En abril, los indicadores de actividad de PMI, la confianza industrial, la producción industrial, la venta de bienes a grandes empresas y la matriculación de vehículos de carga cayeron a niveles jamás vistos reflejando el parón de la economía. 
Además del desplome de la demanda interna, los flujos de comercio exterior de bienes y servicios experimentarán contracciones muy severas, con una más que probable mayor contribución negativa al PIB de la demanda externa. 
En el primer trimestre apenas se resintió un 0,4% frente a la caída del 3,7% de la demanda interna. Para más inri, entre abril y junio, la economía española ha sufrido la totalidad del golpe por la desaparición del turismo extranjero. El país permaneció prácticamente cerrado al turismo internacional en abril y mayo. 
Mientras las exportaciones de bienes han comenzado a mejorar progresivamente pudiendo mejorar el saldo exterior de la economía española para finales de junio, prácticamente el sector turístico ha permanecido cerrado hasta mediados de este mes, con la llegada de turistas alemanes a las Islas Baleares.
Los economistas del Banco de España no se atreven a cerrar una horquilla para la caída de la economía española para el segundo trimestre. Su previsión oscila entre un descalabro del 16% y el 21,8%. Tal margen de caída se explica porque en su previsión para el año tienen en cuenta una recuperación temprana de la economía, en la que el coronavirus no volverá a poner entre las cuerdas la actividad comercial y empresarial, y una recuperación gradual con una vuelta a las restricciones de movilidad.

El BdE no ve recuperación económica hasta finales de 2022

El Banco de España mantiene sus previsiones de una caída del PIB de entre el 9% y el 15,1% este año como consecuencia del COVID-19 y avisa de que la profundidad de la crisis probablemente provocará "daños persistentes" en el ya de por sí "modesto" crecimiento potencial de la economía española, al tiempo que apunta a las mujeres y los menores de 35 años como los colectivos de trabajadores más afectados por la crisis.
El organismo asegura que la economía española tiene "margen para redefinir la cesta de impuestos" con el objetivo de favorecer en mayor medida el crecimiento económico y a la reducción del déficit y la deuda pública, para lo que pide el diseño y comunicación de un programa plurianual de consolidación fiscal con una senda coherente con el Pacto de Estabilidad y Crecimiento, algo que podría hacer "absolutamente factible" reducir la ratio de deuda por debajo del 100% del PIB en diez años. Con todo esto, no ve recuperación económica hasta finales de 2022.
Así lo señala en su 'Informe Anual de 2019', publicado este martes por el organismo supervisor, en el que el gobernador del institución, Pablo Hernández de Cos, destaca que España ha reclamado con "urgencia" una estrategia de crecimiento "integral ambiciosa y sustentada en amplios consensos".
Hernández de Cos explica que España ha entrado en las últimas semanas en una segunda fase respecto al COVID-19 en la que la economía "comienza a reactivarse gradualmente", si bien avisa de una incertidumbre "muy elevada" que afectará negativamente a las decisiones de consumo, inversión y a las transacciones económicas internacionales.
Además, considera que para minimizar el riesgo de un rebrote de la enfermedad se exige el mantenimiento durante algún tiempo de determinadas limitaciones y medidas de seguridad sanitaria, y cree que se verán posibles cambios estructurales que podrían derivarse de la pandemia, como una "desglobalización".
El director general de Economía y Estadística del Banco de España, Óscar Arce, ha indicado que la magnitud y composición de la respuesta fiscal española contra el COVID-19 está "bastante en línea" con la ofrecida por otros países, si bien ha tenido un impacto económico "muy acusado".
Conforme a los indicadores más recientes, el organismo mantiene la previsión de una caída del PIB más intensa en el segundo trimestre, de entre el 16% y el 21,8%, superior al 5,2% del primer trimestre, con un retroceso "significativamente superior" a fases recesivas previas.
A pesar de los progresos en materia de superávit por cuenta corriente o el desapalancamiento de empresas y familias, el informe subraya que la economía presentaba "importantes fuentes de vulnerabilidad" a finales de 2019 que "están condicionando la respuesta a la crisis del COVID-19 y la magnitud de la actual recesión", como el desequilibrio de las cuentas públicas, el elevado paro, la "excesiva" dualidad entre fijos y temporales, el "escaso" alza de productividad o la "relativamente alta" desigualdad.

Incertidumbre "relativamente alta"

El informe explica que todas las partidas de gasto privado habrían presentado caídas "muy significativas" en la primera mitad del año por las restricciones de movilidad y actividad y el deterioro de las perspectivas macroeconómicas y de la confianza de los agentes.
Dado que la incertidumbre va a seguir siendo "relativamente alta", Arce teme cierta incidencia en las decisiones de gasto y que se vean durante "algún tiempo" tasas de ahorro superiores, constatando ya cierta acumulación de los depósitos.
No obstante, la institución ve ya cierto repunte del consumo de electricidad y del gasto con tarjetas de crédito, así como una mejora de la movilidad en línea con la desescalada, además de un mayor dinamismo en el gasto en productos alimenticios por el confinamiento, si bien no ha compensado el deterioro en el comercio al por menor.
Sus estimaciones sugieren que si la incertidumbre económica se mantuviera en los niveles actuales, el consumo de hogares sería un 3,5% menor a mediados de 2021 que el que se hubiera producido en un escenario de retroceso rápido de la incertidumbre a sus niveles pre COVID-19. El impacto negativo sobre la inversión empresarial sería aún mayor (27%).
Con estos indicadores, el organismo mantiene su previsión de un retroceso del PIB de entre el 9% y el 15,1% este año y un notable rebote económico en 2021, con un alza de entre el 6,9% y 9,1%. Esta recuperación "solo permitiría retornar a niveles de actividad próximos a los previos a la crisis hacia finales de 2022", añade.
Las proyecciones auguran un aumento "muy notable y persistente" de la deuda (hasta entre el 114,5% del PIB y el 126,7% este año y entre el 111,7% y el 129% en 2021) y del déficit públicos (entre el 9,5% y el 14% este año y entre el 7,7% y el 9,1% el próximo), así como del paro (entre el 18,1% y el 23,6% este año y entre el 18,4% y el 24,7% en 2021).
En cuanto al empleo, alerta de que el impacto de la crisis sobre esta variable está siendo "particularmente acusado", ya que a la reducción de afiliación a la Seguridad Social (752.000 personas a finales de mayo) se suman los 3 millones de afectados por ERTE y 1,4 millones de autónomos en cese temporal de actividad.
Como es habitual, explica, la mayor parte del ajuste está recayendo sobre los trabajadores temporales. De hecho, los asalariados temporales representan el 77,2% del descenso total en la afiliación registrado desde el comienzo de esta crisis, y el ajuste del empleo tiene una incidencia "muy heterogénea" por sectores, siendo más negativa en los servicios que en las manufacturas o en el sector primario.

Mujeres y menores de 35 años, los más afectados

En este sentido, el Banco de España avisa de que las mujeres y los menores de 35 años están sobrerrepresentados en las "industrias sociales", las más afectadas por el confinamiento (hostelería, comercio, educación, actividades artísticas y recreativas).
En detalle, estas industrias ocupan al 44% de las mujeres y al 48% de los menores de 35 años. Estos grupos tienen rentas del empleo inferiores a las del resto de trabajadores, si bien no siempre viven en los hogares con menores rentas, puesto que no siempre son los principales perceptores de renta en sus hogares (35%) en comparación a los de industrias regulares (43%), a diferencia de la anterior crisis.
Los hogares de los trabajadores más afectados tienen menos activos financieros como porcentaje de su renta anual y una menor riqueza neta que el resto de hogares, factores que pueden haber intensificado la reducción del gasto durante la pandemia.
Por ello, Hernández de Cos demanda a corto plazo no precipitar la retirada de las medidas aprobadas, sino mantener la política de estímulo fiscal, con la extensión de los ERTE ya aprobada y medidas para el mantenimiento de las rentas como el subsidio de fijos discontinuos, así como diseñar y comunicar ya una estrategia de consolidación fiscal para generar confianza, a implementar cuando llegue la recuperación, junto a una agenda de reformas en ámbitos como el laboral, educación, capital humano y tecnológico y aumento de productividad.
A nivel europeo, Arce valora la propuesta europea, pero le habría gustado "un poquito más de ambición", así como avanzar en una "auténtica unión fiscal genuina", al tiempo que ha avisado del "riesgo" de que los 740.000 millones previstos para el fondo de reconstrucción se reduzcan a propuesta de otros países.
Por último, sobre la conveniencia de recurrir al Mecanismo Europeo de Estabilidad (MEDE), Arce cree que hay que valorar la opción como algo "absolutamente positivo", porque podría ser "sustancialmente ventajoso" respecto a las condiciones de financiación de los mercados, por lo que si eso se diese, cree que se aconsejaría acudir al mismo.
"En ocasiones se comete el error de estigmatizar el acceso a recursos europeos cuando por otro lado insistimos en que hay que poner más recursos", ha lamentado Arce, quien cree que la condicionalidad de este mecanismo sería "realmente genérica y laxa" al estar vinculada a acciones dirigidas a mitigar los impactos de la pandemia.

Estrategia a medio plazo

Una vez superada la crisis, la entidad insiste en reclamar una estrategia de crecimiento integral a medio plazo, ambiciosa y sustentada en amplios consensos, cuyo diseño considera urgente.
Hace hincapié en que las vulnerabilidades que mantenía la economía española a finales de 2019 han condicionado la respuesta a la crisis y la magnitud de la recesión, al no haberse corregido el desequilibrio en las cuentas públicas, la temporalidad del mercado laboral, la escasa productividad o la elevada desigualdad, y al no haberse dado solución tampoco al envejecimiento de la población o al poco margen del sistema fiscal.
Para reducir el déficit aboga por un plan plurianual que vincule a todas las administraciones y para aumentar el margen fiscal incide en redefinir la cesta de impuestos, limitando los tipos reducidos de IVA y el elevado nivel de beneficios fiscales, así como mejorando la eficiencia del gasto.
Sobre las figuras impositivas en tramitación (impuestos digital y financiero) dice que sería conveniente que se coordinaran a nivel internacional, en un contexto en el que algunas bases imponibles pueden desplazarse con una relativa facilidad entre jurisdicciones.

Baja productividad

Para el Banco de España el bajo crecimiento de la productividad es el principal factor determinante del modesto crecimiento potencial de la economía española, lo que se explica por el reducido tamaño de las empresas y por menores niveles promedio de capital humano y de capital tecnológico que otras economías de nuestro entorno.
Las trabas a la unidad de mercado y la regulación que obliga a las empresas de más de 50 empleados a constituir un comité de empresa, a pagar el IVA con una frecuencia mensual, a no poder presentar las cuentas en formato abreviado o a contratar a un auditor de cuentas conduce a un número anormalmente elevado de empresas justo por debajo de dicho umbral.
Además de eliminar barreras regulatorias, la entidad aconseja reforzar el apoyo a la innovación y replantear el diseño institucional del sistema educativo, que incluya una revisión profunda del contenido del currículo y del propio sistema de aprendizaje.

Los ERTE

Por otro lado, el Banco de España cree que la política económica debería favorecer la formación de los trabajadores afectados por ERTE y, en algunos casos y bajo determinadas condiciones, permitir compaginar esa situación con el trabajo en otros sectores o empresas.
La entidad incide en que existe una notable incertidumbre sobre el porcentaje de empleados en ERTE que acabará recuperando su empleo.
Señala que la movilidad de los empleados más perjudicados por la crisis es en general escasa, especialmente en la hostelería y el comercio, y que convendría no retrasar una posible reasignación de trabajadores en previsión de un eventual repunte de la destrucción de empleo en los próximos meses.
Al respecto recuerda que tras la crisis de 2008 los más perjudicados fueron los trabajadores del sector de las construcción y que en 2013 más de la mitad de los que se quedaron sin empleo permanecían desocupados y solo un 23% había conseguido trabajo en otra rama de actividad.
A juicio de la entidad, la evolución de los ERTE dependerá no solo de sus ventajas económicas, sino también del desarrollo de la crisis sanitaria y de la capacidad de crecimiento y adaptación al nuevo entorno de cada sector y cada empresa, situación en la que parten con ventaja las ramas de manufacturas y las empresas de mayor tamaño.

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