Dice el refrán que tanto va el cántaro a la fuente que al final se rompe. Y no podía suceder otra cosa con la sobreexposición
mediática permanente a la que ha sometido el gobierno de Pedro Sánchez y
Pablo Iglesias a los uniformados españoles, oseasé, Ejército,
Guardia Civil y Cuerpo Nacional de Policía en un intento de aparentar lo
que no es: España, un país único, unido, uniforme, con un mando único
después de pasar el típex en las siempre molestas autonomías y, en
concreto, la catalana.
Esos independentistas que siempre piensan en lo
mismo, como estereotipaba recientemente el diario del régimen
confundiendo la acción política y la gestión de la crisis contra el
coronavirus con la ideología. ¡Ay, la ideologia!
Este domingo, el jefe del Estado Mayor de la Guardia Civil, el general José Manuel Santiago, se armó un lío a la hora de explicar el trabajo que estaban realizando contra las mentiras o fake news.
"Trabajamos con nuestros especialistas en dos direcciones: a través del
mando de información para evitar el estrés social que forma esta serie
de mentiras y la otra para minimizar este clima contrario a la gestión
de la crisis por parte del gobierno".
Sus palabras no dejaban lugar a
dudas: había un trabajo de la Guardia civil para limitar la libertad de
expresión y "minimizar el clima contrario al gobierno".
Ya no hubo margen para más: la metedura de pata del general era evidente y aún aceptando la explicación del gobierno español de que se había tratado de un lapsus,
llueve sobre mojado ya que este gobierno no es ajeno al trapicheo que
hace con la libertad de expresión en forma de prebendas económicas a
unos y castigos a otros.
La publicidad se reparte al antojo de favores
debidos y en poco o en nada tienen que ver los rankings de audiencias
sino la sintonía ideológica. Lo que hay detrás de la campaña "este virus lo paramos unidos", es, al final, lo que se acaba haciendo con el dinero público.
Es obvio que la derecha exagera al confrontarse con las declaraciones
del general de la Guardia Civil y es puro postureo. Vox llevando a un
general de la guardia civil al juzgado y juntándolo con el inicio de un
golpe de Estado por parte del Gobierno es un puro disparate y gasolina
para pirómanos. Lo que sí que es evidente es que hay un debate sobre libertades y entre ellas la libertad de expresión.
Pero no de ahora, sino de hace mucho tiempo y que tuvo su punto álgido
en la fabricación de un relato falso sobre lo que sucedió en septiembre y
octubre de 2017 en Catalunya, que acabó con el Govern destituído y sus
miembros en el exilio o en la prisión, además de la presidenta del
Parlament y los líderes de Òmnium y la ANC.
Lo denunciamos una y otra vez pero nadie escuchó, ni quiso saber nada de los temerarios informes policiales que se daban por válidos en la persecución de una ideología.
Claro que hay un problema de libertades pero no del que PP y Vox
quieren interesadamente sacar punta. Sino uno mucho más grave y profundo
que tiene que ver con la calidad de la democracia.
(*) Periodista y director de El Nacional
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