jueves, 23 de enero de 2020

Las cortinas de humo de Fer / J.L. Vidal Coy *

Fer lo volvió a hacer. El ridículo, digo. Lo de este hombre es contumacia de la mejor. Canela en rama. Inasequible al desaliento, se empeña en repetir una y otra vez aquellas cosas que hacen que el personal recuerde la inmejorable definición que le dedicó el malhadado expresidente Eme Punto: “Es un buen chaval”.

En su línea, volvió a insinuar en horario de máxima audiencia y en el programa radiofónico más oído, o casi, de esta su eterna 'Ejpáña' que su tierna edad ––35 años, confesó; uno más el 3 de mayo–– le impide ser responsable de lo que hicieron sus mayores políticos cuando gobernaban y aprobaron la ley Wert o LOMCE. Un texto que no habla ni por asomo, ni tan siquiera sugiere ese gran hallazgo del PP murciano que se llama “autorización familiar”, y no “pin parental” como quiere “ese partido político”.

Con esas sabias y consecuentes palabras de nuevo recordó a la peña aquella infumable entrevista de presentación política en el medio regional más querido de la derecha por excelencia. Allí inició sus salidas por la tangente a las que ahora nos tiene acostumbrados diciendo que llevaba pantalón corto y tocaba la flauta dulce en el colegio cuando se produjeron aquellos hechos que terminaron agrupándose en la Operación Gürtel y provocaron la caída de quien le dedicó la definición antes citada.

No contento con eso, a poco que le apretaba la entrevistadora repetía ––¡otra vez, y van…!–– que los problemas son los derivados, por ejemplo, de la financiación autonómica. Ésa que su exdirigente definitorio fue incapaz de reorganizar en las dos legislaturas que acabaron abruptamente con la moción de censura que llevó al poder a quienes ahora gobiernan con los que quieren destruir España.

No sólo eso. También recurrió a su otro mantra tan sabido ya de que esos que provocarán la destrucción del Estado supuestamente más antiguo de Europa son los que, desde la Moncloa, deberían hacer algo de una vez por todas para solucionar “lo” del Mar Menor. Y a él, que le registren; que no tiene nada que ver con eso. Ni tampoco sus mayores políticos más directos, esos que han gobernado aquí desde 1995 en connivencia con el agro, como viene quedando judicialmente cada vez más claro.

Así que el buen chaval ––ahora que ya viste pantalón largo, corbata y usa barba, que no paletó como aquel popularísimo monarca tocayo suyo–– sigue siendo inocente e irresponsable ––tal que aquel coronado–– mientras no se demuestre lo contrario de toda culpa debida a las acciones de gobierno. Y no sólo desde 1995, sino también desde que él mismo asentó sus posaderas en San Esteban hace ya dos años y medio.

Tan perfecta es su acción de gobierno que a la vista está el decreto del Mar Menor, consensuado, como todo el mundo puede apreciar, con ese centenar de organizaciones y asociaciones de todo tipo que lo han repudiado por inútil, perjudicial y regresivo con respecto a la anterior Ley de Medidas Urgentes. Tan bueno es que no gusta ni a los proteccionistas de la laguna ni a quienes representan en mayor o menor medida a los que más han hecho para que esté como está .

Esto es solo un ejemplo palmario de esas preocupaciones que golpean cada día a los ciudadanos que Fer y sus predecesores toman como súbditos. Por no hablar del nuevo embate de una DANA, la tercera desde septiembre, que vuelve a dejar los pueblos costeros hechos unos zorros porque las avenidas son más dañinas por los efectos de las políticas territoriales aplicadas durante décadas por los antecesores en el poder del buen chaval.

Unas prácticas, hay que recordar, que han servido de poco al común. Baste leer someramente el último informe Foessa para constatarlo: un cuarto ––273.000 de 1.476.00–– de las personas en Murcia “están estancadas en el pantano de la exclusión social”.

Son estas dos muestras clave de cómo estamos aquí y ahora, cuando resulta tan importante mantener el 'pin parental' parido desde el útero de la extrema derecha, acunado por la derecha dura que gobierna y violador de la Constitución.

El tercero es aún peor: si repasamos los resultados electorales de las últimas generales en la Región, habrá que concluir que lo más lamentable no es que tengamos a un personaje como el que tenemos sentado en San Esteban lanzando cortinas de humo negro mientras acusa a otros, fundamentalmente al peligroso Sánchez, de hacerlo.

No, lo peor es que, a tenor de la suma de votos de PP y Vox más la comparsa de Cs, cualquiera diría que el consenso social es mantener decididamente el paso firme hacia el abismo. Sin vacilaciones ni dudas. Convencidos de que somos los mejores y es el mundo el que se equivoca. No se rían, por favor, que esto es muy serio. Vale.


(*) Periodista



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