MADRID.- El cardenal Rouco (gran protector de la UCAM) y su discípulo, el obispo auxiliar de Madrid, Juan Antonio Martínez Camino, se unieron al 'selecto' club de los enemigos del papa Francisco, sumándose a las críticas formuladas por los cardenales Müler, Burke, Brandmüller o Sarah a las reformas emprendidas por Bergoglio, especialmente en lo que tiene que ver con el debate sobre los sacerdotes casados, que se abordará en el próximo Sínodo por la Amazonía, según publica www.eldiario.es.
Disfrazados
de grupo de "alumnos de Benedicto XVI", todos ellos se han juntado en
un encuentro en el Agustinianum de Roma. Sobre el papel, la reflexión
acerca de la crisis provocada por el escándalo de los abusos sexuales, y la "confusión" creada por quienes proponen la abolición del celibato sacerdotal.
Así, el 'Círculo y Nuevo Círculo de discípulos de Joseph Ratzinger/Papa Benedicto',
asegura que "en tiempos de crisis y de purificación dolorosa de la
Iglesia no son las reformas de las estructuras las que en primer lugar
curan y ayudan", y que, en esta hora, "ha llegado el momento de abrir el
pensamiento teológico del Papa emérito a un público más amplio". Es la
primera vez que estos debates se abren al gran público.
"Las declaraciones sobre el sacerdocio ordenado están
indefectiblemente en relación con la cuestión de la esencia de la
Iglesia", sostienen los firmantes en su comunicado, que cierra cualquier
puerta a la consagración de mujeres sacerdotes o curas casados, al
tiempo que defiende un "estilo de vida sacerdotal" con "las obligaciones
de obediencia y celibato por el Reino de los cielos".
"La
teología de Joseph Ratzinger ofrece respuestas [...] y muestra un
camino conscientemente unido a la Tradición y que conduce a aquella
reforma que orienta la vida hacia Cristo y le otorga credibilidad",
finaliza el documento, que el cardenal Müller se encargó de llevar
personalmente al Papa emérito.
El papa 'hereje'
Desde
hace meses, los cardenales díscolos con las reformas de Francisco están
utilizando la figura del Papa emérito para construir el relato de que
la teología acabó con Benedicto XVI, y que la de Bergoglio no aporta
nada, sino que más bien destruye.
De ahí los movimientos para calificar
de 'hereje' a Francisco por su apertura a los divorciados vueltos a
casar (aprobada tras el Sínodo de la Familia), o la planificada denuncia del ex nuncio Viganò contra el Papa,
al que acusó de no hacer nada contra el pederasta cardenal McCarrick
(cuando, en realidad, fue Francisco quien le expulsó del cardenalato y
abrió una investigación contra él).
La novedad, en
esta ocasión, es la presencia en el núcleo duro de la oposición a
Francisco del cardenal Rouco, y de su fiel acólito, Juan Antonio
Martínez Camino (quien fuera portavoz de la Conferencia Episcopal
durante una década).
El purpurado español, que fue jubilado por
Francisco –quien colocó al cardenal Osoro en Madrid, en lugar de a Fidel
Herráez, su apuesta personal y actual arzobispo de Burgos–, no ha
escondido nunca que él no votó a Bergoglio en el Cónclave de 2013, y
pese a estar en la reserva, continúa liderando, en la sombra, la
oposición al Papa y a los hombres que el argentino ha elegido para
España (Osoro y Omella, fundamentalmente), frenando cualquier tipo de
renovación.
Son muchos los obispos que deben la mitra a Rouco, que ejerció de todopoderoso 'vicepapa' para España durante
buena parte del pontificado de Juan Pablo II y el de Benedicto XVI, y
que todavía hoy recibe en su famoso ático del centro de Madrid a buena
parte del sector más conservador de la Iglesia de nuestro país, que en
la actualidad lideran los arzobispos de Oviedo, Jesús Sanz (candidato de
los rigoristas para las próximas elecciones en la Conferencia
Episcopal, en marzo de 2020); y Burgos, Fidel Herráez.
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