martes, 22 de octubre de 2019

El Parlament, frente al TC / José Antich *

Con la decisión de la Mesa del Parlament de tramitar una resolución de los grupos parlamentarios de Junts per Catalunya, Esquerra Republicana y la CUP en la que se reitera la defensa del derecho a la autodeterminación de Catalunya y la reprobación de la Monarquia, la Cámara catalana da un paso -el primero- que lleva inevitablemente al choque con el Tribunal Constitucional. 

Básicamente, porque los miembros de la Mesa, empezando por su presidente Roger Torrent, tienen sobre sus espaldas un apercibimiento del Constitucional instándolos a no admitir nuevos debates en el Parlament sobre estas dos cuestiones y advirtiéndoles personalmente de las consecuencias penales que se pueden derivar.

De hecho, esta es, de alguna manera, la respuesta que los tres partidos independentistas fueron incapaces de pactar la semana pasada en la comparecencia del president de la Generalitat, Quim Torra, en el pleno parlamentario para dar respuesta política a la sentencia del Tribunal Constitucional contra los presos políticos. 

El porqué de que se haya hecho una semana tarde tiene varias explicaciones, algunas de las cuales tienen mucho que ver con la dificultad durante toda la legislatura para alcanzar acuerdos trascendentes entre los tres partidos independentistas, pero también con un proceso electoral como el del 10 de noviembre en que, por primera vez, los tres se presentan a unos comicios españoles. 

Las importantes movilizaciones de esta última semana por un lado, pero también la violencia registrada, ha forzado, seguramente, que las tres formaciones hayan salido de su zona de confort aún a riesgo de abrir un conflicto con el Tribunal Constitucional dentro de tres semanas, que es cuando se verá en el pleno.

Se abre ahora un período de quince días para enmiendas de los grupos que dará una primera perspectiva sobre si todo queda en un ejercicio parlamentario de unas horas o días o tiene la consistencia que se ha dado a la noticia desde el momento en que se ha conocido. Tanto Junts per Catalunya como Esquerra explican que ellos habrían forzado, incluso, que se discutiera esta misma semana en el Parlament, con los riesgos que ello tenía, ya que la tramitación se debía realizar por el trámite de urgencia. 

Pero la CUP no habría querido aparecer de la mano de un Govern al que responsabilizan de una actuación policial desproporcionada durante estos días y del que se quieren distanciar públicamente el máximo posible. Sea esta una versión buena, exagerada o interesada, lo cierto es que las semanas pasan muy rápido y se verá en el pleno de los días 12 y 13 de noviembre cuál es la voluntad real de los firmantes.

La contundencia del president Torrent tras la reunión de la Mesa, dirigiéndose al Constitucional, y señalando "hoy decimos que ya basta", que "en el Parlament se puede hablar de todo" y que "si hay consecuencias penales las asumiré" son nuevas, por el tono empleado. De hecho, la Moncloa se limitó a enviar un primer aviso en forma de advertencia: no actuará hasta que el Parlament lo apruebe. Pedro Sánchez ha aplazado el choque. Y tres semanas, en política, son siempre una eternidad. Y mucho más, ahora.


(*) Periodista y director de El Nacional


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