La única pregunta que no le hicimos a
Diego Conesa antes y después de la campaña electoral va a resultar que
es la decisiva: «¿Es usted amigo, muy amigo, relativamente amigo, amigo
de Facebook, entrañable amigo, amigo de circunstancias o simple
compañero de partido de Pedro Sánchez?».
Es una pregunta tonta.
Irrelevante y prescindible, porque es notorio que entre el presidente
del Gobierno y el líder socialista murciano existe una relación de buen
rollo personal. Y esto, que podría ser anecdótico, se resuelve como
positivo para la Región de Murcia, pues siempre es mejor que haya buena
sintonía personal entre quienes pudieran gobernar en España y en esta
Comunidad. No es una exigencia fundamental, pero sabemos que el factor
personal siempre ayuda.
Pues bien, lo que sobre el papel resulta
ventajoso, para Ciudadanos es un problema. No quieren pactar con los
'amigos personales' de Sánchez. Les exigen que se pongan de rodillas y
pidan perdón por sufrir esa debilidad y que inmediatamente apelen a la
aplicación del artículo 155 de la Constitución contra la autonomía de
Cataluña. No es un chiste; es lo que andan diciendo dirigentes
nacionales muy principales de ese partido, trasladando sus querellas
antinacionalistas a territorios como Murcia, con problemas específicos
que soslayan para imponer su propia agenda estratégica.
Pero
resulta que los ciudadanos de la Región de Murcia han votado
mayoritariamente a Pedro Sánchez en las elecciones generales, tanto para
el Congreso como para el Senado; en las elecciones autonómicas, en las
elecciones municipales y en las elecciones europeas. Y esto porque no
había más. Se deduce que los murcianos, y eso que somos más españolistas
que murciánicos, carecemos de prejuicios contra el líder nacional del
PSOE. La percepción de Sánchez como 'amigo de los nacionalistas
catalanes' no parece preocuparnos, pues o bien entendemos su plan al
respecto (algo más sofisticado que el del PP, que lo ha conducido a su
desaparición en Cataluña) o votamos en clave autóctona, curiosamente
como han hecho los catalanes.
Dado
que Ciudadanos es un partido sucursalista (en la Región carece hasta de
líder, pues no existen las figuras de presidente o de secretario
general), su representación en las instituciones murcianas es
subsidiaria de una estrategia nacional que puede dictar las posiciones
de sus diputados y concejales de acuerdo a lo que convenga a los diseños
de mesa camilla del núcleo central dirigente.
Y así, el Gobierno de la
Región de Murcia o cualquiera de las importantes alcaldías en que
Ciudadanos se constituye en partido bisagra se convierten en moneda de
cambio de otras composiciones en lejanas alcaldías o presidencias de
Comunidades autónomas. Esto solo puede ser entendido como una actitud de
desprecio, que no es la manera de estrenarse como partido de
gobernación, pues ésta, aunque se active con la llave roja o con la
llave azul se entenderá teledirigida. A ver si ahora va a resultar que
no es Vox, sino Ciudadanos en la práctica, el partido que no entiende el
Estado autonómico.
El único
paliativo a tal prepotencia es la deducción que podemos extraer sobre
que estas retahílas declarativas se producen en un marco nacional,
constituyen maniobras de entretenimiento o vienen a poner el listón a la
máxima altura para que las posteriores negociaciones se inicien con el
'programa máximo'.
A mí se me figura, por lo que tengo tanteado, que la
dirección de Ciudadanos en Murcia sería más afín a un pacto con el PSOE,
por lo que supondría de imagen de cambio y porque Conesa les parece una
personalidad fiable, que precisamente por su buena relación con Sánchez
podría desarrollar una política productiva para el conjunto de la
coalición. Pero en Ciudadanos son conscientes de que una gran parte de
su electorado procede del PP y mantiene tirria al PSOE, con Sánchez o
sin Sánchez.
La oferta alternativa es la que ayer ofreció López Miras:
un Gobierno respaldado por sus 16 diputados más los 6 de Ciudadanos,
olvidando que, como ha sido el lema de la legislatura anterior, «23 son
más que 22», y que esa fórmula precisaría del voto o la abstención de
Vox, un partido que a diferencia del pacto andaluz, quizá pretendería
obtener plazas en el Gobierno.
El líder del PP salvó ayer la reunión de
su partido, dado que en su momento eligió cuidadosamente a los
componentes de la dirección para que, llegado el caso de la derrota
electoral, fueran compasivos. Todos para uno y uno para todos. Pero en
el exterior de esa confortable reunión hace mucho frío, y sería ilógico
que Ciudadanos acudiera a abrigar a López Miras cargando, además, con el
fardo inconvalidable de Vox.
Sabíamos
que Ciudadanos era imprevisible. Pero sus primeras argumentaciones
acerca de su política de pactos son de traca: que Conesa denuncie la
política de Sánchez, la que acaba de ser refrendada en la Región de
Murcia. Pero estos que nos apelaban con el estimulante «¡Vamos!», ¿van o
no van? Diríamos que si hay que ir, se va, pero ¿ir pa' ná?
(*) Columnista
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