sábado, 23 de marzo de 2019

Desobediencia pacífica / Ramón Cotarelo *

Estos eran los que venían con soluciones políticas para no "judicializar" el conflicto. Y procesan a los independentistas hasta por los lazos. 

Los visitantes de las redes, singularmente tuiter, encuentran de vez en cuando intervenciones apasionadas, tuits de los que ahora llaman "hiperventilados", verdaderos Bravehearts de la liberación catalana. Gentes indignadas que exigen a los políticos indepes que planten cara al Estado de una vez, que desobedezcan, que se rebelen y que, si no tienen agallas para hacerlo, se echen a un lado y dejen paso a quienes sí lo harán. 
 
No ha lugar ya a más arrastrar los pies, buscar excusas y componendas con una legalidad española que solo busca aniquilar Catalunya. A base de aceptar las imposiciones españolas acabaremos aceptando la vuelta a la autonomía y quién sabe si algo peor.

La fe en la existencia de un "pool" de políticos/as independentistas dispuestas a la ruptura final es eso, fe, porque es el futuro. Vayamos a lo de ahora. Torra ha desobedecido lo suficiente para poner en  marcha una nueva represión del Estado disfrazada de justicia.  
 
La fiscalía se querella por desobediencia y pueden caerle dos años de inhabilitación. Eso si la cosa no se complica, interviene Llarena y acaban pidiéndole 15 años por rebelión porque se alzó con intención tumultuaria a un balcón. Sí, es una broma; o debiera, pues con estos legionarios hispánicos nunca se sabe.

¿Qué más cabe pedir a Torra? ¿Qué más a los presos/as políticas? ¿Qué a Puigdemont? El juego consiste no en desobedecer la ley sin más, sino en demostrar que la ley asfixia los derechos de los catalanes y no queda otra que desobedecer. 
 
Quizá no sea tan llamativo como lo primero, pero es desobedecer y abre nueva vía represiva que, lógicamente, se trata de minimizar. No queremos mártires; queremos luchadores por la independencia de Catalunya que estén operativos el mayor tiempo posible.

No ha mucho lugar a la hiperventilación, sobre todo si se quiere ser justo con lo que la gente da y hace por la causa común. Torra ya dijo hace un tiempo que estaba dispuesto a ir a la cárcel por la libertad de Catalunya. Y lleva camino de probarlo. 
 
Palinuro, no obstante, osa sugerirle que, sin abandonar ese sendero, considere tomar otra salida en forma de exilio. Es un gran conocedor de Suiza, probablemente el país que ha tenido más exiliados y refugiados en su  historia de toda Europa, en relación a su extensión y habitantes. 

Mientras tanto, parece persona perfectamente capaz de tratar la situación en la que la ANC presiona para acortar tiempos e insiste en la unilateralidad, DUI y publicación en el DOG. Es razonable pedir a esta organización social que tenga preparado el personal para llevar a cabo la empresa ya que desatará otra oleada de represión del Estado. 
 
No puede recaer todo sobre las espaldas del Govern. La revolución catalana no solo es trasversal, sino también participativa. Y conviene asimismo que pulse el parecer de las distintas fuerzas independentistas por si hubiera sorpresas. Veo a ERC reticente en la vía de la desobediencia y no acabo de ver a la CUP. 

Este será el momento del pool y que quienes están dispuestos/as a seguir cumpliendo el mandato del 1-O tomen el mando y continúen. Lo importante es esa continuidad que fortalece el movimiento y revela el entramado policiaco y carcelario español que, junto a un poder judicial politizado a extremos caricaturescos, es lo opuesto a un Estado de derecho. 

Otra cosa es si el Estado hace bien o no con la política represiva. Asunto de poca monta, excepto, si acaso para considerar con nostalgia cómo viejos socialistas de memorias izquierdistas son hoy firmes partidarios de esta monarquía, fieles continuadores del posfranquismo y enemigos jurados de los derechos fundamentales de los catalanes. 
 
En relación a Catalunya el Estado siempre lo hace todo mal. Si reprime, intensificará el movimiento indepe. Si no reprime, también.

La única salida, la única desde el principio, es un referéndum de autodeterminación en Catalunya bajo supervisión internacional.  
 


(*) Catedrático emérito de Ciencia Política en la UNED

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