domingo, 13 de enero de 2019

Estamos saqueando el pescado de nuestros nietos / José Luis Gallego *

El Mediterráneo es el mar más sobreexplotado del mundo. Nos estamos zampando las reservas de pescado de las generaciones futuras: sus sardinas, sus anchoas, sus merluzas. Si seguimos con el actual ritmo de saqueo, a nuestros nietos no les vamos a dejar ni una gamba.

Según Oceana, la organización conservacionista dedicada a proteger los mares del mundo, ocho de cada diez poblaciones de peces del Mediterráneo Occidental sufren sobrepesca. En algunas especies, como la merluza, el salmonete o el rape, el ritmo de capturas está siendo diez veces superior a lo que recomienda la ciencia para evitar el colapso.

La propia UE maneja informes propios en los que se reconoce que el 90% de las especies comerciales están siendo sobrexplotadas. En España, la situación de la sardina es tan crítica que los científicos recomiendan suspender su pesca (captura cero) con carácter inmediato, a partir de este mismo año. Algo que no va a ocurrir.

Tal y como denuncia Oceana, el rechazo de la Comisión de Pesca del Parlamento Europeo a introducir nuevas medidas para detener la sobrepesca en el plan plurianual aprobado esta semana, puede convertirse en el error más grave de la política pesquera común.

Si el Parlamento Europeo sigue desatendiendo las recomendaciones de los científicos y no impone de una vez por todas el cierre de emergencia de las pesquerías más sobreexplotadas, pronto empezarán a desaparecer las especies.

Más que de ecología y sostenibilidad estamos ante una cuestión moral, de solidaridad con los que han de venir detrás nuestro. Las autoridades europeas deben poner límite a los intereses de un sector, el pesquero, que parece decidido a seguir esquilmando el Mediterráneo hasta que no quede un solo arenque. Y los que vengan detrás que se apañen.

Hay que racionalizar el actual ritmo de la actividad pesquera para que se pueda seguir pescando mañana. Es necesario limitar el número de horas de pesca al día, promover la pesca artesanal y ampliar hasta los 100 metros de profundidad el margen que prohíbe la pesca de arrastre. Una técnica que, además de ser la menos selectiva que existe, arrasa con todo lo que encuentra a su paso, destruyendo los hábitats bentónicos y rastrillando los fondos marinos hasta convertirlos en desiertos.

Se trata de dejar de relacionarnos con el Mediterráneo como si fuera un polígono industrial, una gigantesca piscifactoría abierta las 24 horas al día. De no explotar sus exiguas pesquerías más allá del límite de recuperación.

Para Oceana, la UE es la principal responsable de la devastación de los recursos pesqueros que está sufriendo nuestro mar, pues es su flota la que mantiene un volumen de capturas más elevado y totalmente insostenible. Si Bruselas sigue desatendiendo las demandas de los científicos y las organizaciones ecologistas, acabará con el pescado de nuestros nietos.



(*)  Divulgador ambiental y escritor


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