MADRID.- Unos son estafadores que buscan apariencia de honorabilidad con un título nobiliario. Otros son legítimos herederos de títulos caducados que no tienen forma legal de rehabilitar porque han pasado más de 40 años desde la muerte de su último titular. Un tercer grupo lo forman personas incautas que creen que poseen títulos verdaderos, o que creían que la sucesión del título era automática y se les pasó el plazo legal de cinco años. Y también hay unas pocas víctimas de sus delirios de grandeza que adornan sus currículum, tarjetas o páginas web con una larga serie de títulos inventados, plantea hoy Abc.
El caso es que, por distintas razones,
decenas de españoles están utilizando títulos nobiliarios falsos, es
decir, sin la autorización legal necesaria, lo cual puede constituir un
fraude de ley.
Saber si
un título es verdadero o falso es muy sencillo: basta con consultarlo
por internet en la Guía de Títulos de la Diputación Permanente y Consejo
de la Grandeza de España (www.diputaciondelagrandeza.es), que está
actualizada en tiempo real. Allí figuran los 2.800 títulos nobiliarios
acreditados por el Rey y el Ministerio de Justicia, así como sus
titulares, desde el primero hasta el actual. Los títulos que no salen en
esa guía son falsos. Así de simple. Sin embargo, tal y como ha
advertido el Consejo del Notariado
, hay una «creciente ola de falsificaciones» de títulos nobiliarios en España.
Mejor derecho
Según
ha podido constatar Abc, aunque existen distintos subterfugios para
dotar a los títulos falsos o caducados de una aparente legalidad,
eludiendo el procedimiento legal, el más utilizado de todos es el de los
tribunales italianos. Consiste en que dos personas -una, la interesada,
y la otra, cualquiera que se preste a hacer el paripé- piden un laudo o
sentencia arbitral al tribunal italiano sobre cuál de las dos tiene
mejor derecho a un título nobiliario concreto.
El tribunal dicta una
sentencia favorable al interesado, y éste ya dispone de un documento
oficial para acreditar su título. Lo que muchos no
saben, o no quieren saber, es que España ni homologa ni reconoce las
sentencias de tribunales extranjeros que afectan a títulos nobiliarios,
ya que su concesión o autorización corresponde únicamente al Rey
.
Eso fue lo que le ocurrió a un aspirante a noble español que en
2011 pretendió que el Ministerio de Justicia reconociera una sentencia
de un tribunal italiano de Casale Monferrato y le permitiera utilizar el
título de conde de la Carrera. La Audiencia Provincial de Madrid no
admitió el título y, además, apreció la existencia de vulneración del
orden público procesal español y de fraude de ley.
Aún así, el título de
conde de la Carrera lo utiliza desde hace años el coleccionista de arte
Juan González-Quirós y Corujo.
El título
de conde de Pozos Dulces tiene la misma procedencia, en este caso un
tribunal de Bolonia. Lo utiliza un asesor de imagen llamado Ignacio de Jacob y Gómez, que también dice ser vizconde de la Albufera y marqués de Vallelonga.
Caducados
La delegada de la Hermandad Monárquica en Murcia, Gertrudis Brígida Pagán Hernández (en la imagen),
paradójicamente también ha recurrido a tribunales italianos en busca de
un supuesto reconocimiento oficial para los títulos caducados que se
atribuye en su página de Facebook y en otros medios.
Ella dice ser duquesa de Cea
por un tribunal de Roma (no confundir con el marquesado de Cea,
que sí es verdadero), marquesa de la Torre del Barco (Dos Sicilias),
marquesa de Darrax (Roma) y señora de Tejada, y a su marido, José Cerón Martínez, también se le atribuye en alguna ocasión el marquesado de Grimaldo, otro título caducado.
Uno de los casos más llamativos es el de Rafael Andújar y Vilches, quien consiguió que un tribunal de Massa (Italia) le reconociera como príncipe de San Bartolomeo. Él también se hace llamar príncipe
de Capadocia, patricio bizantino del Sacro Imperio Romano de
Oriente, duque de Sperlinga, duque de Outzitje, conde de Edesa, vizconde
de Francavilla (no confundir con el duque de Francavilla, que sí es
verdadero), barón de San Bartolomeo, barón de Racalmallina, señor de
Carrubia, señor de Vaccarizzo Soprano e Sottano y de Vaccaro, señor de
Santa Venera, «entre otros muchos títulos que conllevan las Casas
Principescas de San Bartolomeo y Capadocia», dice.
Además, en su
«condición» de príncipe de Capadocia, Andújar ha llegado a «conceder»
títulos, como el marquesado de Santa Elena de Capadocia (no confundir
con el ducado de Santa Elena, que es verdadero) o el condado de Vilchez.
Muchos de estos títulos están agrupados en la llamada Asociación Española de la Nobleza Extranjera o en el llamado Elenco de títulos nobiliarios extranjeros, lo que les daría una aparencia de legalidad que no se corresponde con la realidad. En este proceloso mundo, hay abogados expertos en derecho nobiliario que ofrecen asesoramiento para conseguir laudos arbitrales o para tramitar títulos nobiliarios extranjeros.
También se ofrecen a elaborar expedientes para
ingresar en reales maestranzas o en órdenes militares. Ellos
cobran importantes sumas de dinero
a cambio de satisfacer las manías de grandeza de los aspirantes a nobles.
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