Acabo
de ver a un gatito atropellado al borde de una carretera. No es la
primera vez que veo un caso semejante, pero siempre es un trauma, una
conmoción. ¿Qué mal hizo este minino para acabar así? ¿A quién
atropelló en una vida pasada para acabar arrollado? No tengo
respuesta.
Su cadáver está solo, olvidado, apartado como una basura sin que
nadie se digne a mirarlo. No tienes a nadie que te
llore. ¡Pero no te preocupes hermano que yo lloro por
tí!
Naciste para dar amor incondicional y pereciste arrollado por
las ruedas de un ‘progreso’ sin alma, ante la indiferencia de
todos. Tú no sabes por qué has muerto, pero yo sí, para
rompernos el corazón a los seres humanos empáticos y sensibles.
En realidad, todos los animalitos nacieron para dar amor
desinteresado y la gente les paga con la crueldad. ¿Merece la pena
salvar a una sociedad tan malvada?
Todos los pueblos y ciudades están llenos de animales famélicos
y abandonados ante la indiferencia de los vecinos y
la única solución que ofrecen los ayuntamientos es envenenarlos o
meterlos en cámaras de gas. ¿Quién les endureció el corazón
hasta tal extremo?
En realidad no son animales sino personas, mucho mejores personas que
la mayoría de la gente, porque lo dan todo a cambio de nada,
pero la mayoría de los ciudadanos viven indiferentes con el corazón
apagado, pendientes del fútbol o del teléfono móvil.
MOLOCH
El famoso “Aullido”de Allen Ginsberg es la mejor descripción que
he visto de nuestra sociedad:
“¿Qué esfinge de cemento y aluminio abrió sus cráneos y
devoró sus cerebros y su imaginación?
¡Moloch! ¡Soledad! ¡Inmundicia! ¡Ceniceros y dólares
inalcanzables! ¡Niños gritando bajo las escaleras! ¡Muchachos
sollozando en ejércitos! ¡Ancianos llorando en los parques!
¡Moloch! ¡Moloch! ¡Pesadilla de Moloch! ¡Moloch el sin
amor! ¡Moloch mental! ¡Moloch el pesado juez de los hombres!
¡Moloch la prisión incomprensible! ¡Moloch la desalmada
cárcel de tibias cruzadas y congreso de tristezas! ¡Moloch cuyos
edificios son juicio! ¡Moloch la vasta piedra de la guerra! ¡Moloch
los pasmados gobiernos!
¡Moloch cuya mente es maquinaria pura! ¡Moloch cuya sangre es
un torrente de dinero! ¡Moloch cuyos dedos son diez ejércitos!
¡Moloch cuyo pecho es un dínamo caníbal! ¡Moloch cuya
oreja es una tumba humeante!
¡Moloch cuyos ojos son mil ventanas ciegas! ¡Moloch cuyos
rascacielos se yerguen en las largas calles como inacabables Jehovás!
¡Moloch cuyas fábricas sueñan y croan en la niebla! ¡Moloch cuyas
chimeneas y antenas coronan las ciudades!
¡Moloch cuyo amor es aceite y piedra sin fin! ¡Moloch cuya
alma es electricidad y bancos! ¡Moloch cuya pobreza es el
espectro del genio! ¡Moloch cuyo destino es una nube de hidrógeno
asexuado! ¡Moloch cuyo nombre es la mente!”
(*) Periodista
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