viernes, 28 de septiembre de 2018

A un gatito atropellado / Guillermo Herrera *

Acabo de ver a un gatito atropellado al borde de una carretera. No es la primera vez que veo un caso semejante, pero siempre es un trauma, una conmoción. ¿Qué mal hizo este minino para acabar así? ¿A quién atropelló en una vida pasada para acabar arrollado? No tengo respuesta.

Su cadáver está solo, olvidado, apartado como una basura sin que nadie se digne a mirarlo. No tienes a nadie que te llore. ¡Pero no te preocupes hermano que yo lloro por tí!

Naciste para dar amor incondicional y pereciste arrollado por las ruedas de un ‘progreso’ sin alma, ante la indiferencia de todos. Tú no sabes por qué has muerto, pero yo sí, para rompernos el corazón a los seres humanos empáticos y sensibles. En realidad, todos los animalitos nacieron para dar amor desinteresado y la gente les paga con la crueldad. ¿Merece la pena salvar a una sociedad tan malvada?

Todos los pueblos y ciudades están llenos de animales famélicos y abandonados ante la indiferencia de los vecinos y la única solución que ofrecen los ayuntamientos es envenenarlos o meterlos en cámaras de gas. ¿Quién les endureció el corazón hasta tal extremo?

En realidad no son animales sino personas, mucho mejores personas que la mayoría de la gente, porque lo dan todo a cambio de nada, pero la mayoría de los ciudadanos viven indiferentes con el corazón apagado, pendientes del fútbol o del teléfono móvil.

MOLOCH

El famoso “Aullido”de Allen Ginsberg es la mejor descripción que he visto de nuestra sociedad:

¿Qué esfinge de cemento y aluminio abrió sus cráneos y devoró sus cerebros y su imaginación?

¡Moloch! ¡Soledad! ¡Inmundicia! ¡Ceniceros y dólares inalcanzables! ¡Niños gritando bajo las escaleras! ¡Muchachos sollozando en ejércitos! ¡Ancianos llorando en los parques!
¡Moloch! ¡Moloch! ¡Pesadilla de Moloch! ¡Moloch el sin amor! ¡Moloch mental! ¡Moloch el pesado juez de los hombres!

¡Moloch la prisión incomprensible! ¡Moloch la desalmada cárcel de tibias cruzadas y congreso de tristezas! ¡Moloch cuyos edificios son juicio! ¡Moloch la vasta piedra de la guerra! ¡Moloch los pasmados gobiernos!

¡Moloch cuya mente es maquinaria pura! ¡Moloch cuya sangre es un torrente de dinero! ¡Moloch cuyos dedos son diez ejércitos! ¡Moloch cuyo pecho es un dínamo caníbal! ¡Moloch cuya oreja es una tumba humeante!

¡Moloch cuyos ojos son mil ventanas ciegas! ¡Moloch cuyos rascacielos se yerguen en las largas calles como inacabables Jehovás! ¡Moloch cuyas fábricas sueñan y croan en la niebla! ¡Moloch cuyas chimeneas y antenas coronan las ciudades!

¡Moloch cuyo amor es aceite y piedra sin fin! ¡Moloch cuya alma es electricidad y bancos! ¡Moloch cuya pobreza es el espectro del genio! ¡Moloch cuyo destino es una nube de hidrógeno asexuado! ¡Moloch cuyo nombre es la mente!”


(*) Periodista

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