Un día, unos padres que se habían jugado el tipo para
que sus hijos pudieran estudiar algunas horas en español, además de en
catalán, decidieron abandonar Sabadell. Ganaron ese derecho en los
tribunales después de años de litigio y un gran desgaste personal. El
Constitucional también les dio la razón. Las sentencias no se cumplieron
nunca. Las autoridades españolas consintieron.
Un día, una madre denunció que los manuales de Ciencias Sociales del
colegio de su hija en Reus tergiversaban la historia, adoctrinando a los
niños en el nacionalismo e incubándoles aversión hacia el resto de
España. No se sabe qué ocurrió -siquiera si los hubo- con los informes
de los inspectores del Ministerio de Educación. Las autoridades españolas consintieron.
Un día, TV3, la televisión pública catalana, contraviniendo la ley de
canales autonómicos, comenzó a emitir fuera de su territorio con el
propósito evidente de extender en Baleares y la Comunidad Valenciana la
idea de los "países catalanes". Las autoridades españolas consintieron.
Un día, la Justicia determinó que Cataluña debía devolver a su
legítimo propietario, el monasterio oscense de Sijena, las decenas de
obras de arte que la Generalitat retiene en el Museo de Lérida. Pasan
los años y la sentencia no se cumple. El conflicto guarda cierta
similitud con el suscitado en torno al Archivo de Salamanca, que sí se
desmembró para satisfacer las exigencias catalanas. Las autoridades españolas consintieron.
Un día, empezaron a acumularse graves indicios de corrupción sobre
algunos de los principales dirigentes de Cataluña. Los distintos
gobiernos de turno decidieron que no se investigara porque necesitaban
sus votos para formar mayorías en el Congreso. Las autoridades españolas consintieron.
Un día, la Generalitat catalana comenzó a abrir embajadas en el
extranjero dentro de su ambicioso plan para dotarse de estructuras de
Estado, aun a costa de detraer recursos de servicios públicos
fundamentales para los ciudadanos. Hoy esas embajadas hacen de altavoz
del independentismo por todo el mundo. Las autoridades españolas consintieron.
Un día, ayuntamientos catalanes decidieron retirar los retratos del
Jefe del Estado y las banderas constitucionales, y pasaron a colgar la
enseña independentista. Había llovido desde que los presidentes
del Gobierno hablaban catalán en la intimidad y consideraban que el
concepto de nación era discutido y discutible. Las autoridades españolas consintieron.
Un día, comenzaron a exhibirse en el Camp Nou pancartas gigantes con
la leyenda "Freedom for Catalonia". Hubo partidos que se convirtieron en
verdaderas manifestaciones políticas, al punto de que la Comisión de
Ética y Disciplina de la UEFA sancionó al Fútbol Club Barcelona. Las autoridades españolas consintieron.
Un día, la Generalitat empezó a hacer ingeniería social
favorecieno la inmigración musulmana en detrimento de la
latinoamericana, convencida de que sería mucho más fácil integrarla en
catalán y atraerla a su causa, como así fue. Las autoridades españolas consintieron.
Un día, antes de que empezara a multarse a los tenderos por rotular
sus comercios en español, la señalización de las carreteras en Cataluña
comenzó a hacerse sólo en catalán. Las autoridades españolas consintieron.
Un día, cuando ya era habitual que se impidiera por la fuerza que
políticos españoles hablaran en las universidades catalanas, algunas
instituciones de referencia cambiaron de nombre para que el término
"nacional" se lo apropiaran en exclusiva las comunidades nacionalistas. El Instituto Nacional de Meteorología amaneció un día en el BOE convertido en Agencia Estatal de Meteorología. Las autoridades españolas consintieron.
Un día, los líderes independentistas catalanes empezaron a hacer
movimientos evidentes hacia la ruptura. Acuñaron el "España nos roba".
Los gobernantes prefirieron mirar a otro lado, autoconvenciéndose de que
al final todo podría solventarse con dinero. Con más dinero. Y sí, las autoridades españolas consintieron.
Desde que Artur Mas anunció públicamente una consulta ilegal hasta
que este miércoles el Parlament ha aprobado la ley para celebrar un
referéndum de independencia han pasado tres años. En ese tiempo se
podría haber actuado dentro de los márgenes que la Constitución
establece para neutralizar el golpe de los sediciosos. Las autoridades españolas han preferido seguir consintiendo.
Ahora, las autoridades españolas empiezan a distinguir entre
nacionalistas moderados y radicales, y ya están pensando cómo
congraciarse con los primeros cuando pase el 1 de octubre. ¿Cómo les
llamarías tú?
(*) Periodista
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