lunes, 14 de agosto de 2017

Esto no es serio / Guillermo Herrera *

Hay unas treinta mil religiones en todo el mundo y, sólo en la India, adoran a cinco millones de dioses diferentes. Tan grande es la ignorancia del ser humano, que cada uno está convencido de que su religión o su dios es el único verdadero, y que todos los demás son falsos y están equivocados, y algunos están dispuestos a matar y a morir por ello.
 
Por ejemplo, en la India la secta de los falsarios, devotos de la diosa Kali, se dedicaban a estrangular a los viajeros con un pañuelo para robarles su dinero, haciéndose pasar por falsos peregrinos. Los estranguladores, más conocidos como thugs, fue una red de fraternidades secretas -algunas veces descritas como la primera mafia del mundo- que operaron en la India desde la edad media hasta la década de 1.830.

Llegó a haber unos cinco mil bandidos, y pagaban una comisión a los majarayas por ‘trabajar’ en su territorio. Su modus operandi consistía en trabar amistad con peregrinos y comerciantes hasta ganarse su confianza. Cuando los viajantes permitían a los ladrones unírseles en su travesía, el grupo de thugs los mataba en un lugar adecuado para desvalijarlos. Según el “Libro Guinness de los récords”, la secta thug fue responsable de aproximadamente dos millones de asesinatos.

Tampoco el Tíbet fue un “Sangrilá” porque hubo una guerra budista entre bonetes rojos y amarillos, y la ganó el dalai lama con la ayuda militar de los mongoles. El dalái lama era a su vez, el jefe supremo de una monarquía feudal teocrática absolutista, que duró hasta la invasión del Tíbet por parte de China en 1.950. Los lamas eran considerados como parte de la élite dentro del sistema de organización feudal de la sociedad tibetana, donde la gran mayoría de la población estaba compuesta por siervos, y donde un 5% de la misma estaba al servicio de los lamas.

En el mundo musulmán también existió una secta de asesinos dirigida por “el viejo de la montaña” llamado Hasan ibn Sabbah, del que habló Marco Polo en su “Libro de las Maravillas”. Vivía en el castillo de Alamut, en el área de Rudbar (actual Qazvín, Irán). La secta que fundó y dirigió utilizaba con frecuencia el homicidio político como estrategia. Fueron maestros del engaño, la traición y el asesinato, al igual que los ninjas en Japón.

Tampoco se queda corto en asesinatos el mundo cristiano con la inquisición y las cruzadas, cuyo número global de muertos no se ha podido calcular, pero alcanzaría cifras astronómicas. Se calcula que en la inquisición española nada, más entre 1.560 y 1.700, hubo unas 341.021 víctimas. Por eso la frase: "Calcular el número de víctimas de la Inquisición, es lo mismo que demostrar prácticamente una de las causas más poderosas y eficaces de la despoblación de España".

Por hacer autocrítica, los cristianos tenemos un simbolismo caníbal puesto que creen que tienen que comer la carne y beber la sangre de su propio dios para salvarse. ¿En qué mente cabe este canibalismo simbólico? En una mentalidad reptil.

A mi juicio, todas las religiones existentes tienen un pasado turbio porque fueron creadas por demonios, utilizando como bandera a hombres verdaderamente santos, para montar su negocio y distorsionar sus enseñanzas. Pero esto no es para volverse ateo, sino para separar la verdad de la mentira, que han estado muy mezcladas hasta ahora, que estamos despertando. La verdad está en los místicos que lo viven personalmente, no en los teólogos que se pasan la vida especulando sobre lo divino y lo humano, sin tener experiencias directas.

Tengan la seguridad de que el Creador no fundó ninguna religión. Fueron personas con intereses de poder y control, inspirados por las entidades oscuras que controlan a la humanidad desde la sombra. Y tengan también la seguridad de que toda esta porquería desaparecerá en el nuevo mundo que se está gestando con la ayuda del Creador.



(*) Periodista

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