miércoles, 22 de octubre de 2008

El rector de la UPCT defiende la universidad pública frente a los ‘vendedores de títulos’

CARTAGENA.- El rector de la Universidad Politécnica de Cartagena, Félix Faura, reivindicó, durante la inauguración oficial del nuevo curso académico, el papel de las universidades públicas frente a ‘los vendedores de títulos’ en un sistema devaluado por “la nueva concepción liberal del consumo de masas en la Educación, que convierte a los alumnos en clientes y consumidores”.

Con una dura crítica a las instituciones docentes de carácter privado (en velada alusión a la UCAM, de Mendoza, con dudosos antecedentes por otra parte), aseguró que este nuevo sistema acaba con la función pública y social que cumplían las universidades desde sus orígenes al ofrecer precios asequibles para todos y con un nivel de calidad y exigencia uniforme que “les confería legitimidad y las convertía en símbolo de igualdad”, por lo que reclamó a las administraciones un reposicionamiento de la institución pública que le devuelva su significado ante otras formas de docencia.

El rector de la UPCT, Félix Faura, lanzó así una severa crítica al impacto nefasto que tiene en el sistema universitario la deriva consumista de la sociedad.

Hasta hace unos años la Universidad era vista como «un elemento básico del llamado ascensor social»; era «un símbolo de la igualdad», dijo Faura.

Ahora, «cuando la sociedad adopta formas más liberales e irrumpe el consumo de masas también en la educación -argumentó-, se produce una deriva del sistema hacia posiciones en las que los alumnos y sus padres pasan a ser clientes y consumidores».

«Lo peor es que una universidad seria, probablemente, no tenga nada que vender».

La consecuencia es que «muchos padres de familia y alumnos desean sobre todo consumir (comprar) un título, raramente aceptan la necesidad de adquirir un conocimiento si éste conlleva un gran esfuerzo, un sacrificio, aunque éste pudiera significar finalmente una formación muy sólida».

El rector destacó que otro gran problema al que se enfrenta el sistema educativo es que “el alumno carece de una base sólida”, circunstancia que hay que afrontar con una voluntad de participación y responsabilidad “preguntándose qué se puede hacer para no incrementarlo”, en vez de continuar con la búsqueda de culpables.

Precisamente, la Policía Nacional acaba de intervenir dos academias desde las que se ofrecían por 18.000 euros títulos universitarios falsos supuestamente emitidos por universidades de Perú y detuvo a 27 personas, algunas de las cuales ejercían en clínicas privadas como médicos o en residencias de ancianos.

Dos de los detenidos acusados de falsedad documental e intrusión profesional son los responsables de las academias desde las que se ofrecían expedientes académicos y los títulos universitarios falsos, según la Dirección General de la Policía y la Guardia Civil.

Algunos de ellos, amparados en esas falsas titulaciones, ejercían en clínicas privadas en las que realizaban inyecciones de silicona o botox, recetaban fármacos o ejercían como fisioterapeutas.

Los datos bancarios de una de esas dos academias reflejaban numerosas transferencias en concepto de “convalidación de títulos”, por lo que la Policía remitió el listado con los ordenantes de estos ingresos al Ministerio de Educación y Ciencia, y se comprobó que muchos de estos individuos habían logrado homologar sus títulos, que eran falsos.

Los dueños de ambas habían creado paralelamente lo que denominaron universidad virtual para intentar justificar así que realizaban los correspondientes estudios.

La mayor parte de los títulos expedidos eran licenciaturas de médico cirujano y un gran número de detenidos trabajaba en clínicas privadas expidiendo altas y bajas médicas, y recetando fármacos.

Alguno de los detenidos trabajaba en residencias de la tercera edad, donde una imprudencia profesional casi les cuesta la vida a dos ancianos por la receta de unos fármacos.

En otros casos, los detenidos habían abierto centros de medicina estética, donde fabricaban cremas para la reducción de grasa corporal y tratamientos contra las arrugas, inyección de silicona, botox o vitaminas, aplicación de radiofrecuencia y dermoabrasión.

El segundo mayor porcentaje de títulos falsificados lo tenían médicos en Terapia Física y Rehabilitación que, con la homologación, trabajaban como fisioterapeutas en equipos de balonmano.

La falsificación de titulados en Derecho era menor, aunque los que han sido detenidos estaban colegiados y ejercían en despachos de abogados.

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