viernes, 14 de marzo de 2008

Mariano, liberado / Antonio Pérez Henares

Se abrazó a él su mujer, Viri, y él de pronto sintió que se estaba liberando en la derrota de otros abrazos.

Y esa sensación ha ido haciéndose cuerpo, concreción y hasta una cierta sonrisa sardónica y gallegaza según avanzaba la semana. Su primera derrota ni fue suya, fue del 11-M, de un sucesor a dedo, ungido para ganar y al que tumbó un bombazo y el hundimiento de Aznar en las tinieblas de donde tal vez un día la historia le rescate. Esta segunda, a medias, pero también a enteras. A medias porque fue dirigido y teledirigido sobre todo en los tres primeros años por fuerzas internas, externas y mediopensionistas.

Todos parecían mandar en el PP menos él y él parecía dejar que hicieran. No le gustaba para nada que le montaran toda una oposición volviendo al lugar de la debacle y revolviendo la sangre del 11-M pero no se plantó, no dijo el basta ya que tenía que decir ni se atrevió con quienes le llevaban del ramal por tan mal sendero a tropezar a cada trecho en la misma piedra. No se libró, o quizás lo intentó pero no pudo, ni de quienes eran las caras de Belmez de la tragedia ni de las sombras alargadas que mecían sus cunas.

Y aún peor. La línea política se la trazaba una radio y la estrategia el director de un periódico, que además no se cortaban ni un pelo ni medio para ridiculizarlo, sacarle motes despectivos y contratar a cuervecillos para que a chistes, frases o coplillas le sacaran cada día los ojos. Luego, tras ponerlo perdido, como si de un espantapájaros lleno de cagadas de pájaros se tratara, pedían, como favor, el voto para él, al mismo tiempo que preparaban con muy gran luminaria mediática el advenimiento del redentor o de la redentora.

Pero he aquí que Mariano se libera. Se siente vivo en la derrota. Se hace fuerte en la noche en que diez millones de votos no fueron suficientes para conquistar un gobierno pero sí para que él acumulara el valor y el prestigio suficiente como para liberarse y plantar cara.

Y lo ha hecho. Lo que no se ha atrevido a hacer durante estos cuatro años. Va a seguir y a seguir libre y liberado. El de la radio, el del periódico, sus terminales en Génova, sus voceros por todas las tertulias se han puesto de los nervios. Mariano no sólo no tira la toalla sino que les señala y les reta. No tolera intromisiones, reclama y proclama independencia. Si alguien quiere presentar batalla, ahí está el palenque, pero el irá a lidiar, esta vez con caballo propio, con escuderos de su confianza y con las armas de su casa y no de casa ajena en el escudo.

La primera reacción de los de fuera ha sido la de tirar los pies por alto. Había que ver a los más duros trincheristas de la derecha cargar contra Rajoy más duramente que si fuera el mismísimo Zapatero. Ha cometido el sacrosanto pecado de no hacer lo que ellos quieren, de no dejarles el terreno abonado, de no permitirles tomar, en suma, el mando. Le espera una buena sin duda al gallego. Lo que va a tener que aguantar va a ser de alivio. Pero en el fondo no mucho más de lo que soterradamente ha aguantado.

Y en casa, la verdad es que se le ha puesto firmes hasta el filtrador oficial de rumores varios. Acuden presurosos a apuntarse a las filas de ese equipo que hará esta vez sin traba alguna. Ya ha dado la primera pista. Ese viaje a Valencia. Y otra segunda, que si de Madrid se va al cielo, algunos tambien pueden acabar en el limbo. Que ha dicho un papa que ni existe.

1 comentario:

Anónimo dijo...

EL FUTURO DE RAJOY

Si viviera yo en cualquier otra región española hubiera votado a Mariano Rajoy, al PP de Murcia jamás. Es cuestión de ética. Elegí la lista de Rosa Díez para el Congreso de los Diputados. Por una cuestión de ética. La política vasca me parece una mujer valiente, íntegra, culta, preparada y sobre todo coherente. Las mismas virtudes que adornan al presidente nacional del Partido Popular. Casi un hombre de Estado. No es guapo, ni es un demagogo, ni tampoco un populista con mucha labia, ni un fantasioso utópico, ni un lanzado partidista que juega el futuro de España a una, dos o tres cartas. Es decir, que es un político que haría muy buen papel en cualquier país de Europa, excepto en nuestra nación llena de españoles que hablan del futuro en las tertulias de los bares entre copa y copa haciendo gracietas sobre la corrupción.

Mariano Rajoy se ha lanzado de nuevo a la carrera política, después de una segunta etapa que ha ganado Rodríguez Zapatero. Sus objetivos son dos esenciales: que el partido no se rompa y que a medio plazo tenga un sustituto que garantice la continuidad de su partido en un panorama nacional lleno de aristas, rencores y estupideces.
Mariano Rajoy, en su intimidad se ha propuesto llegar vivo hasta las próximas elecciones, que son las europeas, dentro de dieciocho meses. Y posteriormente las regionales y municipales. Si en estas elecciones cayera en una derrota, Mariano Rajoy tendrá preparado a su sucesor, y se marcharía con toda dignidad. Si las ganara, que puede ocurrir, a la tercera sería la vencida. Una estrategia llena de prudencia y patriotismo.
Su sucesor está en Valencia, en donde se celebrará el congreso del segundo partido de España. O quizás en Madrid. Es claro que formará parte del equipo que construirá en junio. Paso a paso. Equilibrio y ponderación, en suma altura de miras. Desde luego ni Esperanza Aguirre ni Valcárcel. Es verdad que el murciano ha ganado arrolladoramente las elecciones, pero no tiene tanto mérito, porque aquí las ha perdido Rodríguez Zapatero con el problema del agua, cuando afirmó en Zaragoza que mientras él fuera presidente no habría trasvase del Ebro. Y en Murcia, donde se columpió dialécticamente.
Tampoco la candidatura del ministro de Justicia, señor Bermejo, ayudó mucho a la causa socialista. Perfecto desconocido aunque con una cabeza bien amueblada, muy preparado y político controvertido que hizo una mala campaña electoral, culminando con el asunto de las reformas de su domicilio oficial de Madrid. Item más: el partido popular en nuestra Región es más que un partido: un es un fortísimo lobby que maneja los poderes fácticos y mediáticos murcianos de forma disparatada, sin control alguno. También Jesús Gil, en Marbella, ganaba las elecciones por goleada, como las ha ganado el PP en Totana, Cartagena, Pacheco y Murcia capital.
Así que Pedro Saura es mínimamente culpable de la debacle regional. No se puede luchar contra tantas adversidades, sin la ayuda de un partido derrotado desde la "liquidación" de Carlos Collado, enfrascado en guerras instestinas y desprestigiado en Murcia y en Madrid. Pedro Saura quizá no sea un gran líder pero hay que reconocerle voluntad, tesón y valentía para asumir una tarea hoy por hoy imposible. ¿Soluciones? Que el presidente Zapatero cuide más a la Región Murciana, y su secretario de Organización. Es bueno, por higiene democrática. La prepotencia pepera no es buena para nuestra Comunidad Autónoma. Necesita un PSOE que haga mejor oposición. Está claro...También el MOVIMIENTO NACIONAL tuvo su final.

Cano Vera