sábado, 17 de febrero de 2007

La negociación del PP con ETA

2 comentarios:

Anónimo dijo...

La conspiranoia después de perder las elecciones del 2004:

Miguel Ángel Rodríguez, el escudero de Aznar

“España tiene que saber qué grupo terrorista puso a ZP en la Moncloa”

Ha declarado a Tiempo el fiscal general del Estado, Cándido Conde-Pumpido: “La crispación viene siempre del mismo lado, la pretensión de instrumentalizar la justicia parte de la oposición política”. ¿Qué pretende, en el fondo, la oposición; o sea el PP? “Ganar en los tribunales lo que no” ha ganado “en las urnas”. Los ejemplos son numerosos y, por desgracia, muy relevantes. Lo sucedido en el Tribunal Constitucional con el caso del magistrado Pérez Tremps rebasa casi todos los límites.

Anónimo dijo...

Los fantasmas y las conspiranoias del PP responden a una estrategia o inteligencia política muy débil. ¿Respiran o agonizan?.

Elena

Antoni Puigverd |

A pesar del serio trabajo del juez instructor, que no ofrece dudas sobre la autoría islámica del 11-M, mucha gente de buena fe cree a pie juntillas que ETA está detrás de los atentados de Atocha. ETA sería el detonante de una gran maquinación destinada a expulsar al PP de la gobernación de España. No es extraño que tanta gente crea, contra todas las evidencias, en la teoría conspirativa. Existe otra verdad en disputa, más allá de la verdad judicial que se dirime en el juicio del 11-M. Una verdad moral.

Aznar se alió con Bush y Blair en un empeño estratégico. Pretendía representar, pensando en el espacio latinoamericano (que incluye EE.UU.), la función de puente atlántico que Gran Bretaña desarrolla para el espacio anglosajón. Fue un error, colosal si se quiere. Pero no un acto diabólico. Cuando estallaron las bombas del 11-M, no pudo resistir Aznar el vértigo del fracaso total. Dudó. Se olvidó de las víctimas. Y dio la impresión de que pretendía engañar a los españoles. Ahí perdió Aznar la razón moral. No la perdía sólo él. La perdía su partido. Y la perdían los sectores sociales e ideológicos de los que emerge el PP. Frente al vértigo de la pérdida de la razón moral, no había más que dos salidas. O una autocrítica generosa de Aznar, que permitiera a sus herederos reconstruirse moralmente. O la construcción de una fantasía que permitiera impugnar de raíz la moralidad de los sectores que se habían beneficiado del error de la guerra de Iraq y de la tentación de enmascararlo con el engaño del 11-M. Ha triunfado la fantasía conspirativa. No hace falta ser un lince para comprender el poder sugestivo de la fantasía en un mundo complejo como el presente, donde los individuos están a diario sometidos a la batidora de mil noticias contradictorias. Incluso los más sabios y preparados se sienten huérfanos, ante el devenir del mundo, que ha tomado forma de laberinto. Si en nuestro mundo hipertecnificado los más lúcidos dudan entre una receta médica y una patraña naturoide, si en Inglaterra se venden como rosquillas las novelas de un futbolista que cuenta que lady Di fue asesinada por una monarquía que encarna a una pisciforme saga extraterrestre, ¿cómo no va a arraigar en España la fantasía de una conspiración en la que el demonio más familiar (ETA) se alía con los demonios de la Guerra Civil (izquierda, nacionalismos) para barrer a la representación del patriotismo verdadero? Es natural que la fantasía conspirativa arraigue en un sector de la población empujado por los errores de su líder al vértigo de la pérdida de la razón moral. Es normal, incluso, que algunos periodistas se pongan las botas narrando estas fantasías. Lo que no es normal es que los actuales dirigentes del PP no comprendan que tales fantasías ayudan hoy a sobrellevar la oposición, pero les condenan de por vida a una política de fantasmas.

Viernes, febrero 16, 2007