SHANGHÁI.- La semana pasada una bandeja de carne de cerdo en un supermercado de
Shanghái costaba 25 yuanes (3,19 euros). Anteayer, la misma cantidad se
cobraba 37 yuanes (4,72 euros). No es que la inflación en China esté
desbocada, sino que cientos de miles de cerdos continúan muriendo
víctimas de la peste porcina que asola el gigante asiático desde hace ya
un año. 32 de las 34 provincias y municipalidades especiales están
afectadas, se estima que ha muerto un tercio de toda la cabaña porcina y
sólo en agosto el precio de la carne de cerdo se disparó un 46,7%. Si
se toma como referencia julio, la subida ha sido del 100%.
La
segunda potencia mundial es el principal consumidor de carne de cerdo
del mundo. Cada ciudadano come una media de 55 kilos al año. Así, no es
de extrañar que esta coyuntura comience a ser un quebradero de cabeza
político. Tanto que, la semana pasada, el país decidió echar mano de las
poco conocidas reservas nacionales de carne de cerdo, que se
establecieron en 1996 para hacer frente a emergencias y están estimadas
en unas 990.000 toneladas.
Sólo en la provincia sureña de Guangdong, las
autoridades sacarán al mercado 3.000 toneladas de producto congelado
para tratar de que la población pueda celebrar el Festival de Otoño
-este jueves- y el Día Nacional -el 1 de octubre- como manda la
tradición. Otras provincias ya han anunciado planes similares.
«Tenemos
que asegurar el suministro por todos los medios, porque afecta
directamente a los ciudadanos», afirmó el viceprimer ministro chino, Hu
Chunhua. El político avanzó que la escasez será «muy severa» al menos
hasta mediados del año que viene, y mostró su preocupación por la
posibilidad de que el asunto se traduzca en un incremento del
descontento social que ya germina debido a la desaceleración económica.
«También debemos mejorar la gestión de la opinión pública», añadió.
Las
perspectivas no son buenas. La peste porcina no tiene cura y se propaga
de forma muy rápida, sobre todo en las condiciones poco higiénicas
características de las explotaciones chinas.
Aunque anteayer el Instituto de
Investigaciones Agrícolas anunció que una vacuna entrará en fase de
prueba dentro de poco tiempo, no parece que vaya estar lista a tiempo.
La neerlandesa Rabobank estimó en julio que la mitad de los cerdos
chinos perecería este año y la enfermedad ya se ha extendido por
diferentes países del continente.
Hace
estragos en Vietnam y ha llegado hasta el archipiélago filipino. Efecto
colateral de esta situación es el incremento en el precio de otros
tipos de carne por el aumento de su demanda.
Y luego está el impacto
económico que la situación tiene entre decenas de miles de ganaderos,
para los que las subvenciones aprobadas por el Gobierno resultan
insuficientes. En las redes sociales, muchos se lamentan de que cada vez
ven más cerca la bancarrota.
Si
las previsiones de Rabobank se cumplen, China necesitaría trece
millones de toneladas de carne de cerdo para satisfacer su demanda. En
cualquier caso, y como apuntaba hace unos días el 'South China Morning
Post', incluso si importase toda la carne destinada a la exportación en
el planeta le seguirían faltando seis millones.
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