miércoles, 5 de septiembre de 2018

El agua: un elemento fundamental para la economía y la sociedad (I) / Ramón Tamames *

Previamente habíamos comentado, casi a principios del verano en esta sección de Republica.com, que en el mes de agosto tendríamos un encuentro en la UIMP, en Santander, Palacio de la Magdalena, sobre el gran tema del agua. Efectivamente pudimos desarrollar ese proyecto y ahora se ofrece a los lectores lo principal de lo allí expuesto por el autor, que como se verá afecta a todos.  
  1. El agua, un recurso finito.
El agua, el matrimonio químico más conocido, H2O, es el fundamento de la vida y el bien más preciado en cualquier sociedad humana y en el medio natural, eso, todo el mundo lo sabe.

Más concretamente, el agua dulce de que disponemos para tantos usos  y consumo, es una cantidad finita que está en los glaciares, los lagos y los ríos, y en los acuíferos subterráneos. Pudiendo decirse que disponemos hoy de la misma cantidad de agua dulce hace 70 millones de años. Y globalmente, la disponibilidad e de agua dulce, controlada por la sociedad se distribuye en tres aplicaciones fundamentales: 11% para consumo de hombres y mujeres en todo el mundo, otro 19% para la industria y los servicios y el 70% para la agricultura [1].

Puede decirse que la necesidad de agua en los últimos tiempos, crece a un factor doble que el de la población, lo cual genera no pocas tensiones en determinados países, ya también entre estados que tienen cursos fluviales comunes para su exportación.

El referido aumento del uso y consumo del agua, se debe al proceso de urbanización (ya el 60% de la población vive en las ciudades a escala mundial), y  también al cambio de dieta alimentaria. Con  aumentos muy notables de consumo de carne, recordando que un kilogramo de vacuno de buena calidad exige 15.000 litros de agua, diez veces lo que el trigo o la cebada,y aun mas que los tuberculos.

Ello obliga a sistemas de aprovechamiento del agua cada vez más sofisticados, con el caso limite positivo, que está en los invernaderos en los que el líquido elemento se recicla y depura continuamente.
  1. La calidad del agua
Es un tema fundamental, pues el agua no potable es el origen de gran número de enfermedades en los países menos desarrollados. Y la aplicación a la agricultura es fundamental: según cálculos de la FAO, en 1961, estaban en riego en todo el mundo 139 millones de hectáreas. 

Pero con el crecimiento de la población y el cambio de dieta, en 2012 se ha  llegado a 320 millones de hectáreas: hubo una duplicación en solo 40 años. Ritmo que no puede mantenerse por razones obvias, de que no cabe ya roturar los bosques existentes, que deben mantenerse a toda costa por razones de producción de oxigeno y biodiversidad[2]

El agua de buena calidad se perjudica por la fertilización de los campos, con un crecimiento en el uso de abonos químicos de diez veces desde 1960, haciendo que toda una serie de acuíferos mal gestionados ya no sean utilizables,  sino con procesos de depuración muy costosos del agua que de ellos se extrae.

Análogamente a la inversa, estamos en una situación en que el agua debe ser utilizada más veces posible, como en regadíos sucesivos, o ha de ser reciclada, como sucede con las aguas residuales de las ciudades para riego de parques y jardines además de la agricultura. 
  1. No todos tienen grifos
En los países avanzados, como lo es España – a pesar de tener bolsas importantes de desempleo e incluso de rentas bajas y pobreza-, encontramos de lo más natural que al abrir el grifo llegue el recurso agua en cantidades ilimitadas y de gran calidad.

Pero eso no sucede por todas partes, calculándose que hay unas 800 millones de personas que todavía no tienen agua potable (algo más del 10% de la población), y unos 2.500 millones que carecen de instalaciones sanitarias para el mejor cuidado  personal, que tanto contribuye a la salud.

En la encíclica, hasta ahora única, el papa Francisco, titulada “Alabado seas”, hay un capítulo importante dedicado al agua, en el proceso de ecologización total propuesto por el Sumo Pontifice: el agua debe ser gestionada con principios de sostenibilidad y solidaridad, para resolver los problemas ya ciados de potabilidad, sanidad, etc. en los países en desarrollo. En ese sentido, la FAO tiene gran importancia para contribuir a solucionar esas penurias.
  1. Objetivos de desarrollo sostenible (ODS) 
En la agricultura, por ejemplo, cabe la posibilidad de que los sistemas de riegos suministren el agua con una productividad más elevada, que con los métodos tradicionales de manta, o de surcos. Los aspersores o la exudación, son esos nuevos métodos, cada vez más productivos. En ese sentido, todos estamos obligados a aplicar el principio  nº6 de los Objetivos del Desarrollo Sostenible (ODS) aprobados  por las Naciones Unidas en  2015 con el horizonte 2030.

Ese ODS nº6 seis, preconiza hacer el mejor uso posible del agua dulce, que la FAO ha cifrado en 43.920 km3. Debiendo recordar que un km3, es un ortogonio de mil metros lado, equivalente a 1.000 millones de m3. En ese sentido en España tenemos una regulación importante de ríos, con un sistema de embalses que, con una capacidad de 63.000 hm3, equivalente a 63km3.
  1. Explotación de los ríos
Naturalmente, se trata de que todos tengamos acceso al agua, al aprovechamiento de los ríos, y que se tengan en cuenta los derechos y las obligaciones de las partes en presencia, apreciando las grandes tensiones que hay entre países con ríos comunes, aguas arriba y abajo. Así, en el caso de Turquía, se han formado grandes embalses en la cabecera del Tigris y del Eufrates, creando gran inquietud en Irak que depende por entero por los dos referidos cursos fluviales.

Otro tanto sucede con Egipto y Sudán, desde el punto y hora en que Etiopía va embalsar las aguas del Nilo azul, con fines hidroeléctricos en curso fluvial, que aporta el 70% del total del agua del Nilo, que necesitan, aguas abajo, los dos países citados.

Y debemos referirnos, también, al caso de China, en su proyecto de controlar las aguas de los ríos Ganges, Brahmaputra y Mekong, que son los más importantes de una zona poblada por casi 2.000 millones de personas (India, Pakistan, toda Indochina), que dependen de los ríos que nacen en los glaciares del Himalaya.

En el sentido apuntado, es un verdadero ejemplo el acuerdo entre España y Portugal, aunque sea a una escala reducida, para la regulación de ríos comunes, desde el Miño hasta el Guadiana.

Y vistos estos cinco temas anteriores, el próximo jueves 13 de septiembre seguiremos con la cuestión del agua, hasta finalizarlo con una amplia referencia al hasta ahora no realizado trasvase del Ebro. Y en el interim, quienes lo deseen, pueden comunicarse con el autor al correo castenacien@bitmailer.com

[1] Prólogo de Enrique Yebes al libro “El estado del planeta, el Agua”, FAO/ El País, Madrid 2018, págs. 6 y siguientes.
[2] “El estado del planeta. El agua”, Ob. cot, pgs 46 y siguientes.


(*)  Doctor en Derecho y Ciencias Económicas


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