Tal cosa promete el PSOE para el próximo 28 de agosto, festividad de San Agustín de Hipona, el autor de La ciudad de Dios contra los paganos. Ya puede ser bueno un plan para Cataluña que bajo tal advocación amanece.
De
antemano debe reconocerse a la iniciativa socialista el valor de
procurar una solución dentro del marco institucional de legalidad en el
que quiere moverse. No es mucho, pero es infinitamente más que la
inoperancia del gobierno durante todos estos años, producida por un
complejo de indolencia, incompetencia, indiferencia e ignorancia. A lo
que debe añadirse una actitud de desprecio y agresividad.
Admitir
que Cataluña es sobre todo un problema español y el principal, como lo
fue en su día el País Vasco es un gran avance, aunque parezca mentira.
Reconocer, al mismo tiempo que lo de Cataluña, siendo más grave para
España que fue lo del País Vasco, no puede resolverse por los
procedimientos que allí se emplearon es un avance sobre el avance. Pero
no tendrá efectos positivos de no venir coronado el reconocimiento por un plan para Cataluña que no solo acepte el Parlamento español, sino tambien el catalán. Y esto es muy problemático.
El
plan ideal, especie de "programa máximo" de la
oposición, sería un referéndum pactado que permitiera aplazar
prudencialmente el del 1/10. La garantía habría de contar con el voto
favorable cuando menos del PSOE, el PP y Podemos.
Esa
posibilidad suena inverosímil en principio porque los mismos
proponentes la excluyen al afirmar que su propuesta tiene la finalidad
de desconvocar el referéndum del 1/10 al que consideran ilegal. Bien. En
sentido estricto, la objeción es a la ilegalidad, no al referéndum en
sí mismo. Es decir, efectivamente bien podría el PSOE presentar un plan para Cataluña consistente
en desconvocar el referéndum del 1/10, convocándolo para uno o dos
meses más tarde como referéndum pactado. Con lo cual ya no sería ilegal,
que era el gran obstáculo.
Aun
así, es poco probable que el PSOE la formule y el Congreso la apruebe.
Por eso, el PSOE se remite a la sabiduría agustiniana y quiere formular
un proyecto de convivencia tan sugestivo y prometedor para los indepes
catalanes que les haga olvidar su precioso referéndum como si bebieran
las aguas del Leteo. Es difícil imaginar qué propuestas puedan los
socialistas presentar para que, en el análisis de costes/beneficios de
los indepes, los beneficios de aceptar sean superiores a la celebración
del referéndum.
En realidad no es difícil; es imposible. Se echa de ver no en el fondo del proyecto de un plan para Cataluña,
sino en su forma: como debate y decisión del Congreso español que
podría, incluso imponerse (es imaginable) en contra de la voluntad de
los diputados indepes. Estos no aceptarán una fórmula impuesta por el
Parlamento español (adoptada, además, como resultado de una muy
improbable reforma constitucional) y el Parlamento español,
probablemente, no aceptará debatir la fórmula de acuerdo catalán en una
negociación bipartita de igual a igual.
(*) Catedrático emérito de Ciencia Política en la UNED
No hay comentarios:
Publicar un comentario