domingo, 26 de abril de 2009

¿Qué puede hacer Murcia por España? / Juan Ramón Calero

Tras su toma de posesión como vicepresidente del Gobierno y ministro de Coordinación Territorial, Manuel Chaves ha decidido viajar a cada una de las comunidades autónomas y entrevistarse con sus respectivos presidentes. En mi opinión, se trata de una decisión acertada.

En los momentos actuales, España necesita que el Gobierno de la nación se coordine con las administraciones autonómicas, y también con las provinciales y municipales. En los tiempos difíciles que vivimos, se tendría que evitar que cada uno fuese a lo suyo. Se requiere un gran esfuerzo político para que, en la medida de lo posible, empujemos todos en la misma dirección.

En cierto modo es lógico que, ante el anuncio de la visita del nuevo vicepresidente, cada comunidad autónoma haya manifestado a la opinión pública lo que va a exigir al Gobierno. Desde la administración autonómica de Murcia se ha dicho que se le va a pedir a Chaves agua, infraestructuras y financiación, destacando así tres de los problemas más importantes que nos aquejan. Como digo, este planteamiento reivindicativo de lo que cada comunidad autónoma necesita de España, de lo que exige del Gobierno, es en cierto modo lógico.

Hasta ahora es lo que siempre se ha hecho: desde su constitución, todas las comunidades autónomas han centrado sus esfuerzos en la defensa de sus propios intereses regionales, sin importarles mucho ni la solidaridad territorial ni el sentido de unidad de todos los españoles. Y hasta ahora, mal que bien, el Estado ha ido distribuyendo los escasos recursos, mientras intentaba poner en práctica diversos mecanismos de solidaridad.

Ahora bien, desde hace más de un año vivimos tiempos muy difíciles. Estamos inmersos en una profunda crisis económica, que afecta a todos los sectores productivos y a todas las familias españolas. La tragedia del desempleo es una triste realidad para muchos ciudadanos. Se trata de una crisis económica mucho más profunda que las que hasta ahora periódicamente habíamos sorteado, y de la que seguramente sólo saldremos mediante importantes reformas estructurales del modelo económico. Es decir, nos están ocurriendo cosas que hasta ahora no nos habían ocurrido. Lo cual necesariamente va a requerir que tengamos que hacer cosas que hasta ahora no habíamos hecho. En muchos aspectos de nuestra vida política, social y económica tendremos que cambiar de actitud.

En las relaciones entre el Estado y los poderes territoriales, será preciso que los políticos regionales dejen de considerar al Estado como un buzón de reclamaciones, como un depósito de todos sus victimismos o como una fuente inagotable de recursos financieros. Será preciso que desde las comunidades autónomas nos demos cuenta de que en estos tiempos, por encima de los intereses regionales, ha de prevalecer la solidaridad, la coordinación de esfuerzos, el caminar todos juntos en la misma dirección, apoyando desde todas las administraciones públicas las medidas para salir del atolladero económico en que nos encontramos.

En definitiva, lo que estoy propugnando es un cambio de mentalidad de los dirigentes políticos de nuestras regiones autonómicas. Parafraseando a John F. Kennedy, que dejemos de preguntarnos qué puede hacer España por nuestra región, y empecemos a preguntar qué puede hacer Murcia por España.

Sería muy esperanzador para el futuro de España que Manuel Chaves, en ese periplo por las distintas regiones, consiguiera que los dirigentes de cada comunidad autónoma experimentasen este cambio de mentalidad, o por lo menos fuesen conscientes de la necesidad de esforzarse en cambiar. Si esto ocurriese, habría que modificar las actitudes políticas por lo menos en cuatro asuntos:

1. Nos deberíamos convencer, en primer lugar, de que una administración y un gobierno autonómico, cualquiera que sea su color político, no es ni puede ser un instrumento de oposición al Gobierno de la nación. La oposición, el control, se ejerce por las fuerzas políticas en el Congreso de los Diputados y en el Senado, y no por las comunidades autónomas de signo político diferente al del Gobierno central. Es una solemne tontería decir que cada consejero de una administración autonómica va a marcar (en sentido futbolístico) a cada Ministerio del Gobierno.

Entre un Gobierno regional y el Gobierno de la nación no debería haber enfrentamientos ideológicos. Es lógico que los haya por razón de la defensa de los intereses de la Región, pero no por razones partidistas. Desde Murcia, el Gobierno de la Región se puede enfrentar a Zapatero por la defensa de nuestros regantes, o de nuestras infraestructuras, pero no porque Zapatero sea del PSOE. Resulta ridículo que la presidenta de la Comunidad Autónoma de Madrid pretenda alzarse con sus críticas en líder de una oposición a Zapatero que realmente le corresponde ejercer a Rajoy desde el Congreso de los Diputados.

Si aceptásemos esta premisa, si cada uno se limitase a actuar en el plano que le corresponde, sería mucho más fácil en el futuro conseguir la coordinación de las administraciones regionales con el Gobierno.

2. En segundo lugar, habría que dejar claro que la limitación y el control del gasto público no es sólo responsabilidad del Estado, sino también de las comunidades autónomas. No deberíamos acomodarnos en la situación de un Estado que recauda ingresos y unas comunidades autónomas que reclaman financiación; de un Estado austero y unas comunidades autónomas despilfarradoras. La exigencia de rigor y control en el gasto debería aplicarse por igual a todas las administraciones públicas.

3. En tercer lugar, en ese esfuerzo de coordinación, las comunidades autónomas deberían reordenar su gasto público. Se deberían reducir gastos corrientes, superfluos e innecesarios. Por ejemplo: ¿por qué gastamos dinero público en contratar a un señor que promociona Murcia diciendo en Madrid que cuando en Murcia llueve comemos migas? ¿No sería mejor gastar ese dinero en arreglar carreteras, reparar colegios, mejorar la sanidad o subvencionar cursos de formación para parados? A esto me refiero cuando hablo de reordenar el gasto público.

4. Y en cuarto lugar, la coordinación de todas las administraciones debería partir de un consenso sobre la inversión en educación, investigación e innovación. Cualquiera que sea la salida de la crisis económica, en el futuro el factor de producción más importante será el cerebro humano. Necesitaremos más gente formada, más investigación, más innovación, más capacidad de incorporar valores añadidos a los procesos productivos. Y ello requiere que todos apostemos por la educación y por la investigación, por las escuelas, por los institutos y por las universidades.

Seguramente Manuel Chaves, en ese periplo, tratará de convencer a los dirigentes regionales de que los tiempos han cambiado, y de que hay que cambiar de actitud; que sólo conjuntando nuestros esfuerzos en la solidaridad y coordinando las políticas de todas las administraciones lograremos superar la crisis. No sé si lo conseguirá. No sé si los hábitos y la rutina están demasiado enquistados. No sé si nuestros dirigentes regionales serán capaces de estar a la altura de los tiempos.

www.laverdad.es

2 comentarios:

Anónimo dijo...

si la política no estuviera profesionalizada....

Anónimo dijo...

Don Juan Ramón, no ve desde su alta atalaya (por su altura) que para renovarse hay que darles la oportunidad de un sabático? Es decir, que vuelvan a la realidad y otros tomen las riendas. Con estos partidos tradicionales solamente hay que pacientemente esperar el desastre. Y con el resto poco más, dado que no tienen capacidad alguna de ganar ninguna elección en Murcia. Es decir, que el mejor consejo es emigrar.