domingo, 18 de enero de 2009

Palestina y la conciencia de la Humanidad / Pedro Marset *

El ataque de Israel masacrando desde el 27 de diciembre a la población palestina de Gaza como represalia al lanzamiento de cohetes por parte de Hamás ha sido capaz de revelar de nuevo, como ocurrió en el año 2003 cuando la invasión de Iraq por Estados Unidos, la conciencia de paz y de solidaridad que existe en la humanidad. El horror que se transmite por las escasas noticias e imágenes que llegan sobre centenares de personas muertas, cerca de mil, una gran parte niños, niñas, mujeres y ancianos, en un castigo colectivo al estilo nazi, es un “crimen contra la humanidad”, un “genocidio”. Ahora se entiende por qué Israel no deja entrar periodistas a su particular carnicería, su campo de exterminio. No quieren testigos del holocausto que está perpetrando en un territorio que ha estado más de un año cercado y empobrecido por ellos mismos.

La tibia o nula respuesta inicial de la comunidad internacional, sobre todo de los gobiernos occidentales, dejando las manos libres a Israel para proseguir su designio macabro ha dado paso, gracias a las manifestaciones multitudinarias en todo el mundo, a posturas más exigentes demandando el fin del ataque de Israel a Gaza y la solución pacífica del conflicto como ha hecho nuestro Presidente Rodríguez Zapatero. Por eso la ciudadanía ha de continuar con los esfuerzos por la paz. Otra vez surge con fuerza esa “globalización de la solidaridad” que señalaba el New York Times en febrero de 2003, esa “conciencia de la humanidad” por un mundo en paz. No se acepta la barbarie ni la impunidad criminal la practique quien la practique.

También hay que ir al fondo del problema porque si no volverá la masacre y la espiral de violencia de aquí a unos meses. No se trata sólo de que Israel deje de matar, se trata sobre todo de que no haya causas que impulsen a la violencia. Es decir ir a la raíz del problema.

En primer lugar hay que denunciar el oportunismo del ataque de Israel hecho en clave de las próximas elecciones para mostrar cuál es el partido más antipalestino, el que carga con más muertos. Macabra carrera electoral. Esa es la explicación del fin de la tregua en el mes de diciembre pasado.

Hay que insistir una y otra vez que Israel no tiene derecho bajo la excusa de la autodefensa a ocupar militarmente Palestina, ni a multiplicar los asentamientos de colonos en tierra palestina, expresamente prohibido por la Convención de Ginebra, ni a construir un muro del apartheid en suelo palestino, ni a multiplicar los controles militares, impidiendo la actividad diaria del pueblo palestino, desde ir al colegio, trabajar, comerciar, el paso de ambulancias, etc., ni mucho menos a cercar más de un años la franja de Gaza y someterla a un sitio criminal privándoles de electricidad, agua, alimentos, medicamentos, etc. Israel ha de admitir el retorno de los miles y miles de palestinos expulsados de sus tierras y hogares para arrebatar sus propiedades. Tampoco tiene derecho a anexionarse Jerusalén Este. La reacción ante este tipo de agresiones es la que adoptó Europa ante la invasión nazi, o la de España ante la invasión francesa, lo que está reconocido por la ONU como el derecho de un pueblo ocupado militarmente a resistirse y responder con todos los medios a su alcance.

Hay que decir con toda rotundidad que si Israel quiere la paz ha de empezar a aplicar las resoluciones de la ONU y la legalidad internacional. La conducta contraria a esta postura señala con claridad que Israel no quiere la paz, puesto que la paz sólo puede venir negociando con Palestina, con sus representantes elegidos democráticamente. La particular “Hoja de Ruta” oculta de Israel es eliminar al pueblo palestino impidiendo que haya un Estado Palestino. Su ideal es que en la región haya unas reservas de “pieles rojas”, los palestinos, al estilo de lo hecho por Estados Unidos en el siglo XIX con los indios. Una situación de apartheid como la que ahora existe bajo la supervisión militar del poderoso Israel. Si la ONU decidió en 1948 la existencia de dos estados soberanos, el de Israel y el de Palestina, cada uno con la mitad del territorio original palestino, esa es la solución. Para ello la ciudadanía mundial ha de añadir a la exigencia de fin del ataque la de solucionar pacíficamente el conflicto según la frase valientemente acuñada por Daniel Barenboim en el concierto de primero de año desde Viena, “Justicia Humana en Oriente Próximo”. Es decir aplicación de las leyes, de los acuerdos internacionales, negociación bajo ese marco de la ONU. No sirve la negociación directa entre la víctima y el agresor, porque ya sabemos cuál será el resultado. Hace falta el marco de la ONU y la presión de la UE.

La presión ciudadana ha de continuar exigiendo a nuestros gobiernos cosas que se han hecho en casos parecidos como la ruptura de relaciones, la denuncia del acuerdo de asociación entre la UE e Israel, la instauración de un embargo como se hizo con África del Sur cuando el apartheid. Se puede empezar no comprando productos de Israel, con el código de barras, que empieza por 729. Hay que decir también que estos crímenes contra la humanidad no pueden quedar impunes. La justicia internacional ha de intervenir.

Estas son algunas de las razones por las que la gente de Murcia amante de la paz se ha venido manifestando estos últimos martes y por las que se manifiestó el sábado 17 de enero desde la Plaza Redonda. “Por la paz en Oriente Próximo”, por un “Estado Palestino Ya”, “Parar el ataque de Israel a Gaza”.

* Presidente Asociación Solidaridad con el Pueblo Palestino

1 comentario:

Anónimo dijo...

Creo recordar que los territorios ocupados por Israel en 1967, Gaza y Cisjordania, no pertenecían a Palestina (no existía) sino a Egipto y Jordania, aliadas con Siria en una guerra de "exterminio judio": "los hecharemos al mar", repetía incansablemente Nasser ante su enfervorizado y panárabe pueblo.

Llama poderosamente la atención que los "hermanos árabes" y defensores del pueblo palestino fueran incapaces tras el armisticio de 1949 de conceder los territorios palestinos que quedaron bajo su control al pueblo palestino para que creasen su estado, tal como Israel hizo. Se dijeron más bien: "aguantemos a una nueva oportunidad de eliminar a Israel, y nos repartiremos los despojos".

Da la impresión de que el origen de todo el problema es la negativa de los paises árabes a aceptar la partición.

Por lo tanto es para morirse de risa que ahora la carga de la culpa se desplace únicamente a Israel.

Lo realmente triste de todo esto es que en realidad a ningún, repito, a ningún pais árabe, le ha importado ni le importa un comino el problema palestino.

Quizá sólo a Iran (no son árabes), pero no por motivos de estado o justicia, sino por motivos religiosos y teocráticos. Por eso apoya no a Palestina, sino a Hamas.