viernes, 5 de diciembre de 2008

La crisis de vocaciones se cobra el cierre de la iglesia de los Padres Claretianos en Cartagena tras la marcha de los Maristas

CARTAGENA.- La iglesia de San Antonio María Claret, más conocida como la de los Padres Claretianos, echa el cierre. El templo de la calle Sagasta, uno de los más frecuentados por los fieles cartageneros por su excelente ubicación, acogerá sus últimos actos litúrgicos antes de que la Orden deje Cartagena por la falta de vocaciones el próximo verano, revela hoy "La Opinión".

El superior de la congregación en la ciudad, el padre Julio Sagastuy, reconoció que existen rumores de cierre, pero aseguró que no hay nada oficial, a lo que añadió: "Los rumores siempre tienen algo de fundamento".

Además, algunos hermanos de la congregación sí han comentado en sus círculos próximos que se va a cerrar el templo.

Lo que sí indicó el padre Julio es que la orden de los claretianos lleva 102 años desempeñando su labor de apostolado en Cartagena, una etapa que, si nada lo impide, culminará al finalizar el presente curso.

Al parecer, el problema se encuentra en la falta de vocaciones y es que, actualmente, la congregación sólo cuenta en la ciudad con cuatro miembros.

El padre Julio también manifestó que la escasez de vocaciones no es un problema exclusivo de su Orden, sino que afecta a toda la Iglesia. De hecho, indicó que otras dos órdenes religiosas han dejado Cartagena hace poco, como es el caso de la de los Hermanos Maristas y las Adoratrices, a pesar de que sus respectivos colegios permanecen abiertos.

Asimismo, en el caso de que las Hermanas Carmelitas, sólo quedan dos en la congregación de Cartagena y viven en un piso, porque es muy costoso que mantengan su residencia en el centro escolar.

El superior de los claretianos cartageneros señaló que la manzana en la que se encuentra la parroquia entre la calle Sagasta y la calle Real es propiedad de la Orden. Respecto a si existe alguna opción de que la Diócesis de Cartagena se hiciera cargo del templo, comentó que esa es una decisión que compete al obispo y a sus superiores.

Por otra parte, algunos de los sacerdotes más veteranos de Cartagena no recuerdan cuándo se produjo el último cierre de una iglesia en la ciudad portuaria.

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