viernes, 28 de noviembre de 2008

Un joven físico murciano alojado en el Taj Mahal de Bombay se escapó de los atentados

MURCIA.- «Me he escapado por los pelos, de todo, creo que ni siquiera soy consciente aún de la suerte que he tenido». Enrique López Ponce, un joven físico murciano que trabaja para una empresa de ingeniería madrileña, se encontraba alojado el miércoles en el hotel de lujo Taj Mahal, uno de los epicentros de la cadena de ataques terroristas, el mismo del que escapó ilesa la presidenta de Madrid, revela hoy "La Verdad".

Enrique López y un compañero de la empresa se encontraban en la India desde el domingo visitando varias industrias en distintas ciudades. El lunes y el martes estuvieron en Delhi, y el miércoles se registraron en el hotel Taj Mahal de Bombay. Después de descansar un rato, los dos ejecutivos decidieron salir a cenar. «Me reuní con mi compañero en el hall del hotel, tomamos un taxi y nos fuimos a recoger a unos amigos».

Apenas Enrique y su compañero abonaban el hotel, los insurgentes tomaban el lujoso edificio a golpe de granadas y disparos y secuestraban a varios rehenes. Entre tanto, el físico murciano y su compañero vivían ajenos al ataque y se dirigían en el taxi al segundo epicentro de los ataques para recoger a unos amigos: el hotel Oberoi, donde otro comando terrorista inició momentos después un brutal ataque.

«La verdad es que impresiona, también de allí nos fuimos a tiempo y sin enterarnos de nada. Salimos hacia el restaurante antes de que comenzaran los tiroteos», recordaba ayer, aún conmocionado y a la espera de recoger el visado que le permita salir de Bombay, en principio la pasada madrugada, refugiado en otro hotel al norte de la ciudad.

Ajenos a todo, Enrique y sus amigos comenzaron a cenar en un restaurante alejado de la zona de los ataques, pero a los pocos minutos un amigo indio les telefoneó y le puso al tanto de lo que estaba ocurriendo.

«Nos quedamos impresionados, pero cuando tomamos conciencia de la gravedad fue cuando los guardias de seguridad del restaurante nos informaron de que no podríamos salir del local hasta que no acabara todo, y no fue hasta las cuatro de la madrugada».

A esa hora, Enrique y sus compañeros se trasladaron a casa de un amigo, y ayer por la mañana se registraron en un hotel al norte de la ciudad, lejos de la zona atacada.

En el Taj Mahal quedaron las pertenencias de los dos ejecutivos, sus pasaportes y los documentos de trabajo que han estado meses elaborando. «Llamamos para interesarnos por nuestro equipaje, pero nos contestaron, con razón, que están ocupados salvando vidas».

El físico murciano, que sólo tiene palabras de elogio hacia el consulado y su empresa, asegura que les recomendaron dejar el país con lo puesto y un visado, y así tenían previsto hacerlo en un vuelo que debía partir a las cuatro de la mañana.

Pese a lo vivido, Enrique lo tiene claro: la próxima semana viajará de nuevo a Bombay para terminar el trabajo que le quedó por hacer.

Se trataba de una de las tantas veces que Enrique viajaba al país asiático, de hecho el pasado año vivió en él por motivos profesionales, ya que trabaja en una empresa de ingeniería encargándose de las relaciones comerciales con Asia.

Enrique (a la derecha en la imagen) es físico y nació en Murcia hace 28 años, aunque desde hace varios años reside en Madrid y debido a su trabajo el pasado domingo partió desde Barajas a Nueva Dheli junto a un compañero. El martes por la noche Enrique se trasladó a Bombay y se alojó en el hotel Taj.

Al día siguiente, después de una larga jornada de reuniones de trabajo, Enrique y su compañero Alberto salieron del complejo para cenar con unos amigos en un restaurante de la ciudad. Diez minutos más tarde, cuando nadie ni nada hacía pensar que en uno de los hoteles más lujosos de Bombay pudiera pasar algo inesperado, una serie de explosiones provocaban el pánico entre los huéspedes.

"Sólo de pensar que si hubiéramos salido diez minutos después nos hubiera pillado todo nos estremece. Por diez minutos me libré del ataque terrorista en el hotel", asegura a "La Opinión" Enrique desde el hotel ITC-Grand Central, complejo al que fueron trasladados después de pasar varias horas sin saber qué hacer.

Enrique asegura que desde que ocurrió el atentado las televisiones indias no paran de emitir las imágenes de lo sucedido, "son imágenes escalofriantes".

Si bien es cierto que el joven murciano no presenció ninguna escena de los heridos, mantiene que "hemos pasado miedo, pero también hemos estado informados gracias a la embajada y el consulado español". Tanto Enrique como su compañero se enteraron de lo ocurrido por una llamada de un amigo cuando estaban en el restaurante.

"Ya no nos dejaron salir de allí hasta las cuatro de la madrugada y después nos fuimos a casa de un amigo indio", comenta el joven con cierta tranquilidad después de ser consciente de lo que se ha librado.

"Hasta que no empezamos a ver la tele no nos dimos cuenta del alcance del atentado y la verdad es que nos hemos librado de una muy grande". En cuanto a su familia, que reside en Murcia, dice que en todo momento estuvo informada, "con los móviles no hay problema y siempre hemos estado en contacto", añade.

El principal problema con el que se encontraron Enrique y Alberto una vez realojados en otro hotel de la ciudad fue el que no contaban con ningún tipo de documentación, ya que sus pasaportes se habían quedado en el hotel bombardeado, junto a sus equipajes y demás pertenencias.

"De todas maneras, tenemos que agradecer la ayuda de la embajada y el consulado, que en todo momento han estado en contacto con nosotros".

"En cuanto a nuestro equipaje y pasaporte, nos han comunicado que hasta dentro de tres o cuatro días no podremos ir al hotel a recogerlos", destaca Enrique. Aun así, esto no será problema para el joven murciano, ya que asesorado por la embajada española decidió volver a Madrid en el avión que ayer a medio día partió desde la capital española para recoger a los ciudadanos españoles que se encuentran aún en Bombay.

"Nosotros hemos barajado la posibilidad de seguir aquí, pero nos han dicho que lo más seguro era volver", añade.

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