miércoles, 19 de noviembre de 2008

Por qué muchas empresas ruinosas no han caído aún / José Antonio Martínez-Abarca

Estoy de acuerdo en que uno de los libros más gilipuertas que se han podido editar en años, y eso que la competencia al respecto es feroz, es “El secreto”, un “best seller” de alguien que no merece la pena ni citar. En él se mantiene la tesis del poder telúrico del pensamiento positivo. Si uno desea las cosas con toda su fuerza, esas cosas serán conseguidas. Mi experiencia sobre el particular es muy otra. Sé de gente que ha deseado con todas sus fuerzas ser inmortal y no podría decir sin temor a exagerar que triunfaran en el intento. Ahora les visito en su tumba para reñirles que quizás no desearon lo suyo con suficiente intensidad.

Tampoco es cuestión de dar detalles, pero en las dos únicas ocasiones en que he querido algo de verdad tampoco lo he conseguido: para mí han sido desastres cósmicos que, como las olas de calor atómicas, se han extendido a través de los lustros contaminando todo lo que encontraban a su paso, hasta día de hoy. Tesis incierta, por tanto. Pero me he recordado de esta insensatez al tratar de analizar la causa de que todavía muy pocas empresas de la Región vinculadas al sector inmobiliario hayan presentado concurso de acreedores.

Con la lógica en la mano, es imposible de explicar. No se vende una casa desde hace ya casi un año, no se concede un crédito bancario a una empresa inmobiliaria más que a condición de que presentes como garantía las escrituras de la herencia del tío de América, los proveedores están para tomar un camino... Pero las empresas del ladrillo, las medianas y grandes, no terminan de caer.

Se supone que a partir de la feria de septiembre íbamos a ver hundirse en bloque todo el sector que ha tirado de la economía regional en estas últimas legislaturas. No ha sucedido. ¿Por qué? Bien, creo que aquí también hay un secreto telúrico, como en el desdichado “best seller”. Tenemos que echar mano del pensamiento mágico, tan de moda ahora gracias al actual Gobierno socialista. Si las empresas del ladrillo no caen todavía es gracias a una única cosa: la obstinación de sus dueños no aceptando la realidad.

Los empresarios ni quieren bajar el precio de los pisos, para ajustarlos a su precio auténtico, ni pierden la esperanza de vender alguna vez alguna casa, no pagan a los bancos porque los bancos, prudentes, tampoco les están asfixiando para ello, y muchos que no pueden soportar la vergüenza social del fracaso siguen actuando como ricos cuando no lo son, dispuestos a empeñar a la familia en el Monte de Piedad si fuese necesario por seguir aparentando. Sus empresas no caen (todavía, claro: ya lo harán) porque la desesperación las mantiene en pie. Es como cuando me preguntan las comadres cómo es posible que yo esté físicamente con diez años menos, y yo les respondo la verdad: es que la desesperación mantiene muy joven, por lo mismo que la feliz vida marital te arroja a los leones de la decadencia...

www.elfaro.es

3 comentarios:

Anónimo dijo...

Porque están esperando tu orden, majo.

Anónimo dijo...

No comulgo con Ud., pero creo que es el primer artículo suyo que leo que me parece intachable. Y por tanto he de felicitarle. Sí, el orgullo da vida ... aunque puede matar. Y esto es lo chocante. Pero además es que con esta obstinación están condenando a algunos de sus conciudadanos a no tener vivienda... y esto se le olvida porque el artículo es corto, pero según mi criterio no es tolerable.

Anónimo dijo...

PEINSA, OBRALIA, JJROS, CYT.... ¿Que no caen? Van unas cuantas, campeón... A lo mejor te traiciona el subconsciente, y están pensando en que PW no ha caido ¿correcto? Saludos y ánimo, sigue la linde