jueves, 10 de julio de 2008

La incompetencia como excelencia / Santiago Delegado

Para la izquierda, estar preparado, formado, tener experiencia… todo eso, ya saben a lo que me refiero, es un peso muerto para ser político. Tales datos del currículo no son sino barreras entre la ideología, verdadero mérito para gobernar, y el cargo.

La idea ya la inició Felipe González con aquella dama: Rosa Conde, ¿recuerdan? Pero, bueno, quien ha hecho primor del asunto es Zapatero. Y podemos empezar por él mismo, político toda su vida; o el noventa y nueve por ciento de su vida. El partido es su vida.

Los nombres de Carmen Calvo, Leire Pajín y Bibiana Aído demuestran esto que digo. Pero en el caso de los hombres es lo mismo: ahí está Pepiño Blanco, indocto absoluto. La izquierda hace gala de esto: Es un decirle a la derecha y a la sociedad que la excelencia basada en el mérito de estudios y trabajos o experiencia es clasista. No es el verdadero valor que vale para gobernar.

Hay una suerte de padres, que ponen al vástago a entrenar al tenis ocho horas diarias, con la esperanza de hacer de él un Nadal… Pero, desde ahora, lo que van a hacer es sacarle un carnet del partido, y ponerlo delante de los ojos de los barandas izquierdosos. Va a ser mejor futuro. ¿Estudiar, pa qué? Se llega a ministro antes, y cuesta menos.

Ser feminista cuenta mucho. Hay frailas y miembras muy distinguidas. En cierto modo es la finalidad última de la logse: destruir la excelencia. La exaltación de la mediocridad; eso sí, mediocridad vestida por Dolce y Gabana, Dior o Luccimo y Visconti o quienes sean. Alzar el puño, izquierdosamente, y mostrar en la muñeca un reloj que vale dos o tres sueldos de trabajadores.

5 comentarios:

Anónimo dijo...

¿Por qué no habla este periodista de la gran competencia de Bono, esa reliquia del PSOE, y de su relación con El Pocero?, ¡eso sí que es experiencia!.

Al Pocero, por cierto, le da igual codearse con Bono que con Jimenez Losantos, les subvenciona lo que haga falta. Unos como otros son mercenarios, de la Iglesia y/o del ladrillo, de lo que haga falta, en tal de enriquecerse y figurar.

¡A la mierda!, Sres., como diría Labordeta, de los pocos políticos honrados que han pasado por el Congreso de los diputados.

Anónimo dijo...

No sé si Ud. ha conseguido el doctorado cum laude en Georgetown o en Lepe, pero lo que sí destila en su articulucho es un atroz aroma a rancio, machista y facilongo argumento que tira patrás, D. Santiago!
La generalización que utiliza, su atribución a la izquierda, los ejemplillos que utiliza y todo ello con run-run de la descalificación personal, la verdad, a la legua se le nota, mon cheri.
No todas las militancias son iguales, el compromiso politico desde la juventud no parece tan pernicioso en democracia y la inutilidad o la excelencia no son patrimonio de la derecha, precisamente, de la española al menos, no, mi buen señor... (Recuerde a Millan, recuerde al general, recuerde su ataque al pensamiento, recuerde... y de ahí estos lodos)
Abur.
Rosario Dinamitera

Anónimo dijo...

No es de recibo la simpleza intelectual del camarada Santiago. No se acomoda a su capacidad de reflexión, luego escribe al dictado o por oportunismo. Exactamente lo que pretende criticar. La literatura es más dura, ya lo sabemos.

Anónimo dijo...

Yo soy de izquierdas y creo que es verdad, que hay mucha incultura. La cultura es la herramienta de un pueblo para salir de la pobreza. Así lo creo, digan lo que digan.

Anónimo dijo...

Los incultos rechazan a los tremendamente doctos y por tanto se requiere alguien más próximo a ellos para actuar como intermediario. Porque la mayoría en la sociedad tiene como mucho estudios de secundaria (antigua EGB) o formación profesional/bachillerato (y en muchos casos inacabado). Así que guste o no, alguien tiene que representar a este grupo de personas.