jueves, 8 de mayo de 2008

Tiempos de cambios, tiempos de crisis / Andrés Hernández Martínez

Nadie se escapa a la crisis, el pueblo español, entre mentiras, farsas y otros disimulos políticos sucumbe en una recesión económica, ya saben…, no se puede ser antipatriota y decir crisis económica, pero se disparan los precios de los alimentos básicos, caen las ventas indicadoras de la riqueza y el bienestar, dícese el ladrillo y ahora el automóvil, el paro nos abruma tocando límites olvidados ya en épocas sombrías liberales allá por los primeros años de la década socialista de los 90 y como entonces, la crisis política; de personas, de ideas, de estilos, vuelve a asomarse al balcón de la desdicha popular, de las mentiras, de las envidias y de los falsos poderes.

Ahora es el turno de los socialistas murcianos, como alguien bien la definió, una especie declarada a extinguir en esta región, fruto de la mediocridad política y del descabezamiento de ideas, surgió un clan de entusiastas ideólog@s que visto lo visto, en lugar de subir a los derrotados entonces socialistas a cimas de protagonismo y confianza, han causado un fiasco similar al de los comunistas en España.

El Sr. Saura, lejos de abandonar el falso poder y habiendo demostrado nada, se niega a portar el cetro de la responsabilidad y dejar paso a generaciones que por lo menos lo intenten. El partido socialista, tanto en la Región como en Cartagena equivocó el rumbo hace ya más de una década y nadie ha sabido manejar el timón en tierra marinera.

Si bien el mal endémico actual es la desertización de la militancia política en todos los partidos, esa mezcla de amiguismo e hipoteca dirigente solo causa daño a las instituciones y por extensión al desarrollo del marco natural democrático nacional.

Quizás hay que expresar esta idea con más claridad. Los partidos políticos se nutren de las militancias para repartir flores, gorras y abanicos en épocas de elecciones, para cobrar las cuotas de los activos y para cubrir de estanqueidad las copulas directivas y de poder, vamos los que cobran, como una religión banal, como una profesión fútil incluso ingrávida, así se establecen los cargos en pos de su momento personal y el de los suyos.

Así lo sufrimos en el Gobierno de España, amigos, hipotecados, cheques en blanco, todo vale mientras la sumisión sea la bandera señera. En la Oposición no se está a la zaga, sino en vanguardia, militantes con pasados pesados, políticamente granados, dejan paso a otros pueriles y novatos, juego de estrategias, algunos preparados y sobrados, eso si, sin experiencia, pero siempre subyugados a los designios divinos del líder y sus acólitos, siempre amarrándose a los puestos de poder y las voces discordantes, simplemente sobran.

Ya tocando la Región de Murcia, lo que nadie quiere se queda aquí, máxime si esta en la acera de enfrente, mendigando ideas y con indigentes alternativas al gobierno, este es el caso del Partido Socialista en la Región de Murcia, los de antaño, hoy aburguesados, mantienen vidas ideológicas paralelas, otr@s sus feudos defendidos a uñas y dientes en situaciones de relevancia, por esto del sueldo a final de mes, y que da vergüenza seguirlos mediáticamente, ¿a quien representan?, puedo asegurarles que una sesión en la Asamblea Regional da mucho de si, las tonterías por segundo que se pueden decir y a la sazón oír que no escuchar, o escuchar que no oír, así nos va.

Ya tocando los municipios, la clase política carece simplemente de eso, de clase, los feudos, corrales, cortijos, entiéndase círculos de sumisión a cambio de un estipendio, antiguamente soldada, en muchos casos ni imaginado, adorna a modo de estúpido crisol de sandeces a nuestros granados representantes, pero como dirían los catalanes, la pela es la pela y sacarlos de ahí es complicado, desde luego las bases de los partidos poco tiene que decir y menos hacer.

La esperanza es que vuelvan, como en aquellos años ochenta verdaderos ideólogos del progreso y la justa y responsable convivencia, aquellos cultos, serios y regios filósofos de las ideas y defensores de la responsabilidad gobernativa, honestos y honorables, estos desgraciadamente empiezan a dejarnos como Calvo Sotelo.

Lástima que los escritores hoy no sean como aquellos del siglo de oro español, porque entre sátiras y comedias vamos camino del siglo de platino, bien interpretado, me imagino a Cervantes escribiendo sobre Saura como aquel “celoso extremeño” en este caso pachequero, al final tanto recluir a su posesión más preciada, el poder socialista, que sin duda se le escapará.

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