MURCIA.- La decana del Colegio de Psicología de la Región de Murcia (COP-RM),
María Fuster, ha pedido "un poco de prudencia" de cara a la implantación
de la Inteligencia Artificial (IA) debido a la repercusión que puede
tener sobre el bienestar psicológico.
"Nos encontramos en un
momento especialmente vertiginoso en él avance de las tecnologías",
según la decana, quien ha destacado su uso "generalizado" tomando como
referencia el desarrollo de los 'smartphones' y la universalización de
los multimedia, según un estudio del Observatorio español de drogas y
adicciones (ODEA) en 2022.
En este sentido, Fuster ha
manifestado que la invitación a su uso desde los años 90 ha sido "tan
generalizada como impetuosa".
"Tal vez, introducir algo de templanza y
reflexión debería ser una cuestión de responsabilidad desde todos los
ámbitos del conocimiento y de las políticas de especial consideración",
ha añadido.
Ha advertido que "los mercados, sabemos, son
insaciables", pero ha puesto en valor que "tampoco hemos perdido la
capacidad de pensar sobre lo vivido".
A este respecto, la decana del COP-RM ha llamado la atención sobre
los efectos constatados por la investigación de la exposición a los
multimedia sobre la salud física, que "han venido marcados por el cambio
de hábitos hacia un mayor sedentarismo, más problemas de alimentación,
de obesidad, de ergonomía, pérdida de y en la calidad de la visión, del
sueño y un largo etcétera".
En cuanto al bienestar
psicológico, ha remarcado que los efectos han "ido de la mano" o incluso
a "más", con "complejas repercusiones y efectos directos e indirectos
sobre la salud mental".
Por ejemplo, entre estos efectos ha
citado "la alteración de los procesos cognitivos marcados por la
economía atencional", ya que los algoritmos "están diseñados para
atrapar la atención y pasar el máximo tiempo posible frente a la
pantalla".
Asimismo, ha mencionado la "importante pérdida en
la capacidad de concentración, alteraciones en los aprendizajes, en la
lecto-escritura, o en los problemas de comportamiento", así como
"adicciones, aislamientos, insatisfacción con la imagen corporal o
exposición temprana a la pornografía, sexting, grooming, la
desinformación o contenidos maliciosos que merman el juicio crítico y
alimentan la polarización".
"Juzguen ustedes mismos, tal vez,
no es oro todo lo que reluce", según Fuster, quien ha considerado que
"aprender de ello no debería ser un problema, sino una virtud, propia de
seres reflexivos".
"Sabemos de las imbricadas consecuencias
físicas y psicológicas que suponen cambios determinantes en los hábitos
de vida, que afectan al estilo de relación, de alimentación, de
procesamiento de la información, de la calidad y cantidad de sueño o de
la forma de entender la relación con nosotros mismos", ha añadido.
Este efecto, según la decana, está siempre determinado "por el efecto
de la sobre exposición que nos produce la satisfacción de mirar y ser
mirados, y que se alarga sobre los estereotipos sociales, que se
reproducen hasta el infinito y más allá".
A su parecer, la exposición a las pantallas "debería hacernos
recapacitar sobre el ritmo y la forma de introducir determinadas
tecnologías", pues "ha tenido un coste importante para la salud y el
desarrollo evolutivo de las personas en sociedad". Y ahora, ha añadido,
"llega la inteligencia artificial con las mismas maneras, un déjà vu".
Así, ha reconocido que las tecnologías "pueden y tienen usos y
desarrollos muy determinantes para el avance social y científico", así
como una utilidad que "nos puede hacer la vida más fácil, o más
democrática, si es que conseguimos vencer la brecha digital, que no es
fácil, y abordar los efectos eco-sistémicos en un mundo de recursos
limitados".
"Bienvenidos sean, pero con medida; sepamos lo que
llevamos entre manos", según Fuster, quien ha exigido "prudencia" a
aquellos que tienen la capacidad de gestionar el acceso de las
tecnologías a la cotidianidad.
En su opinión, el conocimiento
social y científico "debe guiarse por principios de libertad y
responsabilidad, bajo premisas metodológicas que respondan a fines
éticos y de bien común, y que se den bajo coordenadas espacio
temporales: observando, probando, demostrando e implementando".
"Un país debería tener y generar opciones más allá de las supuestas
tendencias o de los mercados", según Fuster, quien ha apostado por
"encontrar la manera de proteger y regular, permitiendo el avance
tecnológico, siempre desde el control del sentido y la prudencia".
A este respecto, la decana ha querido aclarar que no se trata de
"censurar" sino de "hacer de la cautela una virtud, protegiendo bajo
unas mínimas premisas que guíen lo que introducimos, sabiendo a quién,
para qué, cuándo y cómo lo hacemos".
"El resto pudiera ser el
frenesí propio de los tiempos marcados por el consumo, la satisfacción
inmediata y el rendimiento disfrazado de competitiva excelencia", ha
concluido.
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