lunes, 29 de junio de 2009

Flexiseguridad / Ángeles Trujillo Ponce *

A principios de julio de 2008 celebraba el PSOE su 33º Congreso Federal. En la correspondiente ponencia, dentro del apartado denominado “ Globalización económica, nuevo modelo productivo y Estado dinamizador”, nos encontramos sorprendidos por una nueva palabreja de la que no se ha hablado mucho después, pero que fue objeto de múltiples enmiendas y por consiguiente de fuerte debate. El dichoso término a que me refiero era el de “flexiseguridad” o “flexicurity”.

Se aclaraba que se incorporaba esta idea de un nuevo modelo laboral, como consecuencia de lo que aparecía en la Estrategia Europea de Empleo y que era la única forma de combinar estas exigencias paralelas de mayor flexibilidad y una protección creciente para encontrar una combinación creativa de nuevas políticas laborales..

Haciendo un poco de historia recordamos que en 1993 aparece el Libro Blanco de la Comisión Delors sobre crecimiento y competitividad que plantea el debate sobre el empleo en la UE. Un año más tarde, en Essen los líderes europeos definen un primer plan para hacer frente a los retos que apuntaban unos y otros tenían ya sobre la mesa. Se evalúan al año siguiente los progresos y se incorporan elementos nuevos. En 1997 en el Tratado de Ámsterdam se reconoce el empleo como un asunto de interés común y aparece la denominada Estrategia Europea del Empleo

Cuatro eran los objetivos o líneas maestras de esta estrategia, uno de los cuales decía:Fomentar un nuevo planteamiento de la organización racional del trabajo, de modo que las empresas puedan hacer frente al cambio económico, conciliando seguridad y adaptabilidad, y permitir a los trabajadores participar en actividades de formación a lo largo de su vida.

En 2004 se continúa en la Comisión Europea abundando en el tema de combinar seguridad con flexibilidad y es en 2007 cuando se aprueba el informe sobre flexiseguridad, creándose el Consejo del mismo nombre para analizar los modelos en los diferentes países de la UE. Finalmente en el Tratado de Lisboa este mismo año se consolida el debate sobre el nuevo modelo entendiendo que “reforzará la Estrategia Europea de Empleo y creará más y mejores empleos, a la vez que modernizará el mercado laboral y fomentará el empleo de calidad en un contexto de flexibilidad y seguridad que mejore la adaptabilidad al empleo y la cohesión social”.

Resumida la historia de la palabreja, procede ver de dónde viene este idea, a qué experiencia corresponde, qué condiciones exige y, sobre todo, si en nuestra sociedad española, y más aún en la murciana, eso es posible o está muy lejos

Surge este modelo en Dinamarca, un país nórdico bastante avanzado en protección social, sin que dejen de aparecer puntos oscuros que trae el eterno enemigo del modelo neoliberal, sobre todo en lo referente a inmigrantes y refugiados.

La política laboral está transferida a los ámbitos regionales y locales, sustentándose en tres patas fundamentales:

  1. Mercado laboral totalmente flexible en donde se contrata y despide sin restricciones
  2. Cobertura del desempleo durante cuatro años con el 90% del salario.
  3. Políticas activas de empleo que garantiza que los trabajadores estén disponibles para ocupar nuevas demandas de trabajo, mediante una formación y capacitación permanente.
No es que resulte disparatada la idea, sobre todo si tomamos como marco en el que se aplica este pequeño país nórdico, el segundo más pacífico del mundo, según Global Peace y el menos corrupto, según Corruption Perceptions Index, una renta per cápita de 30.143 euros, alrededor de 5 millones y medio de habitantes, de la cual un 6,2% son inmigrantes.

Queriendo traer esto a un medio como España y más concretamente Murcia nos parece una fórmula difícilmente aplicable. Mucho se tendría que cambiar a nivel de conciencia ciudadana, de ética pública y también privada, de modelo social y político , de transparencia y participación, de empresarios así con mayúscula que se hubiesen hecho con una formación menos especuladora, de un cuerpo social y trabajadores a los que se les dotara de mejores capacidades, especialmente la de adaptación a los cambios, de mayor espíritu cooperativo, de estos y otros muchos elementos que en nuestro país aún estamos muy lejos de poseer. Falta también que a todos y todas nos interese realmente un nuevo patrón colectivo y que desde los poderes públicos se trabaje en esa dirección y se dé ejemplo.

El fantasma del paro recorre nuestra sociedad y se convierte en una grave problema,. Porque trabajar ya no es solamente aportar bienes para llevar adelante una vida digna. En palabras de Inmanol Zubero: “El mercado de trabajo es una institución social. Trabajar no es, sin más, producir, o vender la fuerza de trabajo; es hacerlo en un marco de normas sociales que definen lo que es empleo y lo que no es, lo que es y no es un buen empleo, lo que es ser un buen trabajador, etc., y en un marco de regulaciones legales que organiza en la práctica la actividad laboral. “

De principio nuestra Constitución reconoce el trabajo como un derecho fundamental. Y aún entendiendo que quizás haya que hacer cambios en las formas de organizar y distribuir ese recurso, tampoco es menos cierto que no podemos caer en trampas, ni querer aplicar la misma receta a diferentes enfermos. Por supuesto la fórmula no puede ser la de las 65 horas, ni la de retrasar la edad de jubilación. Hay otras como aquella de “Trabajar menos para trabajar todos”. Todo dentro de un marco que no genere vulnerabilidad ni la inseguridad y miedo de que son objeto hoy grandes colectivos de trabajadores y trabajadoras.

Eso sí, esta situación lo que produce es personas dóciles y obedientes, acríticas y desmotivadas.Y eso empobrece a la sociedad, aunque haya quien engorde a su costa ¡Cualquiera debate o reivindica!

Buen pudiera ser que lo que se estuviera buscando con esta palabra fuese mirarla hasta la mitad. Es decir flexibilidad únicamente, pero ¿y la seguridad?

(*) Ángeles Trujillo es miembro del Foro Ciudadano de la Región de Murcia

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