jueves, 3 de abril de 2008

¿Se puede prescindir del funcionamiento de la Justicia? / Juan Redondo

Llevan dos meses en huelga y los funcionarios han desbordado a algunos sindicatos. Las posiciones se mantienen atrincheradas y la huelga se alarga. Antes porque estábamos en campaña electoral y ahora por ajustes de cuentas lo cierto es que la Justicia lleva dos meses paralizada en la Región de Murcia.

¿Huelga política por cabezonería?, se pregunta un abogado. Lo cierto es que el pulso lleva paralizada la Administración de Justicia durante dos meses y aquí parece que no pasa nada, que es un problema entre un ministro en funciones y unos cabecillas, en algunos casos incontrolados por los propios organizaciones sindicales.

En las reivindicaciones laborales subyace el trasfondo de unas transferencias que no han llegado a la Comunidad en gran medida por cierta pasividad del Gobierno Regional tanto con Aznar como con Zapatero. Fernando de la Cierva dejo el expediente guardado en un cajón sin cuantificar como un tema secundario y luego Manuel Campos tuvo que correr y hablar con Fernández Bermejo para marcar el camino. La plena sintonía parecía sólo interrumpida por las elecciones generales. Bermejo se ha convertido en el centro de la diana de los huelguistas y Campos ha estado prudentemente callado.

Pero lo más grave, como dicen abogados y procuradores, está en el fondo. Los dos meses de huelga acumulan expedientes que tardaran dos años en ponerlos al día. Y aquí no sólo están los temas pendientes de presunta corrupción urbanística o posible concursales de empresas. El parón afecta a todos los ámbitos sociales y familiares. Parece que la Justicia no es importante en la convivencia ciudadana. Una huelga de recogida de basuras o de panaderos no se podría soportar más de una semana. La Justicia parece que es un servicio totalmente prescindible.

La agricultura recoge el paro de la construcción

El dato, aunque sea indicativo, es muy significativo. El paro regional cae por por primera vez en los últimos meses. La subida del paro en la construcción, algo previsible, ha sido recogido generosamente por la agricultura y el sector servicios.

El trasvase de la construcción a la agricultura es importante en lo que se refiere a la mano de obra inmigrante, el sector más débil, en etapas de recesión económica. Aunque la capacidad de absorción por parte del campo es limitada porque a pesar de su modernización y los problemas hídricos su aportación al PIB regional y su generación de empleo es limitado.

El paso al sector servicios requiere en algunos caos el conocimiento del idioma, algo que limita al colectivo magrebí y subsahariano. La integración social de los emigrantes es una asignatura pendiente si la recesión económica se acentúa según las previsiones de los analistas en el sector inmobiliario y constructor.

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