sábado, 15 de marzo de 2008

El tamaño de la desolación / Patricio Hernández*

Zapatero ha ganado y Rajoy ha perdido. La mayoría de los españoles ha elegido tener un gobierno de la izquierda. Todo el mundo sabe esto, como es público y notorio que en Murcia las cosas son muy diferentes.

La derecha murciana acaba de ganar abrumadoramente otras elecciones decisivas. Rompiendo de nuevo su techo, ha superado el 61% del voto, aumentando casi un 4% -más de 55.000 nuevos votantes respecto al 2004-dejando a un abismado PSRM-PSOE a la humillante distancia de 29 puntos (nueva bajada de 2,37 puntos, y 2560 votantes menos), y literalmente hundida a IU (que ha perdido, por la bipolarización y el voto útil, más de 8000 sufragios).

Si buena parte del los votos que pierde IU han debido ir a los socialistas, esto supone que el PP ha continuado ganando antiguos votantes del PSOE. El corolario ha sido que los conservadores se quedan el nuevo diputado de la circunscripción y el 70% de la representación murciana en el congreso. Ninguna región muestra un panorama semejante.

El PP murciano obtiene más del 60% del voto en 24 de los 45 municipios de la región, mientras que en 10 de ellos el PSRM queda por debajo del 30%. Si distinguimos las distintas convocatorias (municipales, regionales, nacionales y europeas) es la decimosexta elección que gana el PP en quince años-desde 1993- de ininterrumpidas victorias, de las que quince lo fueron con más del 50% de los votantes (en su ciclo de mayorías, los socialistas murcianos sólo superaron el listón del 50%, y por muy poco, en dos ocasiones). Entre estas victorias populares se incluyen las cinco últimas elecciones generales.

Para añadir sal a la herida baste señalar otras dos significativas circunstancias de las elecciones del domingo: la Región de Murcia no sólo es la que más vota al PP, sino que lo hace 10 puntos más que Valencia y 12 más que Madrid, las otras comunidades donde la hegemonía popular es aplastante; y la victoria se produce con una de las más altas cifras de participación electoral en nuestra historia democrática, del 80,46%, la más alta de España, 5 puntos por encima de la media nacional, lo que reduce la abstención a poco más de lo que los expertos consideran abstención técnica o estructural (los que no votan en ningún caso), y elimina la posibilidad de diseñar futuras estrategias orientadas a recuperar abstencionistas o robar votos a otras formaciones de la izquierda.

El PP ocupa en Murcia todo el campo que va de la extrema derecha al centro, dejando a los socialistas únicamente con los menguados votos netos de una izquierda derrumbada sobre su propio suelo, cercada por un muro infranqueable que le aísla del resto del electorado y que no muestra por ahora porosidad alguna. Sería, en consecuencia, absurdo y profundamente equivocado negar o maquillar la magnitud catastrófica de la derrota de la izquierda. Nadie con un mínimo de criterio político puede pensar que los socialistas tengan ninguna opción en Murcia antes de 2015.

Las preguntas que surgen de inmediato son dos: ¿cómo hemos llegado hasta aquí? y ¿cómo la izquierda, y en concreto su partido mayoritario, puede salir de este continuado fracaso?

La primera pregunta la hemos ido contestando estos años desde el Foro Ciudadano subrayando que el PP ha sabido suplementar nuestro déficit de identidad regional y nuestra correlativa y fuerte identificación con lo genéricamente español a través de la exitosa manipulación del problema del agua (nacionalismo hidráulico), de la agitación constante del fantasma del agravio victimista frente a otra regiones perpetrado por un gobierno central al que se presenta –incluso contra la evidencia de las cifras de inversión-como permanentemente hostil, del ejercicio de un liderazgo fuerte e incontestado, de un agobiante control de la comunicación pública, y de la profunda y profusa penetración clientelar de la sociedad murciana, con un discurso lleno de eficaces simplicaciones y falsedades que, sin embargo, ha logrado instalarse en la difusa conciencia política de una mayoría cada vez más amplia de la sociedad. Aunque moral y políticamente nos repugnen muchos de los métodos empleados, hay que descubrirse ante los exitosos resultados cosechados por quienes han sido estúpidamente menospreciados durante años por su oposición.

A estas razones sumariamente expuestas se podrían añadir sin duda otras, pero ninguna tendría tanta capacidad explicativa como la que señala la debilidad e insuficiencia de la oposición. En efecto, y pasamos a contestar la segunda de las interrogantes planteadas, el principal problema de la izquierda murciana está en ella misma. Si dejamos ahora a un lado a IU, y a los sindicatos y movimientos sociales situados en la izquierda, que requerirían un análisis separado, para centrarnos en el partido mayoritario, el PSRM-PSOE, nos encontramos con una organización que parece autista y ensimismada, aislada cada vez más de la sociedad, escasamente autocrítica, controlada en cada pueblo y en cada agrupación- con raras excepciones y a despecho de los muchos y buenos militantes que todavía tiene- por profesionales de la política expertos en la cainita conspiración autodestructiva que ha sido su escuela y su especialidad durante décadas, con representantes entre resignados y acomodados a ocupar la parcela institucional que nuestro sistema atribuye a la oposición, tarea que suelen ejercer con poca convicción; una organización sin tensión ideológica ni verdadero debate, por lo que nadie puede garantizar que no se pueda repetir en cualquier lugar las prácticas que censuran con razón a la derecha y que desacreditan a la izquierda mucho más que a sus adversarios.

Añádase que su proyecto no parece ser otro en los últimos tiempos que vender las bondades del gobierno de España como meros delegados de éste, sin una propuesta con perfiles propios que ofrecer a los ciudadanos de una región que tiene asumida la mayor parte de las competencias; con un liderazgo débil cuyo propósito de renovación es desesperadamente lento y a largo plazo, además de estar sujeto a todo tipo de equilibrios y amenazas; y con una disminuida capacidad de respuesta mediática frente a la musculosa máquina de comunicación político-institucional del PP. Una organización que falla, pues, en visibilidad, liderazgo y proyecto propio, pero también en arraigo, apertura e interlocución con la sociedad; es decir, en todo lo que necesita una fuerza política que aspire a gobernar.

El PSRM-PSOE, si quiere ser la fuerza llamada a nuclear una alternativa al poderoso PP murciano, necesita abrir un proceso de profunda renovación, una verdadera refundación que vaya mucho más allá del mero cambio de dirección, que si es necesario es también insuficiente, y cuyo recambio no se encuentra entre quienes no sólo han cosechado en su ámbito territorial los mismos malos resultados, sino que han sido igualmente corresponsables de la situación lamentable a que han conducido a su partido. Pero tampoco se podrá hacer si se niega con contumacia la dura e ingrata realidad, los fracasos clamorosos en las responsabilidades contraidas, y se cifra la apuesta en ilusorios talismanes como colocar a alguien de aquí en la esfera gubernamental o en que el gobierno de Zapatero solucione aquello que no se sabe resolver por méritos propios.

* Presidente del Foro Ciudadano de la Región de Murcia

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