domingo, 8 de abril de 2007

Cultura revisará hoy lunes los posibles daños de la lluvia/humedad a las imágenes mojadas de Salzillo


MURCIA.- La prevista lluvia en la mañana del Viernes Santo sobre la ciudad de Murcia hizo súbita aparición poco antes del mediodía, recorrido ya más de la mitad del trayecto por la procesión de 1.500 metros de longitud, y mojó sin remisión las tallas de madera del imaginero Francisco Salzillo, en sus cinco principales pasos, precisamente en el tricentenario de su muerte y presumiblemente por la imprudencia o error de cálculo del hermano mayor y presidente de la Cofradía de Jesús, Rafael Cebrián, quien ordenó personalmente la salida del desfile pese al duro y probable pronóstico del tiempo, que él sí conocía.

Antiguos responsables de la Cofradía opinan que, dada la situación meteorológica existente el Viernes Santo por la mañana en Murcia, ellos se habrían pensado muy mucho ordenar la salida de los pasos de la iglesia de Jesús, aunque comprendan que es muy complicado tomar una decisión así en fecha tan señalada como el tricentenario del propio Salzillo y después de dos veces sin salir el cortejo, por lluvia, dentro de esta misma década.

La nueva Ley de Patrimonio aprobada por la Asamblea Regional en la legislatura que acaba de terminar, otorga mayor poder y participación a la Comunidad Autónoma en la conservación de los bienes culturales, aunque sean de propiedad privada como es el caso de las figuras de Salzillo pertenecientes a la vieja Cofradía de Jesús.

Ahora, la dirección general de Cultura de la Comunidad Autónoma, debido a que algunas de las más valiosas obras del patrimonio cultural de la Región de Murcia se han encontrado expuestas a la intemperie, las universalmente conocidas imágenes del murciano Salzillo, va a proceder hoy lunes a una inspección profesional del estado de las tallas para tomar decisiones pertinentes sobre una eventual restauración tras comprobar si se ha llegado a hinchar la madera por culpa de alguna filtración o bolsa acumulada de humedad.

Ya se ha ordenado a los técnicos del Centro de Restauración de la Comunidad Autónoma que, aprovechando que hoy el museo, como todos los lunes, permanece cerrado, realicen una inspección exhaustiva para elevar un informe preciso urgente sobre el estado de las tallas, comprobar si el agua ha podido dañarlas y en qué medida.

Unos primeros análisis más superficiales pero sin emplear la tecnología más avanzada disponible en Murcia, parecen indicar que, aparentemente, no han sufrido desperfectos, aunque ahora se desea un estudio más cualificado y en profundidad por parte de los técnicos especialistas de la Comunidad Autónoma.

Según fuentes de la dirección del Museo Salzillo, nada más regresar los cinco primeros pasos a la iglesia de Jesús, fueron secados con papeles absorbentes suaves. El empleo de cualquier tipo de calor, directamente sobre las imágenes, podría perjudicar su conservación, por lo que se descartó de principio esa posibilidad en todos los casos para no correr el riesgo de alterar el estofado.

Desde la Cofradía de Jesús mantienen,igualmente, que ninguna de las imágenes ha sufrido desperfecto. Revelan también que los plásticos, preparados debajo de cada paso, se pusieron cubriendo todas las imágenes en cuanto comenzó a llover. Durante la mañana del sábado se revisaron de nuevo todas las tallas para localizar algún problema posterior que hubiese podido surgir al cabo de las horas y no detectado en un principio.

Según las mismas fuentes, la Cofradía de Jesús diseñó y tenía preparado un dispositivo de emergencia en el caso de que lloviera: todas las iglesias del recorrido estaban preparadas para resguardar los pasos si eso se producía, y se debían colocar los plásticos, que se portaban doblados bajo cada paso, ante las primeras gotas de lluvia que hiciesen su aparición.

Luego los cinco primeros no se pudieron resguardar en San Nicolás al no caber ninguno de ellos por sus puertas. La Cofradía también preparó itinerarios alternativos más cortos hacia la iglesia de Jesús. Al final, se hizo lo único posible a esa altura del desfile: resguardar los cuatro últimos pasos en Santa Catalina y Santo Domingo, y aligerar la marcha de los cinco primeros hacia el Museo, en algún caso atajando.

Lo mas curioso de todo es que, en el último cabildillo de mayordomos, cabos de andas y estantes, celebrado el día anterior, el comisario de la procesión, Manuel Marquina, explicó a todos los allí presentes que, en caso de que estuviera lloviendo a la hora de la salida o hubiera indicios claros de que podía llover durante las siete horas que dura, el desfile sería suspendido. Cebrián no actuó con esa previsión y ahora la Comunidad Autónoma tiene que tratar de paliar los efectos de su error humano, según testimonio de algunos mayordomos de diversas hermandades.- (NEM)

(En la fotografía, la Cena, al abandonar este año la plaza del cardenal Belluga)

6 comentarios:

Anónimo dijo...

Como manda la tradición, la Cofradía de Nuestro Padre Jesús sacó a las calles su tallas cuando establecen las constituciones, a las seis horas solar que, este año, correspondieron con las ocho en punto de la mañana. Desde hacía varias horas, los alrededores de la iglesia privativa eran un hervidero de cofrades, preocupados por la previsión de lluvias.

El cielo sobre la ciudad, a las seis de la mañana, estaba cubierto. Hacía apenas dos horas que había caído una tromba. El viento parecía girar las nubes sobre la urbe. A las siete seguía igual. Sólo a las siete y media se abrió un claro, que fue barrido más tarde por más nubarrones.

En la calle, algunos recordaron que el Lunes Santo no cayó ni una gota, a pesar de la predicción de lluvias. Otros, en cambio, recordaban la tormenta que deslució los desfiles de la Caridad y la Soledad (sábado y Domingo de Ramos) y obligó a disolver el de la Fe (Sábado de Pasión).

Finalmente, el desfile partió a su hora habitual, después de los responsables de la institución concluyeran que el tiempo, al margen de previsiones, estaba mejorando. Sus datos: informes de los servicios de Meteorología y hasta del propio ejército que advertían, según fuentes de la institución, de que los vientos del Noroeste «aventuraban unas horas de tregua». En eso no se equivocaron. Porque incluso lució el sol cuando el corazón del desfile atravesaba la calle del Pilar, el barrio de San Pedro y hasta la plaza de Belluga, donde volvió a cerrarse el cielo. En ese trayecto, las parroquias estaban avisadas y preparadas para abrir sus puertas en el caso de lluvia. San Pedro, por ejemplo, no espero a ello y las mantuvo durante el paso de toda la procesión. A los pocos minutos comenzaba a llover. Y no pararía durante una hora larga. La mayoría de los tronos no esperaron a la tromba para cubrir con plásticos sus imágenes. La orden era colocarlos ante las primeras gotas.

Una hora tensa

Lo avanzado de la procesión, por otro lado, impedía dar la vuelta al cortejo. Por ejemplo, el paso de Los Azotes ya enfilaba la plaza de Las Flores. El comisario de procesión, Manuel Marquina, y el comisario de pasos, Emilio Llamas, activaron el dispositivo especial. Los cabos de andas se pusieron en contacto con Marquina para esperar órdenes. Era lo que debían hacer, como se acordó en el cabildillo del Jueves Santo.

La San Mujer Verónica se resguardó en la iglesia de Santa Catalina. La Dolorosa, San Juan y Nuestro Padre Jesús, en la de Santo Domingo. El paso de La Caída apresuró su caminar por un itinerario alternativo. Los estandartes se adelantaron. Entretanto, gran parte de los mayordomos velaron por la seguridad de los pasos, despejando la carrera. Otros informaron a los penitentes de que las hermandades no se disolvían. Así, continuaron hacia la iglesia de Jesús. Los paracaidistas siguieron cerrando la procesión.

Después de que los militares rindieron honores a la sede de Jesús, los pasos que se habían refugiado en Santo Domingo regresaron a su templo. Se dudó entre traerlos de inmediato. Sin embargo, los responsables de Santo Domingo aclararon que debían llevárselos, quizá porque estorbaban para los oficios. Lo mismo sucedió con la Verónica. San Juan, la Dolorosa y Jesús volvieron juntos, en una improvisada procesión con apenas unas decenas de cofrades.

La última vez que llovió con tanta violencia sobre Jesús fue en 1981. En aquella ocasión no fue necesario disolver el desfile ya que la lluvia amainó enseguida. El viernes, en cambio, el temporal se mantuvo durante una hora. Y en todo ese tiempo estantes, mayordomos y penitentes dieron una lección de valentía y responsabilidad : no se separaron ni un segundo de los pasos. Era, a fin de cuentas, Jesús.
De "La Verdad"

Anónimo dijo...

Itinerarios alternativos, parroquias abiertas, teléfonos móviles, mayordomos de enlace, plásticos resistentes y mucha precaución. Así se podría resumir el dispositivo de emergencia que, varios días antes del Viernes Santo, articularon los responsables de la Cofradía de Nuestro Padre Jesús Nazareno.

Este dispositivo en poco se diferencia del protocolo a seguir por cualquier cofradía a la que sorprende la lluvia en las calles, si la tormenta se presenta ya avanzada la procesión y resulta más fácil aligerar la marcha que dar la vuelta y andar más camino. «Otra cuestión será discutir -advierten fuentes próximas a Jesús- si se debía salir a la calle o no. Pero, una vez que el desfile estaba en ella y la cabeza había superado los dos tercios de la carrera, no se podía hacer otra cosa».

Al final de la calle de San Nicolás se desvió a los penitentes hacia Sagasta y San Agustín, ya que los tronos del resto de hermandades habían sido cobijados en distintas parroquias. Los cuatro primeros tronos siguieron con sus hermandades compuestas hasta el final. Algunos cofrades apuntaron que había otro desvío antes -por la calle del Pilar hacia San Antolín-, que era el que se debió tomar para ganar más tiempo.
De "La Verdad"

Anónimo dijo...

No quisieron perderse la procesión bajo ningún concepto; ni siquiera bajo la lluvia. Miles de personas permanecieron en sus sillas, resguardados bajo paraguas, durante todo el cortejo de los Salzillos. Cuando la lluvia arreció tampoco se produjo una desbandada. Al contrario, los pasos recibieron aplausos a su paso y se escuchaban gritos de apoyo a los estantes. Entretanto crecía el número de murcianos y visitantes que se reunía en la plaza de San Agustín para ofrecer su apoyo a los cofrades de Jesús.

«Señor, debería usted abandonar la procesión», le advirtió bajo el aguacero el presidente de Jesús, Rafael Cebrián, al obispo de la Diócesis, Juan Antonio Reig Pla. Y la respuesta fue contundente: «Ahora más que nunca es cuando debo estar con vosotros». La decisión del obispo fue secundada por toda la presidencia de la cofradía, incluida la corporación local, de uno u otro signo político. El alcalde de Murcia, Miguel Ángel Cámara, se saltó el protocolo para colocarse junto a Cebrián y apoyarlo. Como hicieron los demás.

Maniobras de espanto

Girar más de un tonelada sobre los hombros de 28 nazarenos estantes es casi una proeza. Y eso fue lo que se pudo ver en las calles de Murcia el pasado Viernes Santo. De entrada, la procesión discurrió un tanto apresurada, en el intento de vencer la amenaza de lluvia. Y cuando la tormenta se precipitó, fue necesario meter el hombro más que nunca.

Apenas tuvieron descanso, por ejemplo, aquellos sobre cuyos pasos cayó el temporal en la calle de San Nicolás, a medio kilómetros largo de la iglesia privativa. Sin apenas paradas, sobre un suelo resbaladizo y cuajado de charcos, los estantes cargaron con los tronos todo lo rápido que podían y cuanto la prudencia recomendaba.

Incluso los más veteranos coincidían en señalar que hacía mucho tiempo que no se veían en un trance similar. Y es posible que pase también mucho hasta que vuelva a repetirse.
De "La Verdad"

Anónimo dijo...

Cuando la lluvia arreció, los cuatro primeros tronos siguieron su carrera, formadas las hermandades. La Verónica, en cambio fue resguardaba en Santa Catalina. A partir del cuarto paso, Los Azotes, el resto de penitentes fueron desviados por un itinerario alternativo. Así, al final de la calle de San Nicolás torcieron en Santa Teresa hacia la calle Sagasta y alcanzaron San Agustín por la calle Arrixaca, siempre bajo las órdenes de los mayordomos.
De "La Verdad"

Anónimo dijo...

Un inoportuno aguacero a mitad del recorrido impidió concluir a la procesión de la Cofradía de Nuestro Padre Jesús, que este año conmemora el tercer centenario del nacimiento del genial escultor Francisco Salzillo

El chaparrón que cayó sobre Murcia durante una hora impidió a la Cofradía de Jesús completar el recorrido de la procesión en la mañana de Viernes Santo, en el año de la conmemoración del tercer centenario del nacimiento del escultor Francisco Salzillo, autor de ocho de sus nueve pasos. La tormenta sorprendió a la comitiva ‘morá’ en mitad del desfile y tiñó de gris una mañana en la que la puerta de la Iglesia de Jesús se abrió sin miedo a las previsión meteorológica ya que a la sexta hora solar, como marcan sus Primitivas Constituciones, el temporal decidió hacer un alto.

Durante la noche anterior, la lluvia continuó cayendo y cesó apenas media hora antes del inicio de la procesión. La Junta de Gobierno decidió salir y así se lo transmitió el presidente Rafael Cebrián a los nazarenos en una reunión cuando sólo faltaban unos minutos para las ocho de la mañana. La Cofradía de Jesús iniciaba su recorrido ante la expectación de la multitud congregada en la plaza de San Agustín. Los murcianos no faltaron a su cita y sin miedo a la lluvia, son muchos los que madrugaron para contemplar el cortejo ‘morao’ pero un detalle hacía temer lo peor, las sillas no estaban colocadas.

El estandarte de los ‘salzillos’ asoma. Los toques de bocina y burla confirman lo que ya todos esperan. El pelotón de los más pequeños se pone en marcha y algunos nazarenos históricos comentan que “son los están en el cielo los que aprietan para separar las nubes, porque hay que salir”. En ese empeño, y con la lógica preocupación el paso de ‘La Última Cena’ cruza el dintel de la Iglesia de Jesús y empieza a caminar tras diez minutos de espera en la puerta. Tras él, sale ‘La Oración del Huerto’, que esta Semana Santa recordará el relevo de su cabo de andas, ya que Pedro Zamora, deja el cargo a sus hijos, y una vez que la palmera se repone de un pequeño incidente, inicia su recorrido con la mirada puesta en las nubes.

Parece que está levantando, incluso se divisa la claridad de algunas mañanas de Viernes Santo de Murcia pero muchos tampoco olvidan de su memoria la procesión de 1981, donde la tormenta apareció en mitad del recorrido. Mientras tanto, los estantes ponen en la calle los pasos de ‘El Prendimiento’ y ‘Los Azotes’ y cuando le llega el turno a La Verónica un rayo de sol toca el rostro de la mujer arrancando el aplauso de los murcianos.
‘La Caída’ inicia su camino envuelta en esperanza y al salir ‘Nuestro Padre Jesús Nazareno’, vestido con la túnica del primer centenario, nada parece amenazar la procesión. Completan el desfile el San Juan y La Dolorosa que luce el manto de la Coronación. El cielo parece clarear y la sangre ‘morá’ se vierte con confianza en las calles de Murcia ofreciendo bellas estampas durante tres horas en la plaza de Las Flores, frente a la Catedral o en la plaza de Santo Domingo. La obra de Salzillo está en la calle. Tres años sin salir (suspendida en 2002 y 2004) en los últimos cinco serían demasiados, pero la lluvia no quiso respetar al cortejo.

La hora maldita
Los paraguas se abrieron en torno a las 11 de la mañana. Unas pequeñas gotas hacían presagiar lo peor y, en media hora, una fuerte lluvia obligaba a colocar los plásticos sobre las imágenes. En unos minutos se puso en marcha el plan de evacuación previsto por la Cofradía de Jesús.

El titular de la institución, ‘Nuestro Padre Jeús Nazareno’, el ‘San Juan’ y ‘La Dolorosa’, se resguardaron en la iglesia de Santo Domingo, mientras que ‘La Verónica’ se refugió en la iglesia de Santa Catalina. Mayordomos, penitentes y la presidencia toman Acisclo Díaz y se unen a la primera parte de la comitiva que alcanza Santa Teresa. El paso de ‘La Caída’ desestimó entrar en San Bartolomé y decidió seguir hacia la Iglesia de Jesús acortando por la calle del Pilar. ‘El Prendimiento’ aguantó un cuarto de hora en San Nicolás hasta que reanudó la procesión y logró llegar hasta la plaza de Jesús, donde centenares de personas soportaron la lluvia para aplaudir a los estantes de los primeros pasos que lograron concluir la procesión.

Posteriormente, al hacer un alto la lluvia, los nazarenos trasladaron los tres pasos desde Santo Domingo en una pequeña procesión íntima y silenciosa. Al menos, muchos se felicitaban por haber podido salir.
De "El Faro"

Anónimo dijo...

Una vez más, la impertinente lluvia ha jugado esta Semana Santa con los sentimientos de la nazarenía murciana poniendo a prueba su coraje y maestría a la hora de salvar dificultades adversas. Por ello, en la mañana de Viernes Santo todo se solucionó satisfactoriamente y la cofradía de Nuestro Padre Jesús Nazareno pudo regresar al Museo Salzillo con su espléndido patrimonio artístico intacto.
Acababa de hacer acto de presencia la imagen de La Dolorosa en la plaza de Belluga, bellamente vestida por Fernando Asensio Dexeus, con la túnica y el manto que estrenó el día de su coronación, cuando comenzaron a caer las primeras gotas y los paraguas comenzaron a abrirse, faltando apenas unos minutos para las 12 horas.
Era un mal presagio, que muy pronto se transformó en una pertinaz tormenta de agua, que ponía en peligro las imágenes, y a prueba la resistencia de los hombres que portaban a hombros los pasos.
Se quebraban, además, las ilusiones de la ciudadanía y de los numerosos visitantes desplazados a Murcia para disfrutar en la calle del legado de nuestro gran imaginero, aunque numeroso público aguantó hasta la recogida a las puertas de la iglesia de Jesús.
En un gesto de compañerismo y solidaridad, los templos de Santa Catalina y Santo Domingo abrieron sus puertas, desplazaron los bancos para dejar espacio libre y para que pudieran descansar sobre ellos los pasos, sacaron paños y esponjas para secar los tronos, poniéndose al servicio de los nazarenos 'moraos'.
Por su tamaño y estructura, tres fueron las imágenes que se resguardaron en la iglesia de Santo Domingo, templo regentado por la Compañía de Jesús: Nuestro Padre Jesús Nazareno, cuyos mayordomos, permanecieron en pie, sin separarse del trono, durante el tiempo que permaneció en el interior del templo, la imagen de San Juan y La Dolorosa.
Mientras en el templo de reparación de Santa Catalina, sede canónica de la cofradía del Santísimo Cristo de la Caridad, acogió la imagen de la Santa Mujer Verónica, en donde, el consiliario Jesús Carrasco Niño, junto con la vicepresidenta de la cofradía, Mari Carmen Valverde y la camarera del Cristo de la Caridad, Trinidad Alcázar, grupo al que luego se sumó el presidente Víctor García Clemares, atendieron al grupo de estantes encabezado por su cabo de andas José Carlos Carrión y por el camarero de La Verónica y mayordomo, Enrique Fontes.

"Nada igual en 58 años"
"En 58 años, yo no había visto nunca algo semejante a lo que ha ocurrido hoy", nos comentaba Guillermo Martínez, el más 'viejo', del grupo, según sus propias palabras. Sin embargo, se tiene constancia de que en 1920, se dio una circunstancia similar, siendo el templo catedralicio, quien abrió sus puertas para cobijar a la totalidad de las imágenes.
Por su tamaño y estructura, peor suerte corrieron los pasos de: La Santa Cena, La Oración en el Huerto, El Prendimiento, Los Azotes y La Caída, que tuvieron que volver, salvando no pocas dificultades y totalmente empapados, a la iglesia privativa de Jesús, al no poder refugiarse en ningún otro templo.
Cuando cesó la tormenta, las imágenes iniciaron el regreso al Museo Salzillo y a las puertas, la Santa Mujer Verónica aguardó la llegada de la imagen titular, Nuestro Padre Jesús Nazareno, que vestía la túnica brocada en seda que le fue obsequiada al conmemorar su primer centenario, a San Juan y a la imagen de La Dolorosa, que, como es habitual, cierra siempre con broche de oro el cortejo de la mañana de Viernes Santo.
De "La Opinión"