martes, 10 de marzo de 2020

La agricultura regional se debilita y la construcción se ha estancado

MURCIA.- La Confederación Regional de Organizaciones Empresariales de Murcia (Croem) ha presentado el último Boletín de Coyuntura que elabora su Departamento de Economía, correspondiente al último trimestre de 2019, en el cual se percibe un «estancamiento» en construcción –especialmente en su variable residencial– y un «debilitamiento» de la agricultura, visible sobre todo en la campaña vegetal, «muy lastrada por diversos condicionantes». 

El principal, advierte la Croem, «la falta de recursos hídricos, que hace hoy más necesarias que nunca las aportaciones del trasvase Tajo-Segura, cuya continuidad es obligada para la supervivencia de la industria agroalimentaria regional». Esta situación «debe resolverse de inmediato y no ser una lacra Gobierno tras Gobierno».
A pesar de ello, la Confederación Regional de Organizaciones Empresariales de Murcia señala que existe un repunte en la economía regional durante el pasado año ya que, tras una anualidad 2018 en la que la desaceleración de la economía regional «fue más intensa de lo inicialmente esperado, en 2019 se vuelve a tasas más acordes con el que debería ser su potencial a medio plazo».
En particular, la economía regional fue acelerando su tasa de actividad en el primer semestre, para estabilizarlo a partir de entonces, de modo que para el conjunto del año se podría haber logrado un crecimiento en torno al 2%, a falta de confirmación oficial por parte del INE.
Se trata de una cifra «contenida», mejor que la del año anterior pero lejana a las que se alcanzaron en los primeros años de la recuperación económica. Además, esta evolución «ni ha sido homogénea en los distintos sectores ni está exenta de riesgos», dice la patronal, que destaca la aportación del sector industrial y de la actividad terciaria, esta última impulsada por las ramas turísticas y comerciales, beneficiadas por la contención de precios.
Por otra parte, la evolución reciente y futura de la economía regional «está determinada por una serie de factores de riesgo que pueden ejercer una presión bajista».
Entre los que resultaban previsibles se encuentran «un déficit elevado que precisa de un gran compromiso para controlarlo y hacer más eficientes las Administraciones con un ajuste del gasto más racional, una deuda incontrolada que debe cambiar de rumbo y un injusto sistema de financiación autonómica necesitado de un nuevo pacto que no admite más demora».
A estas circunstancias se unen los menores vientos de cola externos que habían impulsado la economía regional durante el pasado reciente.
Pero también se suman varios determinantes intrínsecos que requieren medidas concretas: los problemas estructurales de la agricultura (hídricos, medioambientales y de regulación de mercados, entre otros); la volatilidad manufacturera, que adolece de un plan industrial; o las limitaciones en la rentabilidad de establecimientos turísticos, por citar algunos.
Precisamente un sector, el del turismo, «necesita de la implicación y del total apoyo en unos momentos complicados para el mismo», reclama la Croem, «sin olvidar la necesaria recuperación del Mar Menor como uno de los buques insignia de la Región», concluye.

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