MURCIA.- Cierra mañana 'La Fonda Negra'. El establecimiento de selecta alimentación, que ofrecía fiambres, quesos, vinos, mariscos y otros productos, llevaba abierto desde 1898 y era de los pocos locales antiguos que había sobrevivido al paso del tiempo en la capital regional tras desaparecer Alcazar, Pedreño y La Royal. El hijo del propietario del mítico local murciano ha compartido un escrito para despedir hoy al "pedacito de la Murcia de antaño":
"El
viernes 6 de Septiembre de 2019 subió la persiana por último día D.
Jesús Sánchez Blaya, propietario del centenario comercio de alimentación
'La Fonda Negra' sito en la Calle González Adalid.
Desde
1898 (quizás incluso antes, vaya usted a saber), llevaba dicho
establecimiento ofreciendo la mejor selección de fiambres, quesos,
vinos, conservas de marisco y un sin fin de productos que varias
generaciones de clientes han podido degustar y que bien valió el
reconocimiento de la Cámara de Comercio con el Premio Mercurio en 1993.
Recuerdo
con nostalgia cuando mi madre nos recogía a mi hermana y a mí del
colegio y de camino a 'la tienda' pasábamos por Trapería y hacíamos un
alto en el camino en la confitería Viena, para comprar unos panecillos y
rellenarlos de salchichón de Vic, o de jamón ibérico o serrano (según
estuviera de humor mi padre).
Eran los años 80, y el negocio funcionaba viento en popa, pues no existían grandes superficies que pudieran competir con los comercios del casco histórico de Murcia. Mi abuelo 'Paco el de la fonda', mi padre y Andrés despachaban sin cesar mientras un mozo manejaba con destreza la carretilla para llevar los pedidos a domicilio que se requerían a través de un teléfono fijo que no cesaba de sonar.
Eran los años 80, y el negocio funcionaba viento en popa, pues no existían grandes superficies que pudieran competir con los comercios del casco histórico de Murcia. Mi abuelo 'Paco el de la fonda', mi padre y Andrés despachaban sin cesar mientras un mozo manejaba con destreza la carretilla para llevar los pedidos a domicilio que se requerían a través de un teléfono fijo que no cesaba de sonar.
Una época
dorada en la que en Navidad la gente esperaba en la calle debido a un
exceso de aforo de clientes que acudían a comprar los mejores productos
para servir en sus mesas de Nochebuena y de los empresarios que
encargaban sus cestas de Navidad (eso sí eran cestas) que preparaba en
el sótano y sin apenas descanso mi añorada abuela Clara.
Gracias
a la Fonda Negra en mi familia hemos podido comer, pero gracias a mi
padre, que no ha faltado ni un solo día a trabajar (ni siquiera estando
enfermo como bien saben los clientes más allegados) hemos podido
estudiar, viajar, y disfrutar de una buena juventud hasta ser
independientes.
Él siempre ha querido que estudiáramos y nos ha mantenido alejados del negocio pues a él no le dieron opción y observaba despachando desde el mostrador cómo sus compañeros de Maristas se hacían odontólogos, periodistas, abogados, etc.
Él siempre ha querido que estudiáramos y nos ha mantenido alejados del negocio pues a él no le dieron opción y observaba despachando desde el mostrador cómo sus compañeros de Maristas se hacían odontólogos, periodistas, abogados, etc.
Sólo
me ha involucrado a finales de los 90 en fechas navideñas, al
convertirme repartidor en moto de paquetes y pequeñas cestas durante mis
vacaciones en el Instituto y cuando él se tomaba un merecido descanso
anual la segunda quincena de Agosto y me hacía responsable de acercarme a
comprobar el funcionamiento de las cámaras frigoríficas (momento que
aprovechaba para coger alguna delicatesen a escondidas).
Cierra
La Fonda y con ella se va un pedacito de esa Murcia de antaño, de la de
blanco y negro, pero también de la de color. Gracias Fonda Negra,
gracias papá."
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