viernes, 13 de julio de 2007

Con las generales en la mochila / Juan Redondo


Cerrado el expediente de las autonómicas y las municipales los grandes partidos han tocado generala, porque marzo está a la vuelta de la esquina. Zapatero cambia gobierno y Rajoy no quiere relajación entre los suyos.

Las dos grandes escuderías de Ferraz y Génova han empezado a elaborar programas y estrategias porque a mediados de septiembre hay que empezar a correr, con todo el equipo bien conjuntado.

Y esto afecta especialmente a provincias, que son las circunscripciones naturales de las elecciones generales.

Aquí, en esta comunidad uniprovincial del Sureste, las cosas pintan muy diferentes para Valcárcel y Saura. Los populares andan haciendo algunos ajustes mecánicos en el Mar Menor, mientras su líder indiscutible tiene la oportunidad de aligerar equipaje. Valcárcel aprovechará los comicios para utilizar las listas del Congreso y del Senado y de paso remodelar su Gobierno.

Tienen ahora los populares muchas vacantes en Madrid para agradecer los servicios prestados a personas de reconocida lealtad. Y si gana Rajoy también sería el momento de intentar colocar algún murciano al frente de un ministerio, de una subsecretaría o en el peor de los casos en una secretaría de Estado o en una dirección general. Y también de preparar la sucesión.

A Valcárcel le llega de dulce la primavera mientras que Saura va a tener muchos problemas en los sembrados. Para el líder socialista esta puede ser la última oportunidad en su carrera. Con los resultados del pasado 27-M a sus espaldas, con algunos “dinosaurios” de su partido pisándole los talones, Saura tiene que hacer listas, con lo que eso significa en el PSRM, y luego conseguir un resultado minimamente presentable en el antiguo feudo socialista.

Afronta el reto, con agrupaciones con telarañas y una organización obsoleta en muchos municipios. Y además en un territorio al que la dirección federal de los socialistas dio hace tiempo por perdido. Los esfuerzos son para Castilla-La Mancha o la Comunidad Valenciana, donde aportan más diputados y existen más posibilidades.

A Saura, a pesar de contar con una guardia pretoriana leal, cohesionada y sacrificada, no le queda un otoño e invierno precisamente envidiable. Tras los pasados resultados electorales le cuesta estructurar su nuevo discurso, ahora está agarrándose al trasvase Tajo-Segura con “uñas y dientes”, esperando que el efecto Zapatero se mantenga en el resto de España y los socialistas sigan de inquilinos en La Moncloa.

En septiembre con los motores calientes en ambas escuderías, las generales van a marcar la vida política regional, con un Valcárcel “comodón” con su gran mayoría absoluta y un gobierno de “gregarios” dispuestos a trabajar y sacrificarse por su presidente. Pedro Saura lo tiene más incómodo.
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