viernes, 13 de julio de 2007

CC OO exige que se pidan responsabilidades a "Polaris World" por el accidente de Fuente Álamo

CARTAGENA.- El sindicato CCOO exigió hoy responsabilidades a "Polaris World", como "empresa principal" respecto al accidente ocurrido ayer en Fuente Álamo en el que dos trabajadores murieron y otros siete sufrieron heridas de diversa consideración.

El secretario de Acción Sindical, Salud Laboral y Medio Ambiente de CCOO de la Región de Murcia, José Cánovas, dijo que el accidente es el resultado de la siniestralidad laboral que lleva aparejada el trabajo en precario y las subcontratas.

Para CCOO "es necesario exigir responsabilidades a la empresa principal, "Polaris World", ante el más que cierto riesgo de insolvencia de las dos subcontratas de las que dependían los trabajadores".

Además se preguntó si quienes realizan tareas de conducción, deben también realizar otro tipo de trabajos con el consiguiente riesgo que pueda suponer el cansancio acumulado.

Este responsable de CCOO manifestó su solidaridad con los trabajadores siniestrados y sus familias, al tiempo que se puso a disposición de los trabajadores y sus familias para todo lo que puedan necesitar.

El accidente tuvo lugar cuando un vehículo mixto adaptable Ford Transit, con matrícula portuguesa 5684-SH, se salió de la calzada por el lado izquierdo de ésta, colisionando posteriormente con una vivienda colindante a las 6.40 horas, a la altura del kilómetro 22,900 de la carretera MU-602, que une Cartagena y Alhama de Murcia, en la localidad Cuevas de Reyllo del término municipal de Fuente Álamo, y desocupada en el momento del siniestro, según fuentes de la Guardia Civil de Murcia.

Según fuentes de la Delegación del Gobierno en Murcia, a consecuencia del accidente resultaron muertos el conductor del vehículo, Jorge Felipe D.F., de 23 años y nacionalidad portuguesa, y el ciudadano guineano Sory B., de 30 años.

El resto de implicados en el accidente resultaron heridos de diversa consideración. Rui T.B., de 36 años y nacido en Guinea, fue trasladado al Hospital Virgen de la Arrixaca con diagnóstico muy grave, debido a un poli-traumatismo craneoencefálico y otorragia, donde fue intervenido quirúrgicamente durante la tarde de ayer, su situación era estable y se encontraba fuera de peligro.

Fuentes de la Consejería de Sanidad informaron de que Jorge G.F., angoleño de 36 años, ingresó en el Hospital del Rosell en Cartagena con diagnóstico grave, debido a un traumatismo abdominal, al igual su compatriota Joao P.M., de 24 años, con policontusiones y el súbdito guineano Braima G., de 44 años, con policontusiones y una pierna rota.

El brasileño de 36 años, Eduardo José S., así como Rachid C., guineano de 26 años, y Jury O., de 41 años y nacionalidad ucraniana, ingresaron en el centro sanitario cartagenero con diagnóstico leve, recibiendo el alta durante la tarde.

Tal y como informaron fuentes de la Benemérita, los implicados en el accidente, que estaban contratados por la empresa ‘PARC limitada’, de la localidad portuguesa de Fernao Ferro, se dirigían a trabajar en la urbanización ‘Jardines de Alhama’, de Polaris World, situada a veinte kilómetros del lugar del siniestro, subcontratados por ‘Estructuras Estrella del Sur", empresa de Torre Pacheco.

Fuentes policiales manifestaron que el accidente pudo tener su origen en un adelantamiento indebido, tal y como afirmaron los ocupantes de la furgoneta dados de alta durante la tarde de ayer. Según la Benemérita, la circulación densa de la carretera a la hora del accidente pudo provocar que el conductor del vehículo saliese de la calzada chocando frontalmente con la vivienda, propiedad de una empresa local.

De esta forma, los agentes de la Benemérita investigan el suceso con el fin de determinar si se puede catalogar de accidente laboral o si por el contrario se trata de una imprudencia del conductor.

Un portavoz de la empresa "Estructuras Estrella del Sur", de Torre Pacheco (Murcia), informó hoy de que se han comenzado los trámites para repatriar a Portugal los cadáveres de los dos trabajadores que murieron ayer en un accidente de tráfico cuando se dirigían a su puesto de trabajo.

La empresa "Estructuras Estrella del Sur" tenía subcontratada mano de obra de "Parc limitada" filial en España de la sociedad lusa Parc Construcoe Armacoes, ubicada en la localidad de Fernao Ferro, que traía a los trabajadores hasta Murcia.

Fuentes de la citada empresa de Torre Pacheco confirman que se están realizando los trámites para proceder a la repatriación de los cadáveres de los dos hombres a Portugal.

El alcalde de Torre Pacheco, Daniel García Madrid, comunicó que la Administración local está a plena disposición de los cuerpos de seguridad, así como de los familiares de las víctimas, para favorecer la investigación y la repatriación de los fallecidos.

García Madrid expresó que los familiares del conductor del vehículo ya se había puesto en contacto con el Ayuntamiento para repatriar el cuerpo a su país de origen, Portugal. No obstante, el alcalde de Torre Pacheco añadió que la repatriación del cuerpo de Sory B. resultará más complicada debido a que hay que localizar a sus familiares en su país de nacimiento, Guinea, y coordinar con dicho destino el traslado de los restos mortales del fallecido.

Los agentes de la Benemérita continúan las labores de investigación del suceso con la intención de esclarecer todos lo hechos y conocer qué provocó que el vehículo chocara con la vivienda de Fuente Álamo.

La alcaldesa de Fuente Álamo, María Antonia Conesa, aseguró que la carretera donde ocurrió el siniestro, la MU-602, que une Cartagena con Alhama de Murcia, es una zona peligrosa para la circulación, debido al tráfico pesado, que frecuenta y soporta la vía.

Conesa manifestó que hasta que no se abra la vía RM-2, que unirá las autovías A-7 y A-30, los problemas que se presentan en la MU-602 no se solucionarán.

La alcaldesa de Fuente Álamo, al igual que su homólogo de Torre Pacheco, Daniel García Madrid, puso el Ayuntamiento de la localidad murciana al servicio de la investigación policial y de las familias de las víctimas.

Pese a que en un primer momento se barajó la posibilidad de que los inmigrantes accidentados en Fuente Álamo no tuvieran permiso de trabajo, las investigaciones de la Benemérita, así como las declaraciones de la empresa "Estructuras Estrella del Sur", que tenía subcontratada a la empresa portuguesa a la que pertenecían las víctimas, "FARC Limitada", determinaron que los nueve ocupantes de la furgoneta siniestrada tenían documentos laborales de Portugal, con lo que podían trabajar en cualquier país de la Unión Europea.

Fuentes de la empresa de Torre Pacheco determinaron que los accidentados, tanto los dos fallecidos como los siete heridos de diversa consideración, residían en un piso de alquiler en la pedanía de Roldán, a unos 15 kilómetros de donde ocurrió el accidente, aunque no pudieron precisar durante cuánto tiempo ocupaban la vivienda.

Sobre el permiso de residencia, fuentes de la Benemérita no informaron de que alguno de los accidentados se encontrase en España de forma irregular, ya que todos poseían los papeles en regla.

No obstante, el Sindicato de la Construcción del Norte de Portugal denunció hoy que más de mil empresas ilegales operan en el mercado luso para reclutar mano de obra para trabajar en obras en España.

La denuncia se produce cuando la prensa lusa informa hoy de que murieron otras dos personas en las carreteras españolas en un accidente en Fuente Álamo, cuando se dirigían a sus puestos de trabajo en las obras de construcción de un complejo turístico en Alhama.

Según el sindicato luso, siete de cada diez trabajadores de la construcción contratados en Portugal para ir a trabajar en España son reclutados por empresas que no tienen licencia, no pagan impuestos ni la seguridad social.

Estos trabajadores son contratados por estos intermediarios "sin que les paguen los salarios vigentes en el país que los recibe", afirma el comunicado del sindicato luso.

Estas situaciones resultan "vergonzosas para una Europa que se dice civilizada", añade la organización obrera del norte de Portugal.

El sindicato reclama una intervención del ministerio portugués de Trabajo, en coordinación con su homólogo de España, y la participación de las policías judiciales de ambos países para combatir este tráfico de mano de obra.

La organización obrera lusa propone que sea obligatorio que las empresas que operan en mercados extranjeros informen a la Inspección General del Trabajo la cantidad de trabajadores que son llevados a otros países y las condiciones de sus contratos. - (Agencias)

1 comentario:

Anónimo dijo...

La salud de los enfermos

Por Tomás Eloy Martínez
El País

Sábado 14 de julio de 2007 |

SICKO es, en la jerga cotidiana de los Estados Unidos, un vocablo ya casi en desuso. Encabalga dos palabras, sick , enfermo, y psycho , psicópata. En las conversaciones de hace medio siglo era parte de una pregunta ofensiva: Are you a sicko? , ¿estás mal de la cabeza? Michael Moore ha restaurado el viejo término para encabezar su corrosivo alegato contra el sistema de salud de los Estados Unidos, una letrina dorada que, según el film, se alimenta de la corrupción y de la codicia.

Quien haya seguido los documentales de Moore desde su extraordinario Roger & Me (1989) podría imaginarlo condenándose voluntariamente a un destino marginal, como el de los profetas bíblicos que entonaban en el desierto su estribillo de males y morían apedreados o crucificados por la cólera de los grandes señores. Nada de eso le sucede, aunque sus películas desnudan hasta el hueso la crueldad de las grandes corporaciones. En 2002, Bowling for Columbine -una denuncia feroz sobre la fascinación por las armas del norteamericano medio- ganó el Oscar al mejor documental, a pesar de que ridiculizaba a Charlton Heston, ídolo histórico de Hollywood. Dos años más tarde, Farenheit 9/11 conseguía una nominación al Oscar y recibía la Palma de Oro en el Festival de Cannes. Los espectadores celebraban a Moore hasta el delirio cuando exhibía las falsedades de que se había valido la administración Bush para justificar la invasión a Irak a la vez que revelaba los vínculos entre la familia presidencial y la de Osama ben Laden. Moore es un detractor incansable de las enfermedades del sistema, pero el sistema lo tolera y hasta lo premia. Es un provocador, como los bufones de las cortes imperiales. Puede cantar todas las verdades que quiera y lastimar mientras las canta, sin que la corrupción y la injusticia se muevan de su quicio.

No hay señal mejor de la velocidad con que las denuncias de Moore se han vuelto inocuas para el sistema que asistir a la proyección de sus películas en cualquiera de los grandes teatros de los Estados Unidos y leer los adjetivos de los avisos publicitarios. Se supone que Sicko documenta una cadena de tragedias, pero los epítetos con que se atrae al espectador son de una frivolidad que espanta, por decir lo menos: "Brutalmente divertida", "Se va a reír hasta que le duela", "A lo mejor le duele un poquito".

Las entradas para las dos últimas funciones de Sicko en una sala de Broadway, cerca de la ópera de Nueva York, estaban agotadas desde el mediodía la víspera del 4 de julio, y las multitudes no ocultaban su satisfacción a la salida, llevando aún gigantescos cuencos de maíz tostado a medio vaciar. Los aplausos y las carcajadas se oían desde el vestíbulo de la entrada. Los dramas que cuenta Moore son atroces, y por eso mismo la gente los cree incorregibles.

Sicko se abre con una entrevista que refleja las perversiones del sistema norteamericano de salud. Rick, un carpintero de Oregon, se ha cortado dos dedos de la mano izquierda con una sierra. El hospital le permite elegir. Reponer el dedo medio en su lugar le costará sesenta mil dólares; por el anular le cobrarán doce mil. Para Rick, que gana cuarenta mil por año, la respuesta es previsible.

Su tragedia, sin embargo, no es tan indignante como la de Donna, una mujer cuyo bebe de meses despierta en medio de la noche con 41 grados de fiebre. Con el chiquito en brazos, corre a la sala de emergencias del hospital más cercano. Allí la rechazan, porque su aseguradora -Kaiser Permanente- le ha asignado otro hospital. Mientras averiguan cuál es ese hospital y piden la autorización para internarlo, la fiebre sube y sube. La madre suplica que atiendan a su hijo. Entre convulsiones, el bebe muere.

Moore acumula en Sicko estadísticas de espanto: 50 millones de norteamericanos viven en los Estados Unidos sin seguro de salud. Nueve millones de ellos son niños. Hay quienes no son empleados y lo pagan por su cuenta. En ese caso, la suma impuesta a una familia tipo sin enfermedades preexistentes llega a los 26.000 dólares, o poco más. Y aun así, con frecuencia hay que pagar aparte por los medicamentos y, cuando se acude a un médico que no está en la lista de la aseguradora, sólo se devuelve parte de lo que se ha pagado, después de discusiones telefónicas y esperas interminables que pueden terminar en otra crisis de fatiga.

Hay escenas de espeso humor negro. Por ejemplo, la entrevista con un cínico médico que controla cómo se autorizan los tratamientos a los pacientes. Por él se entera el espectador de que, cuando un médico rechaza a más del diez por ciento de los que quieren ser protegidos por su seguro de salud, se lo premia con un bono. Cuanto más rechazos hay, mayor es la recompensa. Y si un paciente no ha declarado cierta enfermedad previa y quiere atenderse por otra, puede sufrir inesperados tormentos. Tal fue el caso de una paciente con un severo problema cardíaco, a la que el seguro le reconoció los 7500 dólares gastados en el tratamiento. Todo parecía terminar sin problemas cuando el médico fiscalizador descubrió que la mujer había tenido alguna vez hongos vaginales y había omitido ese detalle en su declaración al seguro. Fue condenada a devolver los 7500 dólares, aunque ya no los tenía.

Sicko se interna en las aguas de la denuncia franca cuando compara el sistema de salud de los Estados Unidos con los de Canadá e Inglaterra, que son generales y gratuitos. En un hospital de Londres, Moore le pregunta a un paciente norteamericano cuánto ha pagado por tal o cual internación. "Nada", le responde. "¿Nada?", insiste. "Nada -le dice-. Esto no es Estados Unidos." Se abstiene de explicar entonces que los pacientes de esos países esperan con frecuencia meses antes de conseguir turno para una consulta. Una paciente cruza la frontera hacia Canadá, donde la atienden gratis. Moore comenta entonces: "Somos americanos. Cuando necesitamos algo, vamos a otro país".

El lenguaje del documental es sin duda demagógico, pero también es eficaz. En el último tercio, el autor advierte que, mientras algunos de los héroes nacionales del 11 de Septiembre están sufriendo los estigmas de un sistema de salud caro, imprevisible y lento, los enemigos de guerra recluidos en Guantánamo disfrutan de cuidados hospitalarios instantáneos y gratuitos. Se le ocurre entonces viajar a Cuba con los voluntarios enfermos. En Guantánamo los rechazan, por supuesto, pero en La Habana, cuando preguntan por un hospital y una farmacia a un grupo de hombres que juegan al dominó, se enteran de que hay varios cerca, a pocos pasos. Los peregrinos reciben en La Habana, por fin, la atención privilegiada que su país les niega, en centros de salud dotados con máquinas de última generación y médicos que hablan un inglés impecable.

Moore se priva de explicar las diferencias entre el servicio que se brinda en ese hospital inmaculado, para los turistas y los funcionarios, y aquellos centros de salud a los que tienen acceso los cubanos comunes. Es innegable, sin embargo, que el sistema público de los Estados Unidos ocupa el 37º lugar en las evaluaciones de la Organización Mundial de la Salud, muy por debajo de Francia (1º), Italia (2º), España (7º) y el Reino Unido (18º), aunque dos niveles por encima de Cuba (39º). El mejor resultado de América latina es el de Colombia (22º). Luego están Chile (33º) y Costa Rica (36º), lejos de México (61º), de la Argentina (75º) y de Brasil (125º).

A la salida de una exhibición de Sicko en Nueva Jersey oí a un señor preguntar en voz alta, desafiante, si en Cuba se exhibiría la misma película con los datos al revés. Sin duda, no. La salud y la educación están allí protegidas, pero la libertad de expresión agoniza desde hace décadas. La especie humana avanza a pasos de vértigo en la tecnología y en la ciencia, pero sigue siendo incapaz de construir sociedades fundadas por igual en la libertad y en la justicia. Donde se garantiza una se sacrifica la otra, y a veces faltan las dos.