domingo, 4 de febrero de 2007

"El urbanismo de Murcia y Valencia financia al PP", según el profesor Fernández Durán



MARISA GOÑI

Ramón Fernández Durán, autor del libro "El tsunami urbanizador español y mundial", participa este fin de semana en un seminario del departamento de Ciencias de la Tierra de la Universidad de Islas Baleares, junto con otros expertos en la materia, como José Manuel Naredo, Enric Tello y Oscar Carpintero.

-The Economist concluyó en 2005 que vivimos el mayor período especulativo de la historia.

-Ilustraba con una portada que era un ladrillo de oro cayendo en el vacío la posibilidad de un estallido de la burbuja inmobiliaria mundial por lo que acontece en la esfera financiera y su efecto sobre el territorio. Cuando pincha la burbuja bursátil de la "new economy" los capitales se refugian en el sector inmobiliario. Se bajaron los tipos a mínimos históricos para animar el mercado. Se incita a echar más gasolina al fuego porque genera gran liquidez.

-¿Esa liquidez se concentra en la inversión inmobiliaria?

-Sí, pero no exclusivamente. Hay burbujas financieras de capital riesgo, bonos basura, la locura de las fusiones... La inversión inmobiliaria ha preponderado más en el mundo anglosajón por el desarrollo de los mercados financieros -están más desregulados- y porque su legislación urbanística es más laxa.

-¿Por qué España se ve arrastrada por un tsunami urbanístico?

-A la burbuja inmobiliaria española han acudido muchos capitales extranjeros por varias razones. España es la primera potencia mundial en turismo de sol y playa, y el segundo destino turístico mundial. En los últimos ocho años hemos pasado de 40 a 58 millones de turistas. En Mallorca se ve lo que supone de apartamentos, hoteles, áreas de ocio... Hay que sumar un millón de ciudadanos comunitarios que vienen aquí a jubilarse. En España hay unas 500 urbanizaciones con campos de golf y se prevé triplicarlas.

-Y la vigorosa demanda interna.

-Además de la demanda del sector residencial, está la de oficinas por el nuevo papel que juegan las empresas españolas en el capitalismo global. La bajada de los tipos, que han pasado del 16% al 4%, y la ampliación de plazos hipotecarios, que han facilitado el acceso a la vivienda a algunos sectores, mientras para otros se ha convertido en un bien imposible. Muchas edificaciones se localizan en torno a centros comerciales, siguiendo este modelo basado en consumo y construcción. Hay 500 centros comerciales en España y la tercera parte son de los últimos años.

-¿Qué papel juegan las infraestructuras en este boom?

-España y Finlandia son los únicos países de la zona euro que tiene superávit fiscal. Finlandia con el I+D+I de Nokia y España con la especulación y el cemento. La inversión estatal es muy considerable porque hay liquidez para reducir déficit y queda dinero para más. Los fondos europeos también han ido en buena medida a infraestructuras, así como los capitales privados, como se ve en el resurgir de las autopistas de peaje.

-¿No es casual que siete de las grandes constructoras del mundo sean españolas?

-Ni la mayor empresa del mundo de autopistas Abertis, que ahora quiere hacerse con la italina Austostrade.

-¿Hay demanda para tanto cemento?

-Parece que se empieza a producir un cambio de ciclo importante. La construcción de viviendas sigue siendo potente, pero se tarda más en vender. Hace poco salió un anuncio de una promotora que rebajaba el 20% del precio durante el mes de enero. Es un signo. El mercado de segunda mano también se empieza a frenar. El ritmo de crecimiento de los precios que estaba en el 15% ó 20% anual en los últimos años empieza a bajar un dígito. En algunos centros, como el de Valencia o Marbella, incluso se detectan bajadas de precio. La subida de los tipos, todavía suave, también enfría el mercado, como el alza del precio del petróleo. El capital internacional empieza a dejar de ver el estado español como un mercado inmobiliario interesante.

-¿Un antes y un después a la Operación Malaya?

-Por supuesto. Hace un año nadie hablaba de esto, aunque era una locura. Hoy afloran plataformas ciudadanas y vecinales de protesta y defensa del territorio, y las de defensa de una vivienda digna. El capital es asustadizo y deja de invertir. La crisis del proceso de paz y el atentado de la T4 ha venido bien a los dos partidos mayoritarios para silenciar esto, sobre todo al PP, que puede estar más implicado.

-Dice en su libro que las grandes constructoras de Madrid y el urbanismo de Murcia y Valencia financian al PP. ¿Es exclusivo?

-La frase es de Antonio Esteban y yo la recogí. Murcia, Valencia y el archipiélago balear -lo estamos viendo ahora en Andratx-es donde más desquiciado está el urbanismo, sin olvidar Madrid. Se vio en el tamayazo. Fruto de esta concepción es la Ley Álvarez Cascos. El PSOE intenta cabalgar al tigre, también con cargos del PSOE implicados, aunque la dimensión es distinta.

-¿Qué papel pueden jugar en este proceso en los límites ecológicos?

-El debate de la sostenibilidad se está expandiendo, pero es más visible en los archipiélagos, por conciencia de la limitación del territorio. Se vio en las manifestaciones contra las autopistas de Eivissa.

-¿Como ha incidido este proceso urbanizador en el patrimonio?

-Interviene José Manuel Naredo. La destrucción del patrimonio inmobiliario en estos años en España ha sido proporcionalmente superior a la que padeció Alemania con la II Guerra Mundial. Quedan menos de la mitad de las viviendas anteriores a los cuarenta.

-¿Se detendrá la lengua de lava urbanística?

-No por sí sola. Es muy positivo lo que está pasando en los último meses. La movilización ciudadana ha convertido la corrupción urbanística en un tema de primer orden y los políticos están a la defensiva. Pero ellos sólo son la fachada, hay más detrás.


Ramón Fernández Durán, Ingeniero de Caminos y Urbanista. Profesor colaborador de la Universidad Carlos III de Madrid, Facultad de Geografía de la Universidad Central de Barcelona, Universidad Internacional de Andalucía en La Rábida y Curso de Urbanismo del INAP, entre otros. Algunos libros publicados: "Transporte, Espacio y Capital". Editorial Nuestra Cultura. Madrid, 1980; "El Movimiento Alternativo en la RFA. El Caso de Berlín". Editorial La Idea. Madrid, 1985; "La Crisis Social de la Ciudad" (coautor). Alfoz. Madrid, 1987; "La Explosión del Desorden. La Metrópoli como Espacio de la Crisis Global". Editorial Fundamentos. Madrid, 1993; ¿Desarrollo, Pobreza y Medio Ambiente¿ (coautor). Editorial Talasa. Madrid, 1995; ¿Contra la Europa del Capital y la Globalización Económica¿. Editorial Talasa. Madrid, 1996; "¿Qué Crisis? Transformaciones de la Sociedad del Trabajo" (coautor). Editorial Gakoak. Donostia, 1997; "Capitalismo Global, Resistencias Sociales y Estrategias del Poder" (coautor). Editorial Virus, Barcelona, 2001; "Situación Diferencial de los Recursos Naturales en España" (coautor). Visor-Fundación Cesar Manrique (colección Economía vs Naturaleza), 2002; "Capitalismo (financiero) global y guerra permanente", editorial Virus, Barcelona, 2003; "La compleja construcción de la 'Europa' superpotencia", editorial Virus, Barcelona, 2005.
www.diariodemallorca.com

3 comentarios:

Anónimo dijo...

El sector inmobiliario y el de la construcción

El final de la expansión
Alberto Recarte

Con entregas de alrededor de 700.000 viviendas anuales, lo lógico es que los precios, en su conjunto, no registren un aterrizaje suave sino una brusca caída.

Introducción: los dos sectores

Puede causar confusión entre la mayoría de los lectores que mientras el sector de la construcción sigue creciendo con fortaleza en España, algunos analistas, entre los que me encuentro, llamemos la atención sobre la debilidad que comienza a aparecer en el sector inmobiliario. Una debilidad que no es general, pues los precios de las viviendas siguen subiendo, pero en zonas importantes como la costa mediterránea existe ya una cierta parálisis en las operaciones de compraventa.

Lo primero es explicar qué se entiende por sector de la construcción y qué por sector inmobiliario. El sector de la construcción refleja la actividad real, el uso de cemento y de acero, o el nivel de actividad de otros muchos subsectores como el movimiento de tierras y el uso final de, por ejemplo, pinturas y hasta la implantación de jardines. En definitiva, todo lo necesario para la entrega de viviendas, oficinas, naves industriales y obras de infraestructura como carreteras, ferrocarriles, puertos y aeropuertos, por no hablar de depuradoras, desalinizadoras y trasvases de todo tipo.

Durante 2006 el sector de la construcción ha continuado creciendo a buen ritmo y en 2007 su actividad volverá a crecer, quizá con ligeras vacilaciones en la parte correspondiente a viviendas en la última parte de año. Es un sector importantísimo para la economía española; supone, en promedio, el 16% del PIB anual y da trabajo a 2,5 millones de personas, el 12,5% del empleo total que existe en España, que ha alcanzado los 20 millones de personas. Del sector, el 50% es la actividad de construcción de viviendas y el resto son otro tipo de inmuebles e infraestructuras.

Es un sector con una enorme inercia; es decir, no se trata de actividades que puedan pararse, o iniciarse, en un plazo corto. Cualquier proyecto, ya sea urbano o de infraestructuras, se desarrolla a lo largo de muchos años: entre tres en el mejor de los casos y hasta 10 años o más en los grandes proyectos de infraestructuras. El subsector de la construcción de viviendas, por ejemplo, tardó varios años en lograr responder a la enorme demanda que surgió en España a partir de 1996/97. De hecho hasta 2001/2002 no fue capaz de alcanzar el ritmo actual de entre 600.000 y 800.000 viviendas iniciadas anualmente. Ahora, en 2007, funciona a pleno gas. Y se terminan un volumen de viviendas similar al de las que se comienzan. Y pase lo que pase en 2007, 2008 y quizá 2009, haya o no demanda suficiente en estos tres años, se terminarán y llegarán al mercado cerca de 2,1 millones de nuevas viviendas.

Por su parte, el resto del sector de la construcción, sobre todo el de infraestructuras, mantendrá su ritmo de crecimiento porque por una vez en nuestra historia no hay restricciones presupuestarias. Por su parte, los inmuebles que no son viviendas tendrán una evolución similar a la de éstas, aunque su actividad está más influida por la creación de empleo.

La situación de lo que denominamos el sector inmobiliario, que recoge las transacciones, las compras, ventas y alquileres de todo tipo de construcciones (viviendas, naves industriales y oficinas, básicamente) es muy diferente. Es un sector comercial. En él todo es inmediato: la falta de demanda se traduce, instantáneamente, en descenso de precios o en falta de actividad y viceversa; una demanda insatisfecha provoca subidas de precios, que pueden ser enormes, como la que se ha producido en España en las viviendas desde aproximadamente 1998 hasta finales de 2006.

La situación de sector inmobiliario en 2007

Aunque no se puede generalizar, el mercado de primeras viviendas es diferente del de las de turismo, y el de las de lujo es diferente del de las de protección oficial. De lo que no cabe duda, en todos los casos, es de que el aumento del precio del suelo ha terminado por incrementar el precio final de venta de todos los inmuebles. Aunque la situación está cambiando, pues hay zonas en las que la demanda se ha reducido drásticamente. La situación en la costa es, de momento, diferente de lo que sigue pasando en las principales capitales de provincia y en autonomías como la de Madrid, donde la población inmigrante sigue creciendo y demandando primeras residencias.

Sin embargo, para el conjunto de España, y durante los próximos tres años al menos, parece seguro que la oferta de viviendas y otros inmuebles será superior a la demanda. Y con entregas de alrededor de 700.000 viviendas anuales, lo lógico es que los precios, en su conjunto, no registren un aterrizaje suave sino una brusca caída. Suave es lo que ha ocurrido en 2006, con subidas de precios en torno al 8%, pero el proceso de exceso de oferta, por la inercia del sector de la construcción al que se ha hecho referencia, es acumulativo; lo lógico es que en los próximos veinticuatro meses afecte, y mucho, a los precios de venta.

¿Un ajuste brusco de precios?

¿Qué significa un ajuste brusco, con caídas de precios significativas, en los inmuebles de muchas regiones? Pues que pueden cambiar, también bruscamente, las expectativas, es decir, las esperanzas para el futuro, en definitiva, de una parte considerable de la población española.

Los españoles tienen invertidos la mayoría de sus ahorros en viviendas, ya sea la propia, la de vacaciones o, en muchos casos, en otras adicionales, porque esperaban –hasta ahora con sólidas razones– que su precio subiría significativamente o porque creyeran que podrían alquilarlas sin demasiadas dificultades.

Se calcula que el valor, a los precios de hoy, de todo el parque de inmuebles propiedad de las familias españolas es del 500% del PIB; alrededor, por tanto, de 5 billones de euros y que, también en conjunto, las familias deben a las instituciones financieras alrededor de 850.000 millones de euros. Una proporción que denota una gran riqueza neta y explica la confianza con que los españoles se han endeudado hasta ahora, sobre todo para hacer esas inversiones, pero también para consumir, ya sea en forma de compra de automóviles, de realización de viajes o, simplemente, para amueblar y acondicionar ese enorme parque de viviendas que tenemos, que suman más de 22 millones, una por cada dos habitantes, la mayor proporción del mundo. La deuda está contratada a los tipos de interés del euro; digamos que, a fechas de hoy, se acercan al 5% anual, unos tipos que siguen siendo bajos.

¿Qué ocurriría si el valor de esas propiedades descendiera, primero suave y después bruscamente, alrededor del 20%, en su conjunto? Pues que el valor de las propiedades inmobiliarias pasarían a significar el 400% del PIB, alrededor de 4 billones de euros y que la deuda con las instituciones financieras seguiría siendo la misma, 850.000 millones de euros, en principio a los mismos tipos de interés actuales, en torno al 5%. Y ese empeoramiento de la relación entre riqueza y deuda, probablemente modificaría los hábitos económicos de las familias españolas, que dejarían de endeudarse, o lo harían en menor proporción, comprarían menos viviendas y reducirían su consumo de bienes y servicios.

El final de la parte expansiva del ciclo

Bastaría con que el consumo privado de los españoles creciera en 2007 al 2,4%, en términos reales, en lugar de hacerlo al 3,4%, para que el PIB creciera el 2,8% en lugar del 3,4% que esperan el gobierno y la mayoría de los analistas. Y eso afectaría al empleo, que crecería menos también de lo programado. Si, como podría ocurrir, el ajuste siguiera en 2008, con descensos bruscos de precios en el conjunto del sector inmobiliario, el descenso del crecimiento del consumo podría ser mucho más brusco, y el crecimiento económico y el empleo resentirse sustancialmente.

Esto es lo que está ocurriendo en Estados Unidos, donde los precios de las viviendas han descendido, en general, cerca del 10% en 2006. Y eso ha afectado a las familias, que han reducido su consumo. La economía norteamericana crece ahora el 2,5% frente al 3,5% de 2005 y hay incertidumbre sobre el futuro. Pero Estados Unidos tiene la enorme ventaja de su productividad y su capacidad innovadora. Y el ajuste provocado por los excesos en el sector de la construcción se están compensando con la actividad de sus modernos sectores industriales y de servicios, competitivos e innovadores.

¿Con qué puede compensar España el efecto en el consumo, el crecimiento y el empleo de un posible desplome del sector inmobiliario primero y del sector de la construcción posteriormente? No lo sabemos. No es evidente qué sectores pueden sustituir como motor de la actividad al de la construcción. Es posible que este proceso brusco de contracción de la actividad, que se dejaría sentir sobre todo en 2008 y los años siguientes, no tenga la virulencia que temo. Pero todos los ingredientes están ahí. Y el primer indicador es lo que ocurra en el sector inmobiliario. Por eso hay que fijarse en su evolución. Y, por eso, yo al menos creo que el proceso expansivo de la economía española toca a su fin. Suavemente en 2007 y quizá con virulencia a partir de 2008.
www.libertaddigital.es

Anónimo dijo...

el presidente del consejo superior de colegios de arquitectos de españa, carlos hernández pezzi, aseguró que detrás de la recalificación de suelo para hacerlo urbanizable está la financiación ilegal de los partidos políticos y de los ayuntamientos, así como comisiones poco claras que enriquecen a intermediarios, aunque todo esto sea difícil de demostrar

hernández pezzi acusó a las corporaciones locales y a los partidos políticos que las sustentan de estar "forzando la máquina" de las recalificaciones para "rentabilizarlas en las arcas municipales, en los ingresos y la financiación de los partidos y en las comisiones de los intermediarios".
De "El País"

Anónimo dijo...

El sistema de financiación de los partidos políticos es el gran agujero de nuestra democracia. Como en tantas cosas de la vida, la financiación es el aspecto fundamental para el funcionamiento de los partidos políticos. Su inoperancia, por deficiencia, es la causa de múltiples conductas irregulares en las instituciones públicas, incardinadas a obtener recursos económicos que propicien el normal desenvolvimiento de los partidos. Aquí está, sin duda, el origen de todas las corrupciones.

La Ley Orgánica 3/1987, de 2 de julio, sobre financiación de partidos políticos, nació con el objetivo fundamental de establecer el marco normativo básico que discipline, con arreglo a principios de suficiencia y publicidad, la actividad económica de aquellos. Fue aprobada por consenso (obviamente) en el Parlamento.

Realmente, el flujo de dinero que reciben los partidos políticos, por todos los conceptos, es enorme. ¿Cómo se explica entonces la cuantiosa deuda que arrastran? Siendo menos importante el gasto “corriente” de las formaciones políticas (en organización y personal), la partida que ciertamente distorsiona sus presupuestos, es la que se refiere a los gastos electorales, a la financiación de las modernas campañas.

En todo caso, es evidente que el galopante endeudamiento financiero de los partidos políticos y la necesidad cada vez más apremiante de fondos para sus actividades políticas, muchas de ellas innecesarias, hace que sea insuficiente tanto el generoso sistema legal de subvenciones públicas, como las cuantiosas donaciones privadas. Los partidos políticos acuden así a otras fuentes de financiación no siempre legales y en bastantes ocasiones delictivas. La propensión a la financiación irregular es cada vez más intensa y escandalosa. El montante de las cantidades recaudadas a través de métodos fraudulentos (comisiones ilegales, subvenciones encubiertas, etc., cohechos, sobornos, etc.) es difícil de cuantificar. Sólo lo conocen los responsables de finanzas de cada partido, calculando la diferencia entre los ingresos oficiales por todos los conceptos y los gastos efectivamente realizados.

( Del libro Corrupción Municipal; J.M. Urquiza; Edit. Almuzara. 2005).