jueves, 20 de enero de 2022

Qué es una macrogranja y cómo impacta en el medioambiente


MADRID.- Una macrogranja es una instalación de ganadería industrial en la que la densidad de animales es muy grande, donde pueden tener cabida desde decenas de miles de cabezas de ganado porcino o bovino hasta cifras que alcanzan en millón en el caso de las macrogranjas dedicadas a la cría de pollos. La mejora de las tecnologías durante las últimas décadas, unido al rápido aumento de la población a nivel mundial ha hecho que la producción de carne se haya disparado, según introduce al tema www.nationalgeographic.com.es.

Sin ir más lejos, en la década de los 70, la producción mundial de carne se situaba en un tercio de la producción actual. En 50 años, países como China han pasado de producir algo menos de 10 millones de toneladas anuales a sobrepasar la barrera de los 80 millones de toneladas anuales en 2019. 

En el caso de España, en 1970 se producía poco más de un millón de toneladas anuales, mientras que en la actualidad se han sobrepasado los 7 millones de toneladas anuales, según el informe Meat Atlas 2021.

Como se puede observar, la tendencia alcista de la producción de carne a escala global responde a un mayor consumo por parte del ser humano que coincide con el aumento de la población mundial, además de con la mejora en las tecnologías que han permitido mecanizar los procesos y mejorar los controles sanitarios. 

Sin embargo, la producción de carne a tal escala también tiene un impacto negativo en el medioambiente.

Con el desarrollo tecnológico, las nuevas técnicas para automatizar procesos han permitido que se estabulen en granjas miles de cabezas de ganado para reducir sus costes asociados al mantenimiento y abaratar los precios de la carne que posteriormente se comercializará. Pero eso no siempre ha sido así.

"Una alta densidad (de animales) es problemática de gestionar por la elevada concentración de excretas (purines, estiércol) en poco espacio, especialmente si no existen suficientes tierras de cultivo a una distancia cercana donde poder hacer un abonado racional. Una granja de 10.000 ovejas en extensivo, al ocupar mucho espacio, no sería un problema", afirman Pablo Manzano y Agustín Del Prado, investigadores del bc3 - Basque Centre for Climate Change, en un artículo en The Conversation.

En la actualidad, España no solo es uno de los mayores productores de carne de la Unión Europea, sino que también es uno de los mayores exportadores. Para conseguir estas cifras, en el territorio español conviven numerosos modelos que, lejos de ser estrictos, se diferencian en varios detalles: "sabemos que hay gradientes entre producción extensiva, producción intensiva ligada al territorio, y producción industrial, además de variedades en la densidad de animales. 

La diferencia entre extensiva e intensiva es si los animales salen a pastar o si pasan su vida en un establo", afirma Pablo Manzano en una entrevista con National Geographic vía correo electrónico.

A la hora de clasificar los distintos tipos de ganadería, David González, Co-fundador de Sustraiak Habitat Design y experto en agricultura regenerativa y regeneración de suelos, los explica así:

  • Ganaderías intensivas, donde se desarrolla la actividad sobre los procesos industriales de una ganadería estabulada y donde prima la rentabilidad máxima por kilogramo de carne producido.
  • Ganaderías extensivas, que consiste en el pastoreo de una cabaña ganadera que se alimenta básicamente de los recursos propios del territorio que habitan, aunque existen también sistemas mixtos en los que además del pastoreo, se aporta pienso a los animales para su engorde en determinadas épocas del año en las que por diferentes motivos (climatológicos, partos, etc), la cabaña necesita estar estabulada.
  • Trashumancia: 100% de alimentación a base de recursos locales en pastoreo.
  • Ganadería regenerativa: 100% de la alimentación a pasto, centrada en la regeneración de los suelos mediante el pastoreo dirigido de los animales.

En lo que se refiere a su impacto en el entorno, la principal diferencia entre una granja beneficiosa y otra perjudicial para su ecosistema es la densidad de su ganado. En vez de ser un modelo arraigado al territorio y en el que todos los factores se retroalimentan, la producción industrial suele depender más del exterior, pues requieren de combustibles fósiles para fertilizar, recolectar y transportar sus insumos.

Otro factor preocupante en lo que se refiere a las granjas de gran densidad es la gestión de sus residuos: "la alta densidad de animales es ambientalmente problemática porque las deyecciones de los animales, si bien son muy beneficiosas y necesarias para los agroecosistemas en cantidades moderadas, no pueden ser procesadas ni asimiladas por la biota en altas cantidades, así que sustancias como los nitratos se filtran a acuíferos y aguas superficiales, contaminándolas. Una alta densidad de animales también causa problemas de olores que degradan el medio ambiente de las zonas rurales", añade Pablo Manzano.

Sin embargo, no solo es el plano local el que se ve alterado, sino que a nivel internacional su impacto también se deja notar. "Más allá del impacto local existe un impacto sobre otros ecosistemas del planeta en los que se externaliza la producción de piensos con los que se alimenta al ganado. Para ello, diversos ecosistemas locales son deforestados, por ejemplo, para convertirlos en áreas de producción de soja para los piensos", apunta David González.

Uno de los argumentos más repetidos en cuanto a los beneficios y perjuicios de las macrogranjas pasa por la calidad de su carne, generalmente menor que la carne proveniente de la ganadería extensiva, pero también más barata.

A nivel nutricional, Pablo Manzano explica la diferencia: "los animales criados a alta densidad en régimen industrial van a tener productos de calidad inferior a aquellos que se ejercitan cada día, fundamentalmente, por su perfil graso. Tienen peor perfil nutricional en términos de ácidos grasos poliinsaturados, ácidos linoleicos conjugados (ACLs) y una mejor relación Omega 6/Omega . Las consecuencias de un mayor nivel de estrés crónico en las características del músculo".

En plena crisis energética en la que el pico de producción de combustibles baratos ya se ha superado, el mundo se adentra en una etapa de menor disponibilidad energética en la que la tendencia de los precios en el futuro se mantendrá al alza.

Es por ello que, al depender en tal medida de los combustibles, la ganadería llevada a cabo en macrogranjas afronta un futuro incierto: "debemos tener en cuenta que la producción de piensos está directamente relacionada con la disponibilidad de combustibles fósiles, por lo que su encarecimiento tiene un impacto directo en el precio de los piensos y, lo que es lo mismo, en la viabilidad de este tipo de granjas", apunta González.

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